Capítulo 6

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 ¿Pero qué le pasaba? Joder... Le miré levantando una ceja, pero él negó con la cabeza y se fue.

David: ¿tú qué quieres?
Yo: nada, no tengo hambre
Se encogió de hombros. Cogieron la comida y se fueron a la mesa. Bill y Georg empezaron una guerra de patatas. Hasta que una me dio a mí y yo me sumé a la guerra. Al final los 6 teníamos patatas por todos lados, sobre todo Tom, que se le habían quedado en las rastas.
Miré el reloj, las 1O, nos habíamos pasado casi dos horas tirándonos patatitas.
Yo: creo que debería irme.
Bill: si, nosotros también.
David: os llevo a todos en el coche.
Nos montamos en su coche. Yo compartía un sitio con Bill, que era el más delgadín.
Dejamos a Georg, luego a Gustav y después me tocó a mí.
Yo: bueno, hasta otra, encantada.
Todos: adiós.
Llegué a casa y me puse al ordenador, estuve hablando con Nuria por el msn, que era mi mejor amiga.
Después cené y me fui a la cama, que estaba muerta.
El día siguiente me lo pasé comprando ropa con mi madre por ahí.
La semana pasó tranquila... el sábado saldría el single de Tokio Hotel, estaban todos insoportables de los nervios. Eliot no se volvió a meter con ellos, parece que se había acojonado. Tom seguía sin hablarme...
El viernes hubo otro botellón pero no pasó nada especial.
Por fin llegó el sábado. Lo sacarían en el momento de máxima audiencia, que era a la 1.
Los Kaulitz nos habían invitado a su casa a comer y a oír el single. Estaban todos asustadísimos.
Ahí conocí a su madre y al padrastro. Eran muy majos ambos.
Estábamos todos alrededor de la radio, callados, era la 13.04
Bill: ¡¿cuándo sale?! ¡¿y si nos han tomado el pelo?!
Locutor: y ahora, presentamos el nuevo single de una banda que dará mucho que hablar. Son 4 chicos muy jóvenes de Magdeburg y esta es su primera canción Durch den Monsum.
La canción empezó a sonar, todas las madres tenían lagrimillas en los ojos. Y la cara de felicidad de los chicos y David no se me olvidará jamás.
La canción terminó y todos empezaron a saltar y gritar. Nos dábamos abrazos y todo era felicidad. Simone sacó una botella de champán y unas copas para brindar.
Simone: porque os haréis famosos y conquistaréis el mundo.
Todos: bravo!!
Estuvimos cantando, haciendo el tonto. Y cuando nos dimos cuenta eran las 5.30 de la tarde y no habíamos comido.
Simone: bueno, pues ya la cena.
Se fue a la cocina y todos ayudamos a poner la mesa. Vino con un cuenco con una sopa rara. Estos alemanes tienen unas comiditas... Por suerte después hubo salchichas que estaban bien buenas.
Al terminar se quedaron todos por ahí desparramados, unos viendo la tele, otros seguían escuchando la radio. La canción ya había sonado 3 veces, y cada vez daban más información sobre Tokio Hotel. También había sonado en otras radios.
Yo: voy al baño, ahora vuelvo.
Hice pis y al salir me encontré a Tom en la puerta.
Yo: Hola.
Tom: Hola.
Me lo quedé mirando.
Tom: tenemos que hablar. Ven a mi habitación.
Entramos. Tenía las paredes pintadas de azul y mogollón de pósters. Una gran cama en el medio y al lado de la ventana una mesa. Tenía miles de discos.
Yo: ¿qué quieres?
Tom: pues hablar, acaso no lo ves.
Yo: pues sí, yo también quiero hablar. ¿Se puede saber qué cojones te pasó para que no me hablaras así de repente?
Tom: te enrollaste con Gus.
Yo: ¿y?
Tom: pues que me jode.
Yo: esa noche tú te enrollaste con otra también.
Tom: ya... pero no es lo mismo. Yo pensaba que tú querías conmigo. Joder, no te puedes ir enrollando con todo el mundo.
Yo: ¿¡PERO QUÉ DICES?! ¿¡y qué es lo que haces tú?!
Tom: no me chilles. Pero yo soy yo.
Yo: muy listo Tom, muy listo.
Tom: joder, es que... me jodió mucho. Pensaba que querías conmigo.
Yo: pero a ver Tom, tú querías conmigo?
Tom: tal vez.
Yo: y por qué te fuiste con ésa?
Tom: pues no sé, tenía la intención de pasar de ella y volver a por ti, pero cuando hice eso te vi enrollándote con Gus... me volví con la otra y me enrollé con ella.
Yo: vale. Pero no me hablas porque me enrollé con Gus. ¡Es que es muy fuerte!
Tom: lo que más me jodió es que me calentaras toda la semana para acabar con él.
Yo: me estás llamando calienta-pollas?
Tom: no, porque a ellos no se lo hiciste. Solo a mí, joder, esas sonrisas en clase, esos susurros. Coño!
Yo: tienes el ego muy alto. No eres Dios, ¿sabías?
Me di la vuelta y empecé a andar, pero Tom me cogió de la cintura y se acercó a mi oído.
Tom: te equivocas, soy el dios del sexo.
Me mordí el labio para disimular la sonrisa. Estaba bueno y lo sabía, y se aprovechaba de ello.
Intenté separarme, no iba a caer. Quería creer que no iba a caer.
Tom: pero no te vayas. Perdóname vale? Ahora hagamos lo que deberíamos haber hecho hace una semana.    

Lo que nunca imaginaste || Tom KaulitzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora