Capítulo 44.

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Esa misma madrugada...

Desastre, desastre era la palabra que definía las situaciones vividas en aquel día. Todo había empezado con una fuerte discusión entre David y Cristina. Ella pasaba más tiempo con su ex pareja que con el mismo David, y eso le molestaba al chico.

En cuanto dio por terminada su relación con la rubia, salió furioso y destrozado. Caminó molesto hasta su piso, tomó una chaqueta y después le echó llave al departamento después de salir.

El ruido de la ciudad comenzaba tornarse fastidioso, lo único que David necesitaba era silencio, necesitaba pensar y no podía.

Estuvo caminando por horas bajo el cielo estrellado hasta que terminó por sentirse aún más harto de lo que se encontraba antes, pensó por un momento y decidió caminar a un bar cercano del lugar.

La música que sonaba se escuchaba por todo el lugar, era "Sin contrato" de Maluma. David dudó un momento en salir de ahí y regresar al piso que compartía con sus dos amigos pero se lo pensó mejor y camino hacia la barra.

— Un vodka — pidió el moreno mientras se sentaba en un banquillo.

— En un momento — respondió el mesero.

Minutos después de que el mesero entregara la bebida, una silueta apareció frente a él, tapando las luces de colores que se reflejaban en sus ojos.

— Puedo sentarme por aquí — comentó la dueña de la silueta.

— Claro — dijo David e hizo un ademán para que la chica se sentara.

— ¿Cómo estás? — dijo la chica después de unos minutos.

— Estoy mejor, después de ver una belleza como tú...

El moreno arrastraba la voz, ya estaba ebrio, se acercó con lentitud a la chica y depositó un beso en la piel morena de su cuello. La chica giró su rostro y miró al moreno, así acercándose con lentitud a sus labios para besarlos.

Los labios de David eran distintos a cualquiera que hubiese probado, se podía sentir el corazón del muchacho latir desbocado, adrenalina pura y pasión. Tomó la mano de la joven y la besó, no estaba seguro de lo que estaba haciendo o tal vez sí.

Los baños no era un buen lugar para tener sexo, ambos lo sabían de sobra pero la temperatura en ambos cuerpos había subido a un grado excitante e incontrolable. David cargó a la chica y la dejó sobre la barra donde se encontraban los lavabos, sus piernas se enrollaron a los costados del moreno atrayéndolo con desesperación a su cuerpo.

— Por favor bésame — susurró la chica.

El joven chocó sus labios con los de ella y recorrió con sus manos las piernas con tanta necesidad que estallaría de deseo, de placer. Los labios de ella comenzaron a hincharse, David los mordía con desesperación e intensidad.

Aquello se estaba viendo mal, la situación se ponía aún más fuerte.

El momento fue interrumpido por una mujer que entró en el lugar, ella los miró y después siguió su camino como si no se hubiese enterado de nada.

— No puedo hacer esto aquí — susurró David por lo bajo mientras negaba con la cabeza.

La chica lo miró, lo conocía de poco tiempo pero lo suficiente para haberse enamorado de sus ojos sobre todo de su sonrisa.

— ¿Vamos a mi piso? — David se estaba comportando como una bestia un, animal.

La chica asintió, quizá era la única forma en que podía estar cerca de él.

En cuanto llegaron a la habitación de David, él la cargó tomándola una vez más por las piernas, esta vez dándose la oportunidad de sentir las yemas de sus dedos perdiéndose en la suave piel de ella. Chocaron contra el muro, contra uno de los muebles y se besaron a la luz de la luna, como su único testigo.

Cuando David tuvo a la joven debajo de él, acostada en la cama comenzó a dejar besos en su cuello mientras ella los aceptaba gustosa, después se deshizo de su blusa para apreciar la figura de ella. La chica comenzó a sentirse nerviosa, la razón no era que no fuera virgen, ella la llamaba cicatrices de guerra. David, él ni siquiera las notó, sus ojos se habían tornado más oscuros por lo excitante del momento.

— Eres preciosa — le dijo el moreno al oído.

David podía encontrarse embrutecido por el alcohol pero si algo se le daba bien era apreciar la belleza en el momento indicado.

La chica terminó por deshacerse de su ropa, dejándola tirada por algún lugar de la habitación de igual forma que David. El moreno besó un rato más a la chica con intensidad, ella era preciosa, el valle de sus senos, su piel suave del cuello y sus piernas lo eran. Lo son.

Cuando la necesidad del uno por el otro fue demasiada se unieron, no solo cuerpos, también sus vidas y corazones.


¡My Angel! //Blarlos//CANCELADA. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora