VI

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Había dos guardias que apenas tuvieron tiempo de reaccionar cuando se precipitó contra la puerta. Tenía lágrimas en los ojos cuando empezó a golpearla con sus puños con tanta fuerza como era capaz.

-¡Cobardes! ¿¡Dónde queda vuestro honor!?

Aldara no supo cuánto tiempo permaneció gritando, mientras los guardias intentaban apartarla de allí sin recurrir a la fuerza. Finalmente la puerta se abrió y al otro lado apareció el comandante Andros, sudoroso e irritado, quien no tuvo oportunidad de decir una palabra antes de que Aldara poco menos que volaba al interior de la cámara. Los soldados del interior, tan desconcertados como los de fuera, tampoco supieron cómo reaccionar mientras ella se arrodillaba.

Nevin estaba atado a una silla volcada en el suelo. Su cara era un amasijo de cortes y magulladuras. Por la sangre del costado pudo ver que la herida se había abierto, pero una quemadura indicaba que había sido cruelmente cauterizada, con algún instrumento que también había sido aplicado en su cuello.

Aldara se tapó la boca con lágrimas recorriendo su rostro.

-Señora, con el debido respeto, creo que deberíais marcharos.

Aldara alzó la cabeza.

-Obligadme. Ponedme un dedo encima y el rey os cortará la cabeza. -Los soldados se miraron. El comandante estaba atónito- Devolved a mi esposo a su celda. ¡Ya!

Como si hubiera hablado el mismísimo rey, los soldados se pusieron en marcha para cumplir sus órdenes y Aldara los siguió mientras trasladaban el cuerpo inconsciente de Nevin de nuevo escaleras arriba, lejos de aquel sótano infecto.

Había sabido lo que sucedía por casualidad, por haber decidido, tras una larga noche sin dormir, que no pasaba nada por ceder al deseo de volver a ver a Nevin cuanto antes. El guardia del amanecer le había comunicado con rigidez que el prisionero no se encontraba en su celda, y un poco de persuasión había bastado para que le contara el resto.

A partir de ahí Aldara ya sólo recordaba que un frío desagradable se había instalado en su cuerpo.

No se había parado a reflexionar si aquello lo había ordenado su hermano, ni si podría llegar a Nevin, ni si en realidad podría detenerlos; tan sólo pensaba en el dolor que estaría él sufriendo, bajo su mismo techo, infligido por los suyos bajo la más indigna indefensión, y simplemente había echado a correr escaleras abajo.

Guiada por la Diosa, seguramente, pues de otro modo no entendía, ahora que estaba un poco más calmada, cómo no se había terminado partiendo el cuello, tal era su urgencia.

-Aquí está el médico, señora -anunció el carcelero a sus espaldas-. Y el rey os llama a su presencia.

Aldara se volvió hacia las dos figuras de la puerta y se levantó en silencio del lado de Nevin, que seguía sin conocimiento. Tampoco dijo nada mientras salía y se dirigió con toda la entereza de que fue capaz hacia el despacho de su hermano.

Su cabeza giró bruscamente ante la fuerza del bofetón. Aram estaba rojo de ira, respirando a grandes bocanadas y con los ojos muy abiertos.

-¿A quién piensas que pones en evidencia con tus arrebatos? ¡Cría estúpida!

Aldara asimiló el ataque con serenidad, forzándose a contener sus emociones. Bajó la cabeza y no contestó.

-¡Tienes prohibido terminantemente volver a acercarte a la torre! ¿Me has oído?

Ella asintió y cerró los ojos. Se humedeció los labios resecos. Toda la angustia y el dolor que llevaba tanto tiempo reprimiendo pugnaba por salir, y podía sentirlos en su pecho como un cráter a punto de estallar.

-Haré lo que me pidas, hermano, pero por favor, te lo suplico... -Ante la sorpresa de Aram, Aldara se dejó caer a sus pies y las lágrimas al fin empezaron a caer, imparables- Por la memoria de nuestro padre, que lo hizo mi esposo. Te lo ruego, deja que sane y no le hagas más daño...

Aram suspiró y puso los brazos en jarras. Aldara era incapaz de dejar de llorar pues, cuanto más lo intentaba, más parecían sublevarse sus emociones, una vez desatadas.

-Maldita sea, te has dejado deslumbrar por ese desgraciado. Mi propia hermana, reducida a esto. -Se hizo el silencio, roto sólo por los sollozos de Aldara-. Está bien, deja de lloriquear. Voy a contarte por qué no está muerto, a ver si así te calmas.

Aldara alzó la vista y el rey volvió a sentarse en su sillón.

-No ha llegado el rumor de que Setenme no anda muy bien. ¿Sabes algo de su salud, de cuando estuviste en su corte?

Aldara se levantó lentamente del suelo, negando con la cabeza. Había logrado al fin contener el llanto pero, avergonzada, mantenía la cabeza baja.

-Dicen que pasa mucho tiempo en cama y está cada vez más débil. Muchos embarazos, muchos abortos... mucha debilidad ya. Tal vez, y sólo tal vez, no le quede mucho tiempo.

-¿Crees que está a punto de morir?

Aram se encogió de hombros.

-Puede que sí, puede que no. Lo que es cierto es que no tiene hijos, muy a su pesar, por lo tanto si muere pronto...

Dejó la frase en el aire, pero Aldara la terminó por él.

-Nevin será el sucesor.

Aram asintió con una media sonrisa.

-Si resulta que llegamos a tener en nuestro poder al futuro rey de Luminaria se acabó la guerra, hermanita. Jaque mate, literalmente. -Aldara se le quedó mirando asombrada-. Espero pues que dejes de preocuparte ya por ese hombre. Olvida que en algún momento te casaste con él, y dedícate a lo que te corresponde de verdad: ser mi hermana.

Aún en silencio, pues parecía haber perdido lacapacidad de respuesta, Aldara se inclinó y salió del despacho lentamente.

El fuego y la mariposaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora