Esa misma mañana...
Un delicioso aroma provenía desde la cocina. Carlos jugaba con una dona de chocolate sumergiéndola en su taza de café mientras esperaba, el mensaje de Alex para salir al instante.
Las cosas estaban tomando un mal camino Carlos estaba dispuesto a intentar ser más agradable y Blas, bueno él solo esperaría el momento oportuno para comenzar a destruir a Carlos lenta y dolorosamente como ya lo tenía planeado.
El sonido de su móvil vibrar era un nuevo inicio, iría con Alex y después improvisaría algo nuevo para seguir con su vida, quizá se iría de viaje. Rápidamente dejó su taza en el fregadero para minutos más tarde tomar su sudadera del perchero.
Estaba por salir, ya había tomado el pomo de la puerta cuando Álvaro apareció en bóxer con el torso desnudo y lo distrajo totalmente. Algo se encendió dentro de Carlos, una llama que no lograba entender, hace años que no se sentía así, la primera y última vez que sucedió algo así fue cuando vio al chico en bañador.
— Yo... lo siento — murmuró Carlos nervioso rascando su nuca —.Voy a salir, regreso más tarde.
— Carlos necesito hablar contigo cuando regreses — dijo Álvaro tomándolo por la muñeca.
El menor asintió, se deshizo de la mano de Álvaro y se marchó. En cuanto estuvo abajo una sonrisa se esparció por su rostro, Alex cargaba de espaldas a él con un ramo de rosas amarillas, sus favoritas.
— Hola — saludó Carlos cuando estuvo cerca del chico.
— Ho...hola — tartamudeó Alex.
— ¿Nos vamos?
Alex asintió, era algo extraño, Carlos tenía algo muy difícil de encontrar en cualquier persona. Sus ojos eran preciosos, siempre lucían un brillo poco común y su sonrisa era todo lo que podía desear una persona enamorada, era por eso que le había atraído tanto.
— Estas son para ti — le dijo a Carlos.
Carlos fingió sorpresa, aunque no del todo. Era increíble que Alex supiera el detalle del color amarillo o que siquiera lo imaginara.
— Gracias, son muy lindas — Carlos besó la mejilla de Alex haciéndole sonrojar.
Al otro lado de la ciudad mientras Alex y Carlos caminaban sin rumbo David y Cristina se dirigían al piso de la última pareja de la joven.
— ¿Segura qué no quieres que suba contigo? — preguntó David, había notado a Cristina muy nerviosa durante el camino.
— No, no te preocupes. No tardaré.
David le dejó ir, sabía que no iba a estar para ella toda la vida. Lo bueno de que Cristina le pidiera que se quedara abajo era que David pensaría en qué lugar se le declararía.
Mientras tanto apenas comenzaba el día para Carlos y Alex, este debía ser especial o al menos eso pensaba Alex que también se le declararía al rubio. Aunque el solo pensarlo le erizaba lo vellos de la nuca.
Ambos jóvenes se vieron sorprendidos al ver la delgada capa de nieve que se esparcía con delicadeza sobre algunas jardineras del parque. Aquel parque que guardaba más de un recuerdo para Carlos.
— Son lindos ¿verdad? — dijo Alex, pero Carlos no entendía a lo que se refería hasta que un copo de nieve cayó sobre su nariz.
— Como Blas — murmuró Carlos pero no lo suficiente bajo para que Alex no le escuchara.
El de ojos miel quiso que la tierra le absorbiera en ese preciso momento al igual que Alex pero este le ofreció una sonrisa sincera a Carlos mostrándole de alguna forma su apoyo, cariño y sobre todo su comprensión.
Mientras caminaban Carlos miraba encantado como las copas de los árboles se escarchaban con nieve. Le hubiera encantado a Blas verle tan ilusionado como si de un pequeño se tratara pero, claro, ahora él era un chico malo y prefería pasar su tiempo con Celia follando y metido en peleas.
— ¿Carlos?
Las manos de Alex sudaban con frecuencia mientras intentaba hablar aunque no tema para ponerse nervioso. Carlos le dio una sonrisa para que continuara.
— Hay una exposición, ya sabes dónde muestran las fotografías y me parece que tú sacas unas muy buenas así que...podrías mandar tus fotografías.
— Gracias — dijo Carlos y abrazó a Alex tomándolo por sorpresa.
Siguieron por un buen rato en aquel parque, sentados en un banco, platicando sobre anécdotas del pasado y sobre cualquier tema que se les pasaba por la cabeza.
Después de unas cuantas horas caminaron directamente al edificio donde se encontraba ubicado el departamento de Carlos.
— La he pasado genial. Gracias — dijo Alex.
Las mejillas de Carlos se pintaron de rojo carmesí dando paso a una sonrisa por parte de Alex.
— También lo he pasado muy bien — respondió Carlos con sus manos tapando sus mejillas.
— Me gustas — dijo Alex y le plantó un beso a Carlos, sorprendidos por la acción ninguno logró cerrar los ojos.
Desde lo lejos Blas que había estado mirando la escena se molestó, solo él podía besar al rubio. Estaba loco, no sabía siquiera lo que le haría a ese idiota cuando se separara del chico. Iba a reaccionar cuando no pudo evitar escuchar un intercambio de palabras.
— Dame la oportunidad de estar contigo, cuando más lo necesites. De nunca fallarte.
Carlos suspiró, sabía que todo aquello era una locura pero en su mente solo divagaba la sensación que Blas le hizo sentir con sus besos, con su calidez y con el deseo la noche anterior.
ESTÁS LEYENDO
¡My Angel! //Blarlos//CANCELADA.
FanfictionNadie esperaba lo que estaba a punto de ocurrir.