*Marie*
Me quedé con la mano en la manecilla de la puerta. Llevaba horas reprimiendo cada sentimiento a todo lo que había pasado con Aaron y ahora estaba apunto de entrar en la habitación. Había preguntado por mi, ¿había sido consciente de ello? ¿Realmente me quería ver? Tomé tanto aire como pude y me armé de valor para abrir la puerta y quise salir corriendo nada más hacerlo.
Postrado en la cama estaba Aaron, pero no parecía Aaron. Tenía la pierna derecha en alto, vendada, al igual que su cabeza. Estaba conectado a cables y estaba muy pálido y ojeroso y apenas pudo sonreír cuando me vio entrar, pude notar el dolor que le supuso hacerlo. Me acerqué a él sin saber que decir y me puse a su lado, mirándole.
+Has venido... -su voz era débil y estaba ronca, estiró su mano hacia mi y la cogí con ambas manos. Me senté a su lado en la cama y él hizo el esfuerzo de recostarse un poco, para poder mirarme directamente a los ojos.
+Llevo aquí horas Aaron, no iba a dejarte sólo. Llevo horas esperando a que me dijeran que podía verte. ¿Cómo te sientes?
+Un poco mareado y la cabeza... me duele muchísimo. Además odio estar aquí sin poder moverme...
+Ya, estar quieto nunca ha sido lo tuyo. ¿Te han dicho algo los médicos?
+No, bueno, obviamente tendré que quedarme aquí bastante tiempo. Lo que más les preocupa es mi cabeza pero de momento va yendo bien.
Estuve un rato mirándole sin decir nada, me dolía verlo tan frágil, tan quieto...
+Lo siento mucho Aaron.
+¿Por qué? -se quedó un rato mirándome, intentando averiguar que es lo que se me pasaba por la cabeza en ese momento, y como siempre hacía, lo descubrió- ¿piensas que es tu culpa? Marie, no es culpa de nadie, bueno, es culpa de aquel maldito conductor que iba borracho. Enserio, deja de comerte la cabeza porque no estoy aquí por ti.
Una lágrima empezó a caer por mi mejilla y él, con mucho esfuerzo, levantó la mano y la atrapó, dejando allí su mano.
+Lo siento por todo lo que te he hecho pasar, tú no lo mereces, tu menos que nadie mereces eso.
+Acercate Marie -me senté más cerca de él y apoyé mi cabeza en su pecho. Él empezó a acariciarme el pelo, sabía que eso me relajaba. Era gracioso... era él el que estaba en una cama de hospital y acababa de despertar después de un accidente, y era él el que tenía que cuidar de mi- no debí ponerme así en casa de Johnson, pero entiéndeme, me dolía ver a la persona que más quiero con otra persona, con uno de mis mejores amigos. Mira, no sé que es lo que tienes con Nash y sinceramente, no lo quiero saber. Pero hazme un favor ¿quieres? Hoy seamos sólo tu y yo, como solíamos ser, hoy te necesito.
No supe que decirle, hoy no me salían las palabras, Aaron era tan genial y yo me odiaba por hacerle tanto daño. Pero hoy seríamos él y yo, tal y como me había dicho.
No sé cuanto tiempo pasé allí con él, pero fue increíble, me recordó el por qué me había enamorado de él. A pesar de estar tan débil me hizo reír, me hizo sonreír y me hizo sentir bien, no merecía sentirme así después de todo lo que le había hecho pasar. Al final Aaron se quedó dormido y yo recuperé mi posición entre sus brazos, apoyada en su pecho y me quedé dormida junto a él.
Oí un pitido. Me costó recordar en dónde estaba, Aaron estaba junto a mi, tumbado, pero algo no iba bien. Seguí oyendo el pitido y levanté la cabeza, sin saber muy bien de dónde venía el sonido. Entonces me fijé, me fijé en que a Aaron le pasaba algo, me fijé en que parecía que le costaba respirar y que aquel pitido venía del aparato al que estaba conectado.
Me levanté enseguida, asustada y al borde de un ataque, ¿que debía hacer?
+¿Aaron? Aaron por favor abre los ojos, abre los ojos, quédate conmigo -le cogí la cara con ambas manos, las lágrimas ya corrían por mis mejillas y Aaron no abría los ojos. Salí al pasillo gritando para que viniera algún médico. Esto no podía estar pasando. Enseguida llegaron los médicos y me hicieron salir de allí.
Me quedé en la puerta de la habitación mientras una enfermera venía hacia donde yo estaba.
+Cariño, es mejor que vayas con tus amigos ¿vale?
+No, quiero estar con él ¿qué le pasa? Estaba bien joder -ella me puso una mano en el hombro y me sonrió.
+Están haciendo todo lo que pueden por él... pero quizá no está tan bien como te hizo saber.
Seguí mirando hacia la puerta, ya no se oía el pitido que me había despertado, no se oía nada ahí dentro. Entonces un médico salió de allí y no me gustaba nada la mirada que tenía. Me acerqué a él y antes de poder decir nada, él habló.
+Lo siento nosotros... no hemos podido hacer nada.
En ese momento todo a mi alrededor dejó de tener sentido, todo se paró. Me paralicé, como si ya nada estuviera bien, como si me hubieran arrancado algo dentro de mí.
+No, no puede decirlo enserio, no, él está bien, él está ahí dentro y está durmiendo -quise entrar dentro de la habitación pero no me dejaron. Empecé a patalear y a gritar su nombre, no podía estar pasando, tenía que ser una broma... De repente todo se volvió oscuro.
+Marie, marie, despierta Marie estoy aquí.
Abrí los ojos pestañeando mil veces para poder acostumbrarme a la luz. Los tenía llenos de lágrimas y estaba temblando. Cuando miré hacia un lado allí estaba él, Aaron, estaba a mi lado, estaba bien y no pude evitar abrazarle.
+Eh, cuidado pequeña, aún me duele todo, ¿por qué gritabas? Estas temblando Marie.
+Soñé que tú... dios, fue tan real Aaron, lo sentí todo de verdad, como si realmente te hubieras ido -aún con lágrimas en los ojos me incorporé un poco y lo miré, no quería perderlo de vista y él entendió a que me refería.
+Estoy bien ¿vale? Estoy aquí, contigo y estoy bien, no me voy a ir a ninguna parte -me secó las lágrimas que me quedaban y me sonrió- necesito descansar, estoy muy cansado. No te preocupes de verdad, en unas horas abriré los ojos y más te vale estar aquí cuando lo haga.
Aaron cerró los ojos pero yo no pude volver a dormirme. No quería volver a ver eso, no quería volver a sentir lo que había sentido. Me pasé toda la noche a su lado, viéndole dormir, escuchando su respiración, algo irregular. Al cabo de un rato llegó su madre y me hizo ir a buscar algo para comer, aunque lo único que quería hacer era estar allí con él. Salí de la habitación y me pasé la mano por el pelo. ¿Es que no podíamos tener ni un día tranquilo? Me dirigí hasta la cafetería y pedí un café, esperando a que volvieran para decirme que podía volver a ver a Aaron, eso era todo lo que ocupaba mi mente en ese momento.