Dos

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POV Aimeé

Deberías dejarlo, no soy un experto en estas cosas, pero ninguna mujer se merece que un hombre la trate así.

Pero yo le quiero.

No. Él te utiliza, te tiene como su juguete, si tú me dejaras...

Suena otra vez el maldito despertador, alejándome del sueño. No puedo reconocer al chico, pero siento que lo conozco de toda la vida. A pesar de que es la primera vez que sueño con él.

Se abre la puerta y veo a Ceci tumbándose en mi cama.

—¡Buenos días guapa! —saluda feliz, río.

—Buenos días Ceci ¿Por qué tan sonriente?

—¡Mi hermano viene!

_¿Tienes hermanos? Porque yo que recuerde no...

—Bueno hermanastro. Verás, hace 5 años mi madre se encontró con un buen hombre aquí, tuvieron algunas citas y se dieron cuenta de que para el amor no hay edad y éste les puede dar otra oportunidad... Pues bueno, se casaron... Días después nos enteramos, el hijo y yo. Nos presentaron y desde ese momento congeniamos es unos años mayor que yo. Y también tiene una hermana, los tres nos llevamos de maravilla —la miro sorprendida.

—Al menos has tenido la oportunidad de reconstruir una familia... En cambio mi madre...

—Deja ese tema... Bueno la cosa es que les dije que vinieran a visitarnos, les he contado de ti.

—¿Qué?

—Calma... Sí, y están ansiosos, pero en esta ocasión viene solamente Manuel. Es guitarrista y cantante... Así que viene por trabajo y traerá a sus compañeros a tu restaurante.

—¿¡PERO QUE LES HAS DICHO!?

—Tranquila prima, todo saldrá bien... Ahora a levantarse que hoy es un gran día para vivir —rodo los ojos, así es ella... siempre tiene una frase para iniciar el día.

Me levanto con un bajón de ánimos. Realmente lo que soñé me dejo un poco descolocada... Y más con esa imagen del cartel de Pablo Alborán.... Está tan vivo ese recuerdo, esa imagen. Me atrapa y no sé por qué.

Dejando de lado esos pensamientos, me dispongo a ducharme.

POV Pablo

Hemos llegado a Barcelona, muchas chicas me esperaban en la salida del aeropuerto. Me detuve a firmar discos, a tomarme fotos y a darles un poco de lo tantísimo que me dan.

Subimos a la furgo, mientras los chicos avisaban a sus familiares que habían llegado con bien. Yo sólo reviso mi móvil, viendo los mensajes de mi familia musical. Y no me refiero a mis compañeros compositores y cantantes, aunque yo, humildemente, me considero un músico. Sino a mis fans, a ellos que me quieren, que cuidan de mis canciones y que las hacen parte de su vida.

La pantalla pasa de Twitter a una notificación de llamada telefónica, es mi hermano Salva.

¿Has llegado a Barna? —pregunta con su preocupación característica, me recuerda tanto a mi madre.

—Sí, mamá —respondo sarcásticamente, él se limita a reír.

No digas esas cosas... Diría que mamá te manda saludos, pero ya sabes lo que ha pasado.

—Lo entiendo, pero...

No digas nada, estoy seguro de que las cosas pronto cambiarán.

—No lo creo... Soy un caso perdido —digo con pesadumbre.

Nuca digas nunca Pablo, la vida te puede cambiar solo dándole vuelta a la esquina.

Pasos De CeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora