Capítulo 9.

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Tras una relajante y exquisita ducha David enrolló alrededor de sus caderas una toalla para así salir del cuarto de baño. El día había sido un tanto extraño para todos y en especial para él y Cristina una joven de veintiún años, piel pálida y ojos color avellana.

Unos minutos después de que David se tirase en la cama la puerta de la habitación se abrió dando paso a un Carlos con la respiración entrecortada, el cabello alborotado y unos cuantos raspones en el rostro.

— Sabía que no era una buena idea dejarte solo — negó David y después se dio una palmada en la frente.

— ¡Cállate! — silenció Carlos un poco triste. Claro no todo sería miel sobre hojuelas con Blas y menos como en las novelas de amor se pintaba.

¿Cómo era posible que Blas se hubiera vuelto un cretino?, o ¿Cómo no se había dado cuenta de que él era Carlos su mejor amigo de la infancia? o ¿Ni siquiera había imaginado un poco la probabilidad de quien era él?

Carlos se sentó molesto en el filo del colchón que daba directo hacia la puerta del baño para segundos después ver como David salía con un botiquín en mano. El rubio había pasado los últimos minutos pensando tanto en Blas que no se había dado cuenta de cuando David le había comenzado a curar aquellos raspones.

Gemidos se escuchaban tras las puertas de la habitación del hotel, hubiera sido un buen empezar si estos no hubieran sido de dolor, pero había cosas en el mundo que no se podían cambiar y esta era una de ellas.

La mañana siguiente transcurrió un tanto aburrida para Blas, no había parado de pensar en Carlos aunque de haberlo querido él estaría fuera de sus pensamientos desde la tarde anterior.

— Blas estoy aquí — Sonia hizo un chasquido con sus dedos intentando atraer la atención de Blas que desde que había entrado por la puerta de su consultorio se notaba muy distraído.

Si Sonia no conociera a Blas desde hace diez años juraría que aquella situación en la que se encontraba pedido era extraña pero sabía que cuando el joven ponía un pie en el consultorio le invadían los recuerdos de sus primeras sesiones.

— Tengo miedo — murmuró Blas que era cuestionado bajo un tipo de sueño.

— ¿De qué? — preguntó Sonia muy interesada ya que llevaba tres años intentando hacer que Blas hablara.

— De que pose nuevamente sus manos en mi cuerpo...

Aquellas palabras aun después de pasados siete años de su confesión seguían frescas en la memoria de Sonia.

— Hace años que no lo veía — dijo Blas.

— ¿A quién? — preguntó Sonia asombrada.

— A Carlos — Blas sonrió con malicia mientras negaba incrédulo con la cabeza.

— ¿Regresó? — preguntó Sonia un tanto preocupada.

Los años no habían pasado en vano, por la distancia impuesta entre los continentes y por la falta de cumplimiento de palabra de Carlos, Blas había comenzado a odiarlo aunque lo aparentaba por el estado tan crítico de salud de Will.

— Eso creo — fueron las palabras de Blas.

¡My Angel! //Blarlos//CANCELADA. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora