Capítulo 29.

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Todo se derrumbó dentro del mundo de Celia. Blas le había roto el corazón después de haber pasado una buena noche entre sus besos y mimos.

Carlos se estaba portando de lo más amable con ella y eso le rompía el corazón cada vez más, sabía que todo aquel triángulo amoroso le haría odiarse a sí misma junto con todo lo que le rodea. Celia le miraba a Carlos con pena se sentía tan estúpida al recordar la pelea que había tenido con Blas esa misma mañana.

— Blas— dijo Celia en un murmuro mientras le besaba el cuello. Blas no contestó y rozó sus dedos por los brazos de ella.

— No me importaría quedarme la vida entera así contigo — dijo la joven. Sus mejillas se sonrojaron.

Pero Blas como siempre era el mismo idiota.

— Carlos — susurró sobre los labios de Celia.

Ella le apartó no permitiría que estuviera pensando en él mientras tenían sexo.

— Eres un estúpido. ¡Un marica! — gritó molesta Celia.

— Celia...

— Cierra la boca. Yo me largo no voy a permitir que pienses en un chico mientras follamos.

— Celia, ¿te encuentras bien? — la voz de Carlos la sacó de sus pensamientos. El chico estaba preocupado jamás en lo que llevaba de conocer a Celia le había visto así de mal, distraída, asustada y preocupada.

— No te preocupes por mí — respondió.

Carlos tomó de la mano a Celia y le hizo recorrer Madrid entero para conseguir un autobús. Will siempre le dijo 《cuando te sientas perdido busca un lugar fuera de la ciudad, y no regreses hasta que tengas todo claro》.

Celia sentía los pulmones llenos de oxígeno aún después de tanto correr. Cuando miró a Carlos este le hacía señas para que subieran en ese autobús. El rubio sonrió en cuanto bajaron del autobús, se sentía más animado que nunca, le encantaba aquella plaza con una fuente principal en el centro de muchos árboles y más fuentes.

Celia miraba asombrada el lugar, nunca había estado allí pero el solo respirar le hacía sentirse tranquila, libre.

Carlos miraba desde lejos como Celia jugaba con el agua. Lágrimas comenzaron a surgir de sus ojos se sentía un idiota, estaba molesto por no tener control de sí mismo.

— Carlos — dijo Blas.

— Ahora no Blas. Solo estoy aquí por Dani. Me preocupa, deberías llevarle con una psicóloga.

Las manos le temblaban, estaba muerto de miedo, nunca había visto una crisis así. Bebió de su taza y la llevó al fregadero. Blas se acercó sin autorización alguna, comenzó a trazar caricias sobre sus hombros.

Carlos se giró con miedo, sabía que no se resistiría a los labios tan carnosos de Blas. Los labios de Blas se llenaron con los de Carlos, le tomó por las piernas y lo subió sobre la encimera, lo besó y tocó con necesidad.

— No soy ninguna de tus fichas de juego Blas — soltó Carlos molesto comenzando a apartar a Blas.

— No dije que lo fueras — le susurró Blas al oído.

— Cuando sepas lo que en realidad sientes y te preocupes por tu mejor amigo que está dentro de esa habitación, me buscas.

Y sin más Carlos salió del departamento.

Carlos dejó que una brisa más chocara sobre su rostro para después dirigirse a un restaurante con Celia.

— ¿Qué quieres comer? — preguntó Carlos pero Celia solo repasaba la mirada indecisa por el menú.

— Un emparedado está bien — dijo la chica.

Carlos asintió y pidió. Después de media hora ambos tenían los ojos llenos de lágrimas, Celia no pudo evitar contar lo que había sucedido con Blas y Carlos, él no podía evitar esas ganas de darle un puñetazo al chico por ser tan idiota y pensar en él cuando tenía sexo con Celia.

Más tarde regresaron en el autobús. Celia tomó su camino más tranquila y Carlos solo rogaba por no encontrarse con Blas en el camino o tener una pelea más con Álvaro en cuanto llegara a su piso.


¡My Angel! //Blarlos//CANCELADA. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora