Capítulo 46.

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Miró de manera rápida su imagen en el espejo y se dirigió en dirección a la cocina, ignorando por completo a su hermano que se encontraba en la sala. Se preparó un poco de chocolate caliente y se sentó en una de las esquinas del sillón. Cruzó un par de miradas llenas de molestia con el de ojos verdes y regresó su mirada al televisor.

"Continuamos con el caso que"...

Y entonces el televisor se apagó. O eso hubiese querido Carlos pero la realidad era otra, y es que Álvaro había tomado el control y había apagado el televisor evitando que se enterara de la nota.

— ¡Vamos! ¡Prende el televisor! — gritó molesto.

Era la primera vez que el rubio le dirigía la palabra al editor en dos semanas, dos semanas que había transcurrido lentas y aburridas desde que discutieron.

Álvaro le había impuesto la idea a Carlos de que se fuera con él a Inglaterra sin explicación alguna. Sin embargo el menor se había negado rotundamente a la idea, no estaba dispuesto a dejar al castaño. Álvaro molesto siguió con el control entre sus manos y se dirigió a la cocina. Por un momento Carlos quiso decirle todo lo que se merecía pero su orgullo no se lo permitió. Así que tomó nuevamente su taza con chocolate y se marchó en dirección a su habitación, encontrándose con David.

— Hola — saludó el moreno —. ¿Cómo sigue todo?

Carlos negó cabizbajo mientras miraba al suelo. David se acercó un poco a él y le abrazó como solo un verdadero amigo sabe hacerlo. Sin juzgarlo y sin preguntar. Solo con todo el cariño, que siempre ha inundado su corazón. Ambos chicos entraron en la habitación de donde salió el moreno. Mientras que el de ojos miel se limpiaba las lágrimas que habían recorrido su rostro con la manga de su suéter, David le miraba en silencio, él sabía que Carlos y Álvaro habían peleado y aunque sabía las razones del editor, no estaba de acuerdo con su decisión en cuanto a la vida del rubio.

— Carlos — dijo David en un susurro.

— No pasa nada — sonrió él y se limpió las lágrimas —. ¿Qué tal va todo con Celia?

En las dos semanas que habían pasado desde que Carlos regresó de Barcelona, David y él se habían unido mucho más que antes. El moreno había terminado por contarle todo lo que había pasado el sábado por la noche con la chica, al igual que el domingo por la mañana cuando descubrió que se trataba de ella.

— Voy — dijo pensativo —. Saldré el miércoles con ella.

Carlos asintió, desde que su amigo cortó con Cristina apenas y volvía a sonreír. El rubio tenía miedo de que se volviera a repetir la misma historia que con Ángela. Sabía que la chica se había ido queriéndole como una loca.

Más tarde cuando Carlos se sintió mejor, se dirigió hasta el parque junto con Alex. El chico le había pedido ayuda con una pequeña exposición de fotografías que pensaba montar en una galería cerca del centro.

El rubio estaba enfocando a Blas (que estaba con su piano eléctrico) con su cámara desde lo lejos cuando la mano de una persona intervino entre la lente y su chico. Levantó la vista y ahí, a menos de medio metro de distancia se encontraba Dani.

— Hola — sonrió el de ojos azules.

— Buen día Dani — respondió Carlos.

— ¿Puedo hablar contigo?

— Estoy en medio de una sesión fotográfica y...

— Claro, es de él, de quien necesito hablarte.

Las mejillas del estudiante de publicidad se tornaron rojas como un jitomate, aunque rápidamente de ellas se esfumó el color, Dani no tenía buena cara.

— ¿Está todo bien?

— ¿Podríamos hablar en un lugar más privado? — Carlos asintió, en realidad no le molestaba ir con Dani.

— Dame un minuto.

El chico se dirigió hasta Alex, habló un par de minutos con él y pronto estuvo de regreso con Dani.

Se sentaron justo enfrente de uno de los grandes ventanales de la cafetería más famosa de Callao y se miraron en silencio. El primero en romperlo fue Dani, no sabía cómo hablar de aquel tema pero la salud mental de su amigo estaba en juego.

— Hace..., dos semanas, Álvaro y yo vimos un reportaje y...

— ¡Vamos Dani!

— ¡Rubén ha escapado de prisión!

De pronto, Carlos palideció, sus manos comenzaron a temblar y una presión en su pecho se hizo notar.

Blas le había confiado aquel secreto a Dani. Debía tenerle demasiada confianza.

— No, no puede ser posible. ¿Cómo pasó? ¿Cuándo? No me respondas eso, de esto no le diremos una sola palabra a Blas.

Dani asintió, sabía que era su única opción, quizá no la más correcta pero era lo que había.





¡My Angel! //Blarlos//CANCELADA. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora