David había despertado con un humor realmente increíble. Odiaba todo lo que tuviera que ver con levantarse temprano, el despertador, el cantar de las aves por la mañana, hasta el olor del café que era su favorito. Se miró al espejo como lo hacía todas las mañanas cuando vivía en México y andaba de novio con Ángela. Encontró que en su rostro había una sonrisa que había desparecido con el pasar de los años, un brillo en sus ojos. Sonrió para sí mismo una última vez y salió del baño. Se dirigió hasta el cuarto de Carlos, le miró y salió de la habitación ya que sabía que el rubio había pasado una mala madrugada por cosas que David ni siquiera se atrevía a imaginar.
En cuanto David estuvo en la sala se encontró con Álvaro, miraba desde el balcón a algún punto en la ciudad.
— Estará bien.
La voz de David era algo que no esperaba escuchar tan temprano, era bien sabido que el chico era un perezoso y ni porque una estampida de elefantes pasara por su cama se levantaría. Álvaro asintió con tristeza en verdad se encontraba preocupado por el menor, la última vez que le vio en ese estado fue cuando estaba encaprichado con Luján un chico del bachillerato.
David se acercó para darle un abrazo.
— Ánimo amigo todo estará bien, Carlos es de corazón fuerte — David le sacudió por los hombros con cariño.
— Lo sé — murmuró por lo bajo.
Después de unos minutos de silencio y una sonrisa David se encaminó hacia las escaleras para ir al piso de arriba. David silbaba una canción cualquiera mientras caminaba por el pasillo hasta la puerta de Cristina. Cuando estaba por tocar una chica de cabello oscuro y piel morena apareció saliendo del lugar.
— Nunca te enamores de nadie de ese lugar todos están locos — le dijo la joven con lágrimas en sus ojos.
— ¿Puedo ayudarte? — preguntó David pero ella negó con la cabeza para después marcharse.
— ¡David! — gritó Cristina subiéndose a su espalda.
— Salió una chica llorando de aquí, ¿es tu amiga? — preguntó.
— Es novia de Blas.
Y después de aquel intercambio de palabras se dirigieron a la sala.
Carlos apenas había despertado, los ojos le pesaban, le dolía la cabeza, estaba cansado. Se arrastró como pudo hasta la ducha.
Después de alistarse Carlos salió con la cámara colgando de su cuello. Cuando levantó la vista para abrir la reja se encontró con Celia que molesta forcejeaba con la cerradura.
— Tranquila, si la tratas mal no cederá — dijo Carlos con una sonrisa sincera. Celia asintió cabizbaja para después moverse a un lado dándole espacio.
— Gracias.
Celia bajó molesta el escalón para después marcharse. Carlos le miró desconcertado, nunca había visto a la chica así. Podía no quererla pero tampoco era de su agrado ver a una chica llorar.
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¡My Angel! //Blarlos//CANCELADA.
FanfictionNadie esperaba lo que estaba a punto de ocurrir.