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Llevaba unos días muy silencioso, el rubio no solía comportarse de esa forma, usualmente estaba de buen humor, brincaba de un lado al otro y besaba a Blas con efusividad sin importar quién los mirara por la calle y los criticase. Sin embargo, ahora; su mirada se encontraba apagada, sus labios cerrados en una línea recta y su ceño fruncido. Se encontraban distanciados de la ciudad, en una carretera solitaria y llena de baches, el castaño no se caracterizaba por ser el mejor en hacer elecciones. La mayoría de las veces cuando salía con Dani y Celia se perdían buscando "atajos" como a él le gustaba llamarlos.

Carlos, se encontraba casi recostado en la ventana del automóvil de Cristina, no se había opuesto a la idea de su novio, en realidad ni le había prestado atención cuando este le contó sus planes. Lo único en lo que podía pensar en ese momento y que tanta angustia le causaba era en el trauma que Rubén significaba para la persona más importante que había en su vida. Lágrimas comenzaron a caer por su rostro, el chico intentó hacerse el fuerte limpiando discretamente sus ojos con las mangas de su suéter.

— ¿Está todo bien? ¿Quieres regresar? ¿Quieres qué pare el auto? Carlos llevas unos días comportándote muy extraño, ¿te sientes bien? — preguntó el castaño aún con la mirada en el camino.

— ¡Deja de hacerme tantas preguntas! ¡Estoy bien!

— No lo parece, mírate, llevas todo el camino así ¡callado!

— No tengo ganas de hablar Blas, métete en tus problemas — dijo el menor apenas en un susurro. El castaño detuvo el auto de golpe, estaba molesto y desubicado, no lograba entender lo que le sucedía al rubio. Carlos bajó del auto y nervioso, con los ojos llorosos comenzó a caminar por el concreto.

Unos pasos comenzaron a hacerse presentes atrás de él, era obvio que se trataba de Blas aunque no lo quisiera aceptar.

— ¡Vamos! ¡Dime lo qué pasa!

— Vete a casa Blas o a dónde quieras pero déjame solo.

— Carlos, no todo se soluciona esquivándolo.

— Sólo déjame, necesito estar solo.

— Carlos no te dejaré aquí, iremos hasta la cabaña y ahí aclararemos todo ¿entiendes?

Carlos lo miró y asintió con la cabeza, estaba mal, ahora cómo haría para ocultarle a su chico que Rubén estaba prófugo, cómo le explicaría qué había mentido sobre lo de Will.

Se sentía un completo idiota, había arruinado las cosas una vez más.

Después de un par de horas llegaron a su destino, se trataba de una cabaña situada cerca de un arroyo repleto de agua cristalina. Los ojos de Carlos volvieron a llenarse de lágrimas, se sentía peor que antes, Blas era demasiado lindo con él, demasiado detallista.

Minutos después de que Blas terminó de llevar el equipaje a la cabaña se quedó mirando desde la puerta a su chico, el rubio se estaba sentado frente al arroyo mientras movía sus piernas en el agua. Blas estaba preocupado por él, sabía que el haberse peleado con Álvaro significaba mucho para el menor.

— ¿Te sientes mejor? — preguntó Blas tan pronto llegó con el menor.

Carlos suspiró, el corazón le latía desbocado no imaginaba que Blas fuese a terminar tan rápido de bajar las maletas. Negó cabizbajo y abrazó a su novio.

— Lo siento, solo tengo miedo.

— ¿Miedo? ¿A qué Carlos?

— No puedo contártelo — le susurró al oído y besó su mejilla. Si se lo decía lo mataría.

El día no iba como el castaño lo tenía planeado, habían visto por un par de horas la televisión, habían comido unos emparedados y después Carlos se había marchado a la ducha. Había permanecido ahí por lo menos treinta minutos cuando Blas entró al cuarto de baño.

El menor se encontraba bajo la regadera con los ojos cerrados, sus lágrimas se perdían con el agua. Estaba por cerrar la llave cuando notó un cuerpo detrás del suyo y poco después unos labios recorrerle el cuello. El vello de la nuca se le erizó como era de esperarse, eso mataba a Blas.

— Blas... Yo... Él... Ru...

Sus palabras se perdieron en los labios de su chico, necesitaba hablar con él pero no le iba a ser una tarea fácil.

— No digas nada — susurró Blas mientras le mordía el lóbulo de la oreja.

— Necesito... Ha...

— Déjate llevar, sabes que ambos lo necesitamos.

Era claro que Carlos sabía que lo necesitaban pero el tema era muy importante. No podía seguir ocultándole la verdad al mayor.

— Blas necesito hablar contigo.

— Cuando terminemos con esto... Tendremos ésa charla que tanto necesitas.

Chicas, les dejo un nuevo capítulo. Espero que les guste.
No tengo mucho que decir, las quiero y me haría muy feliz que me dejen sus comentarios y estrellas.
Sólo para interactuar
¿Conocen alguna fic de Blarlos que me puedan recomendar?
Dejen el nombre en los comentarios.

UnaSombrerita

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Una
Sombrerita.💋

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