Capítulo 29

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 Andreas: ya están aquí.
Sentí como un nudo en el estómago y empecé a ponerme nerviosa.
Respira.
Tranquilidad.
A ver cómo estaba el señorito.
Al final elegimos un sofá rojo para 4 y nos lo llevarían al día siguiente más otras cosas tontas.
Cogimos el metro y fuimos a su casa, que Andreas sabía donde estaba.
Kim: ¿aquí?
Andreas asintió.
Yo: ¿qué pasa?
Kim: es el barrio más caro probablemente de Berlín.
Yo: ¿qué te esperabas? Una chavola?
Se rió.
Salimos de la boca del metro y andamos un par de calles.
Andreas: esta casa.
Miramos al cielo.
Sí a cielo.
No, no veía el final del edificio.
Bueno si lo veía.
Mal.
Lejos.
Kim: auch!
Miré a Kim y estaba en el suelo. Me empecé a descojonar y los otros dos se me unieron.
Andreas: tanto mirar al cielo quee...-entre lágrimas de risa.
Tras estar un buen rato tirados por el suelo riéndonos llamamos al telefonillo.
Una voz femenina respondió.
Andreas: soy yo! Andreas!
****: ahh vale. Sube.
¿?
Yo: mmm ¿quién era?
No pude evitar sentir celos... en el fondo esperaba que Tom dijera algo que fuera la excusa perfecta y por la que no pudiera decirle nada.
Andreas y Kim se encogieron de hombros.
Nos montamos en el ascensor.
Andreas: es el ático.
Yo: típico.
Kim: ¿el qué?
Yo: seguro que tiene un ventanal enorme por el que se ve todo Berlín y estarán esperándonos para enseñarnos su preciosa casa y restregárnosla por la cara.
Estaba de muy mal humor.
Kim: ¿qué te pasa?
Yo: nada.
Andreas: bueno si te vas a poner borde mejor no abras la boca.
Le miré enarcando ambas cejas.
Puso los ojos en blanco y las puertas del ascensor se abrieron.
Era un rellano con una sola puerta. Llamamos al timbre y pasados unos minutos Bill nos abrió.
Bill: ¡holaaas! ¿qué tal la nueva casa?
Nos dimos dos besos todos y entramos.
Busqué con la mirada a Tom pero no estaba. Por lo menos en el salón.
Busqué a la chica pero tampoco.
Bill: ¿queréis algo?
Negué con la cabeza. Estaba muy... intranquila e incómoda.
Algo me decía que lo mejor era que me fuera de ahí que bien no lo iba a pasar. Pero no sabía por qué...
Nos sentamos todos en los sofás en frente del gran ventanal por el que se veía todo Berlín...
Típico.
Habían estado mirando lo maravilloso que era el piso pero yo no podía ni quería mostrar interés.
Bill: pues Georg viene mañana que hoy había quedado con una chica.
Andreas: uoooooooh. ¿Quién?
Se encogió de hombros.
Bill: ni puuuuta idea. Pero dice que está muy buena. Nah, se lo pasará bien.
Kim se rió.
Se embarcaron en una conversación sobre el pasado y el futuro...
Nada que me llamara la atención.
Estaba nerviosa esperando ver aparecer a Tom por cualquier lado.
Quería hablar con él.
Andreas me miró y supuso lo que me pasaba... así que me hizo un gran favor.
Andreas: oye Bill, ¿estás solo?
Miró al suelo y empezó a jugar con los pies. Luego levantó la cabeza y fijó su mirada en mí durante unos segundos.
Ninguno salvo él sabía lo que pasaba.
Bill: emmm... esto...
En ese momento se abrió la puerta de lo que supuse que sería una de las habitaciones.
Salió Tom de espaldas riéndose.
Una chica detrás suya.
Tom no llevaba camiseta...
Se rieron... tonteaban.
La chica reparó en nosotros pero poco le importó.
Tom no nos veía.
Hasta que se acercó a los labios de la chica y se giró.
Entonces nos vio a todos mirándole.
Fijó sus ojos en mí.
Hijo de puta.
Tenía ganas de salir corriendo e irme de ahí. A algún sitio donde llorar tranquila y sola.
Pero tenía un orgullo que no iba a ser tocado.
Tom: emm... emmmm...Hola.
Andreas & Kim: hola...
Era una sensación muy incómoda.
Tom: ¿tú te ibas ya no?
***: ¿tan pronto?
Tom: vete.
Eso hijo.
Fóllatela.
Delante de mí.
Demuéstrame lo poco que te importo.
Y después manda a la pobre chica que de nada tenía la culpa a la MIERDA.
La chica miró al suelo y cogió su bolso que estaba a mi lado.
Me miró con un más que profundo odio.
****: y todo por esa...-bufó
Tom: ¡qué te vayas!
La chica pegó un portazo.
Bill: em... esto... sí..
Yo: voy al baño. ¿Dónde está?
Bill: abre esa puerta y hay un pasillo.... La 2ª puerta.
Asentí.
Según cerré la puerta que separaba el salón del pasillo me derrumbé.
Me puse a llorar en silencio.
Si es que me tenía que haber quedado en Leipzig.
Parecía que lo hacía a posta.
Quería fastidiarme. Estaba claro.
Entré en el baño y cerré la puerta con pestillo.
Me apoyé en la puerta y me deslicé hacia abajo.
Hundí mi cara en las rodillas y me puse a llorar...    

Lo que nunca imaginaste || Tom KaulitzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora