Capítulo 23.

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Blas estaba desesperado, Marcus el hombre de las peleas había estado realmente insistente las últimas semanas, a tal grado de que no lo había dejado ni a sol ni a sombra el día en que Will falleció.

— Blas ¿me estás escuchando? — preguntó Celia.

Celia había sido su salvación durante diez largos y desastrosos años. La morena de ojos oscuros había estado en los momentos más difíciles del castaño.

Blas agradecía que Celia haya estado en tantos momentos junto a él; había estado con él cuando entró al turbio mundo de las carreras de motos y peleas ilegales (incluso no le había importado entrar con él), cuando su primera pelea y después de ella, cuando su primera terapia entre otras cosas.

Todo aquello Will no lo había podido evitar mientras estuvo vivo, algo que a Blas le hubiera gustado tiempo después cuando creció y ya no era un chico rebelde.

— Marcus. Me decías que íbamos hacía el ring — la chica asintió aunque sabía cuánto le molestaba a Blas ver a ese hombre.

— Me pasaré por mi departamento y después nos vamos para allá.

La tarde estaba siendo realmente ajetreada, Blas iba de un lado a otro subía y bajaba escaleras hacia su departamento.

Más tarde cuando la oscuridad se hizo presente en la ciudad, Blas se montó en su moto con los brazos de Celia rodeando su torso.

En cuanto llegaron al lugar donde se realizaban las peleas ilegales el castaño se adentró en uno de los cuartos, este era oscuro, había un pequeño estante en una de las esquinas y una banca en medio de la sala.

Blas amaba la soledad, le dejaba pensar y aclarar todas esas emociones que había tenido durante los últimos meses y más desde que Carlos, aquél chico rubio apareció, su mente se había vuelto una tormenta día y noche.

Minutos más tarde Blas estaba sobre el cuadrilátero cara a cara con el idiota de Evan. ¿Acaso este chico no se cansaba de siempre ser vencido, humillado? Un golpe en la nariz fue como terminó la masacre, el castaño había estado realmente violento había perdido la cordura veía el rostro de Rubén en el cuerpo de Evan.

Carlos que sorprendido miró como el gancho derecho de Blas le pegó en la nariz a Evan reprimió un grito lleno de miedo.

Poco después logró ver como Blas se dirigió a un cuarto y rápidamente le siguió para no perderle la pista, dos hombres le impidieron el paso pero se quitaron cuando unos hombres ebrios empezaron a armar alboroto.

Cuando Carlos entró en el cuarto se podía escuchar a una chica gemir algo extraño, había visto a Blas dirigirse solo.

— Blas quiero saborear tus labios — ronroneó la joven con la respiración entrecortada.

Carlos intentó huir, estaba tan nervioso que accidentalmente chocó contra una superficie dura.

— ¿Quién anda ahí? — preguntó Blas, Carlos no respondió — .Sé que estás aquí.

Gracias a la luz que se infiltraba por una pequeña rendija en aquel lugar pronto Blas se pudo dar cuenta de que se trataba del menor. El corazón del castaño dio un vuelco de pensar lo que el menor pudo haber presenciado en ese par de minutos que se dejó enviciar por los labios de Celia. El único escape ene años.

— Déjame a solas Celia.

— Pero Blas...— reprochó la joven.

— Ya te veré más tarde — Blas dedicó lentas caricias al rostro de la joven.

Tras cerrarse la puerta Blas se acercó a Carlos.

— ¿Qué haces aquí? — preguntó Blas molesto.

Carlos intentó responder pero era como si un cable se hubiese desconectado dentro de él.

— Me has seguido — habló Blas más que molesto, estaba dispuesto a hacer que Carlos pagara por todo lo del pasado a pesar de que no sabía que había sido ese sentimiento de hace unos minutos atrás cuando se dio cuenta que era él quien estaba adentro de la habitación.

Rápidamente Blas tomó de los hombros a Carlos, le empujó contra el escritorio y con un estratégico movimiento lo sentó sobre este. Los dedos de Blas ágilmente desabotonaron la camisa de Carlos y sus labios comenzaron a recorrer desde su cuello hasta uno de sus pezones sin compasión, esta no era una escena muy romántica como le hubiera gustado su primera vez pero todo era extrañamente excitante, desde saber que había personas que les esperaban como también les podían escuchar en la parte de afuera.

Un bulto bajo los pantalones del menor comenzó a crearse cuando Blas con su mano izquierda empezó a darle atención en esa zona, sus labios comenzaron a devorar con desesperación los de Carlos, todo aquello era como un sueño del que el de ojos miel no hubiese querido despertar, la cercanía de Blas lo era todo.

Pronto se vieron invadidos por el sonido de una o tal vez más patrullas.

¡My Angel! //Blarlos//CANCELADA. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora