Dos días después de que Rubén fue detenido, los policías paseaban de arriba abajo, de un lado a otro, con semblantes serios en sus rostros por toda la casa. Blas no había logrado dormir después de que Will llevó a Carlos con su madre. Nunca antes se había sentido tan asustado hasta lo sucedido ese día por la tarde.
Hombres vestidos con gabardinas hasta los tobillos, lo miraban de una manera extraña y balbuceaban cosas como "pobre pequeño lo han jodido", "Que lástima " y otras cosas más que a Blas le eran imposibles de escuchar. Blas comenzó a sentir un cosquilleo recorrer su cuerpo cada vez con más frecuencia cuando la mano de un hombre se posó sobre su hombro así haciendo que un grito se desprendiera de sus labios.
Sonia, una mujer que en su tiempo estudió psicología en una de las mejores universidades, se encontraba viendo la escena entre su compañero y Blas mientras a lo lejos hablaba con uno de los oficiales.
El momento era realmente tenso para Blas, de sus ojos salían lágrimas sin parar, su piel se había erizado y su corazón había comenzado a bombear sangre con más rapidez de lo natural.
— Tranquilo, yo me encargo Bruno — dijo Sonia, aquella mujer que Blas había logrado captar cuando hablaba con un policía con tupido bigote.
— Ella es Sonia, es una amiga y te va a ayudar — explicó el policía que se encontraba acuclillado frente a Blas.
Blas asintió con los ojos aun llorosos y se encaminó con Sonia a sus espaldas a unos de los sillones que había en la sala.
— Blas ¿verdad? — preguntó Sonia, ésta vestía con un conjunto de vestir.
— Sí — murmuró y con timidez estrechó su mano con la de la psicóloga.
— Eres muy educado Blas — respondió Sonia ante el acto del pequeño —. Y cuéntame ¿cuántos años tienes?
Blas se lo pensó un poco para responder, no conocía a Sonia de nada. — Diez —dijo apenas en un susurro.
Sonia ganaría lo más posible de terreno con Blas y eso sólo era el inicio de muchas sesiones.
Y así había pasado la mañana, interrogatorio tras interrogatorio y lágrima tras lágrima pero todo eso se fue cuando Blas logró ver los ojos de Carlos brillar.
— ¡Carlos! — gritó Blas para echar a correr contra el pequeño.
— Bla... Blas — balbuceó nervioso Carlos ante el efusivo abrazo que su amigo le proporcionó.
— Ven vamos a comer, el abuelo Will ha preparado unos deliciosos emparedados — sonrió Blas tomando la mano de Carlos.
Habían pasado la comida en silencio, Carlos se comportaba extraño, ni siquiera había logrado acabar con su emparedado.
— ¿Blas? — dijo Carlos dudoso.
— ¿Sí? — respondió Blas que jugaba con el cabello de Carlos entre sus dedos.
— Tengo que irme — susurró.
— Puedes quedarte, el abuelo Will está aquí — Blas le dejó ver una sonrisa de labios sellados.
— No, Blas tú no entiendes debo irme del país — respondió Carlos serio, cosa que Blas no notó.
— ¿Algo así como los juegos de aventuras? — preguntó Blas un tanto confundido.
— No. Blas me voy a México — y esta vez era difícil no entender la situación, Carlos estaba hablando realmente en serio.
— No puedes — murmuró Blas que intentaba evitar que un sollozo saliera de sus labios.
— Debo irme, pero prometo escribirte — Carlos abrazó a Blas con todas sus fuerzas aunque estas eran mínimas.
El camino al aeropuerto había sido totalmente silencioso y una tortura para ambos pequeños, ninguno de los dos se había dirigido la palabra desde que subieron al auto.
Al entrar al aeropuerto Carlos sintió su corazón hacerse añicos, era doloroso distanciarse de las personas que más amaba.
— Adiós — se despidió Carlos del chofer.
— Hasta luego pequeñín — respondió su chófer y removió su cabello.
Blas se acercó hasta Carlos y le dio un fuerte abrazo del cual estaba seguro que su amigo jamás olvidaría.
— ¿Prometes jamás olvidarme? — preguntó Carlos con ternura y preocupación.
— Blas Cantó Moreno, siempre cumple con su palabra — afirmó para después sentir como lágrimas mojaban su camisa a cuadros —.Tengo miedo de que tú te olvides de mí.
— Nunca pasará — susurró Carlos al oído de su amigo.
Un borroso abrazo se presenció ante los ojos de Will que invadidos por las lágrimas se podían admirar por su chófer.
Blas suspiró preocupado al ver como Carlos se había echado a correr para poder abrazar a Will, era extraño pero ese era el momento de su vida en el que no se sentía seguro de nada.
Cuando Carlos se perdió por el pasillo que conducía al avión Will se dejó caer contra el suelo, el dolor era demasiado fuerte para su corazón. Había perdido a la persona más importante de su vida.
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¡My Angel! //Blarlos//CANCELADA.
FanfictionNadie esperaba lo que estaba a punto de ocurrir.