Capítulo 13.

243 38 5
                                    

La mirada de Carlos seguía al frente, se había puesto nervioso en cuanto vio a Blas.

— Blas es un amigo, él va a ser como un sustituto los días que no me pueda presentar...

Cristina siguió hablando y Blas tomó asiento con la vista dando a los alumnos pero la conexión entre él y el rubio nunca se perdió. Había algo especial en sus ojos al mirar a Carlos, no era odio, ni desprecio aquello iba más allá de un sentimiento con malicia aunque Blas no lo quisiera aceptar.

— Carlos... Carlos...Carlos — Cristina interrumpió la conexión de miradas y Carlos nuevamente regresó su mirada al piso —.Levanta el rostro, aún no te has terminado de presentar.

Carlos no quería seguir con aquel sentimiento que estrujaba su desesperado corazón y ahora Cristina lo que mejor podía hacer era dejarlo salir huyendo.

— Me llamo Ca... Carlos tengo diecinueve años, mi mejor amigo se llama David y estoy aquí porque él ha pagado el curso.

<Esto parece más una reunión de alcohólicos anónimos> Pensó Carlos.

La clase transcurrió sin percances para Carlos, Cristina solo había estado pidiendo el material con el que se trabajaría.

La mirada de Blas no se había apartado para nada de Carlos, era como si estuviera viendo a un ángel. Su Ángel. Aquel que venía a sacarle de todos aquellos crueles y malos tragos que la vida le había hecho pasar desde que Rubén empezó a tomar posesión de él como si fuera un objeto.

Una lágrima salió por los ojos de Blas intentando deslizarse por su mejilla pero el joven impidió su paso borrándola de su rostro antes de que alguien la viera. Nunca se dio cuenta de que Carlos le había visto.

Pasados unos minutos de aquel momento de debilidad el timbre de salida sonó y Blas aprovechó para salir rápidamente del aula. Carlos tomó rápidamente sus cosas para aproximarse a la puerta pero Cristina le llamó.

— ¿Qué tal la clase? — preguntó la joven que había notado a Carlos distraído ante la presencia de Blas.

— Muy bien — Dijo Carlos un poco desesperado se moría de ganas por estar con a Blas —. ¿Puedo irme?

Cristina dio un asentamiento y dejó que Carlos saliera.

Blas arrancaba el pasto un tanto molesto mientras pensaba y se maldecía así mismo por no lograr sentir odio contra Carlos. Para él había sido tan fácil dejar de escribir tres meses después de que se fue a México. También el hecho de que llegara así de pronto con David al que tal vez le pertenecía el corazón de su mejor amigo de la niñez.

El sonido de una rama crujir y partirse en dos rompió el silencio en aquel lugar tan tranquilo. Blas se giró un poco encontrándose con Carlos a unos pasos de él.

— Yo lo siento, no pretendía molestarte — dijo Carlos mientras rascaba su nuca.

— No te preocupes. Siéntate — dijo Blas.

Carlos estaba por sentarse cuando su celular sonó mostrando un mensaje.

David

No podre pasar por ti. Te veo en hotel cuando llegues...

<<Claro podría haberme avisado más temprano>> Pensó Carlos.

— Debo irme — interrumpió Blas.

— Am.... Blas sé que no nos hablamos demasiado pero quería ver si podrías llevarme al hotel a decir verdad aún no sé bien cómo llegar— Carlos rascó su nuca nervioso.

— Claro — respondió Blas así aprovecharía para hacer las paces con él.

Tras salir del lugar Carlos comenzó a sentir curiosidad, no sabía nada de Blas después de tanto tiempo lo sentía como un desconocido.

— ¿Y tienes hermanos? — preguntó Carlos, quizá no tuviera como antes.

— No, ninguno por suerte — dijo Blas. Hablaba en serio, si tuviera un hermano no resistiría tanto sufrimiento como él.

— Yo sí — dijo Carlos pensativo.

Aquella respuesta tomó por desapercibido a Blas.

— Cuéntame de él — respondió.

— Cuando tenía quince años mi madre se casó con un hombre del que se enamoró y me presentó a Álvaro, su hijo — Carlos suspiró —. Me llevo muy bien con él, sólo que hace tiempo no nos vemos porque él se fue a Londres.

Blas un poco impresionado por la noticia sólo le regalo una sonrisa a Carlos, una llena calidez y compresión, esa que hace años no le daba a nadie.

— Es el único que me entiende después de David — mencionó finalmente.

Blas se sentía mal, culpable por no haberle dicho antes a Carlos la situación en la que su abuelo Will se encontraba. El rubio estaba empezando a abrir sus sentimientos.

— Yo tengo a mi abuelo Will pero él ha estado mal desde hace unos meses, los doctores no le dan más de un mes de vida, él tiene cáncer.

Blas no quiso herir más los sentimientos de Carlos pero ya no podía guardarse más aquella pesadez que le estaba haciendo daño.

Pronto llegaron a las afueras del hotel con sus cabellos goteando, había comenzado a llover, nadie más dijo nada después de aquélla confesión sólo caminaron bajo la lluvia en silencio.

— Blas. Lo siento — murmuró Carlos.

Carlos le abrazó a Blas con todas sus fuerzas, como si no hubiera un mañana. Y claro que no lo habría sin Will en la vida de ambos chicos era imposible que lo hubiera.

¡My Angel! //Blarlos//CANCELADA. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora