Apenas unas horas habían pasado desde que la lluvia permitió que Blas y Carlos se escabulleran hasta su edificio. Blas que miraba al rubio no podía creer que todo aquello fuera real, en cuanto regresara a casa tendría que pellizcarse el brazo unas cuantas veces para asegurarse de ello.
El rubio y el castaño subieron hasta el piso del menor tomados de la mano. Las manos de Carlos apretaban con fuerza la de Blas. Momentos antes cuando ambos se encontraban escondidos bajo la lluvia, el de ojos miel sintió la necesidad de contarle todo aquello a Álvaro.
— Gracias por aceptar — susurró Blas cuando se detuvo de golpe.
Carlos asintió con una sonrisa ante el comentario de su acompañante y tomó el pomo de la puerta.
— Vamos adentro — dijo el menor con una sonrisa tierna.
El sentimiento de necesidad que Blas tuvo hacia Carlos lo asustó por completo. Nunca se había sentido de esa manera por nadie. El castaño jaló del brazo al menor y lo atrajo hasta él, los ojos de ambos se mezclaron en una lucha imparable. Sólo él podía provocar esa sensación, hacer que el corazón de Carlos saltara de la emoción y palpitara alocadamente, que las piernas le temblaran como gelatinas (cosa que no podía esconder, era unos centímetros más pequeños que Blas y para besarlo necesitaba ponerse de puntillas) y que su respiración se descontrolase.
No podían parar, ambos se sentían bien con la presencia del otro. Unos besos más fueron el blanco perfecto para que no se dieran cuenta de que se encontraban dentro del piso del rubio. Blas arrinconó a Carlos contra la puerta y comenzó por dejar besos sobre su cuello, erizándole la piel a ambos. Segundos después le cargó como un koala para después recostarlo sobre el sofá más cercano.
Un beso más fue permitido por dos espectadores que miraban incrédulos la escena tan subida de tono entre ambos chicos.
— M...m...m — fingió aclararse la voz uno de ellos.
El cuerpo de Carlos se tensó al darse cuenta que alguien los observaba abiertamente. Sus ojos se dirigieron al par de personas que se encontraban en el sofá frente a ellos. Las mejillas del rubio y el castaño ardieron como dos jitomates.
— David... Hola — dijo Carlos y guardó silencio. Se escondió detrás de Blas al ver a Cristina, que los miraba impresionada o al menos eso aparentaba, minutos atrás ella y David se encontraban en el mismo rol que ellos.
— Y... — dijo David esperando obtener la respuesta que ya se imaginaba.
— Ya andamos — indicó Carlos con una sonrisa nerviosa. David se levantó de donde se encontraba para felicitar a Carlos y Blas pero este último no podía dejar de mirar a Cristina que se encontraba con la blusa desabotonada.
— Gracias chicos, nos vamos a mi habitación — dijo Carlos que se hubiera encontrado feliz de tener algo más en ese momento con su acompañante pero le habían cortado el rollo.
Blas y Carlos estaban por irse cuando vieron a Álvaro casi caer del brazo de Dani. Los ojos del menor se llenaron de lágrimas al ver en el estado que se encontraba su hermano, estaba ebrio y su ropa totalmente desalineada.
— ¿Qué sucedió? — preguntó Carlos entre lágrimas.
— Lo encontré saliendo de un bar cerca de aquí — dijo Dani mientras lo sentaba en el sofá —. Hablaba sobre que debía hablar contigo y no sé cuántas cosas más.
Era cierto todo aquello que Dani le decía a Carlos, Álvaro estaba empeñado en hablar con su hermano menor de todo lo que sentía y más aún después de haberse enterado que Blas le pediría al menor una oportunidad.
— Car..., los... Car..., los — volvió a mencionar Álvaro esta vez nadie le prestó atención ya que Dani se había encontrado con Cristina. El chico tomó a Cristina por el brazo, reprendiéndola y pidiendo disculpas se marchó.
Poco después Blas intentó ayudar pero el menor no se lo permitió, ya se haría cargo él con David y más tarde le buscaría.
Más tarde cuando Álvaro se había quedado dormido y al cuidado de David buscó a Blas. El castaño y el rubio se encontraban en la azotea del edificio, al parecer esta se había vuelto el punto de romanticismo para un par de parejas. Carlos jugaba nervioso con los dedos de la mano izquierda de Blas, no sabía cómo decirle lo que Álvaro se había atrevido a confesarle.
— Blas...
— ¿Cómo sigue Álvaro? — interrumpió Blas accidentalmente.
Carlos suspiró —. Mejor, creo.
— Carlos ¿sabes qué puedes contarme lo que quieras?
Carlos miró los ojos del castaño y apretó con más fuerza su mano.
— Álvaro me dijo que..., le gustó.
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¡My Angel! //Blarlos//CANCELADA.
FanfictionNadie esperaba lo que estaba a punto de ocurrir.