Cincuenta y ocho

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POV Aimeé

—¿A dónde me llevas, amor? —pregunto extrañada— has aparecido de la nada y me arrastras contigo a quién sabe dónde; por lo menos merezco una explicación.

Después de que Cecilia, Lolo y yo platicamos un largo rato sobre lo que ha pasado en estos meses. Fuimos a cambiarnos de ropa para bajar a cenar. Seguimos charlando y bailamos hasta que llegó la medianoche; donde además de abrazos, Pablo terminó besándome delante de todos.

No pensé que este año terminaría así. Imaginaba que seguiría en las garras de un monstruo, machacándome emocional y físicamente. Pero estoy junto a alguien que solo puedo considerar como un príncipe, sintiéndome amada.

Me siento feliz de volver a encontrarme con mis familia, de poder hablar con ellos sin remordimientos ni reproches y que juntos vemos el porvenir. Si me preguntaran ahora sin imagino el resto de mi vida así, les respondería que sí.

—Es una sorpresa. Además, te dije que después de las doce serías mía —susurra—. Estos días sin ti han sido una tortura, lo único que deseo ahora es abrazarte y besarte hasta el amanecer. 

—Yo también te echaba de menos, pero acabo de reencontrarme con Lolo y Cecilia; me siento mal por dejarlos así —lloriqueo. La única respuesta que siento es unos besitos en mi nuca—. Pablo, hablo en serio.

—Lo sé, pero te necesito y... deseaba estar a solas. No me hagas sentir culpable.

No respondo, voy a fingir que me he molestado para que me diga la sorpresa. Lo que sí me doy cuenta es que me ha subido a un auto, sin embargo, no logro sacarle información. Enciende la radio, yo aún me mantengo en silencio y la música llena ese vacío.

Tendré un sentimiento de incomodidad mañana, porque seguro me preguntarán donde estuvimos y no voy a decirles que Pablo me raptó a quien sabe donde y que, probablemente, pasemos la noche entre las sábanas.

—Mañana me matarán por llevarte pero no me importa. Así que puedes seguir molesta conmigo, en realidad no quiero que te enojes. Perdóname, además luego será complicado regresar a Málaga y pasar unos días aquí.

En unos días empezarán los ensayos del tour y después partirá a América por un par de meses. Tiene razón, hay que aprovechar todo el tiempo que dispongamos.

—Lo siento, olvidé nuestros compromisos. Nos inventaremos alguna excusa —suelto una risilla— pero insisto en que estás loco. 

—Por ti —siento sus dedos deslizándose en mi pierna—. Te quiero. 

—Idiota, me vas a hacer llorar.

Siempre que me dice eso, me deja sin palabras y me hace creer que estoy soñando. Francamente ya no podría imaginarme una vida sin él. Jamás creí que me enamoraría de esta manera y soy feliz.

Al final ese camino de lágrimas me llevó a esta felicidad plena.

—Te lo diré todo las veces que sean necesarias. Porque lo mereces, amor. Gracias por estar en mi vida.

—Te quiero, hoy y siempre. Prometo amarte siempre —no puedo verlo, pero casi puedo presentar que está sonriendo.

[...]

Siento la arena bajo mis pies y el sonido del agua chocando con esta. Debí imaginar que me traería aquí cuando me pidio que me quitara los zapatos. Aunque no entiendo porqué me deja todavía con los ojos vendados. Su cuerpo está detrás de mí, guiándome y diciéndome cosas al oído.

—Te encantará el lugar a dónde te estoy llevando. Es perfecto para pasar el día completamente solos.

—¿Qué te hace pensar en que nos quedaremos todo el día? —siento sus labios recorriendo mi cuerpo.

—Porque no voy a dejar que salgas de la cama —siento calor, se extiende por cada poro de mi cuerpo y elevan mis ganas— ya llegamos.

A la cuenta de tres, me quita la venda y miro maravillada a mi alrededor, no hay nada más que arena a nuestro alrededor y una pequeña cabaña al frente.

Sus brazos envuelven mi cuerpo, volviéndose el ancla de mi realidad, de una dulce realidad.

—Me consientes demasiado —siento el roce de su barba en mi hombro.

—Te bajaría la luna y las estrellas solo por verte feliz. Cambiaste mi vida desde que te vi; todo lo que tengo y lo que soy es gracias a ti.

—Te quiero tanto, amor.

—Y yo a ti, princesita. Tengo más sorpresas para más tarde, pero ahora... vamos adentro.

POV Pablo

La casita no es tan grande, pero lo que me enamoró fueron las vistas a la playa y la priv POV acidad. Ella sigue mirando asombrada mientras yo cierro la puerta.

—¿Qué te parece, mi amor?

—Es hermoso ¿Cómo lo encontraste?

—Un amigo me la ha prestado, aunque si te gusta demasiado tal vez lo convenza de vendérmelo —ella rodea mi nuca con sus brazos.

—Antes de dormir, deberíamos celebrar que empezamos el año juntos —insinúa.

Funde mis labios en su boca, despertando el volcán de pasión que estaba envolviendo mi cuerpo desde hace horas. Mi piel anhela reencontrarse con su piel. El beso se hace más intenso a medida que el calor aumenta, sus dedos se han enredado en mi pelo y mis manos están en sus caderas, resiguiendo su curva hasta llegar a sus pechos.

—Me vuelves loco —jadeo—, no puedo dejar de pensarte.

Mis labios, traviesos, bajan a su cuello dejando en su camino unas leves marcas. Ella suspira y empieza a buscar los botones de mi camisa, quiero que ella tome la iniciativa, que comience a atreverse. Sus manos van acariciando la piel desnuda de mi pecho hasta llegar a mi abdomen, como si fuese la primera vez.

Sigo sin comprender cómo pude estar tanto tiempo sin ella, o más bien, cuánta voluntad tuve para contenerme. Es preciosa, dulce, aunque vulnerable, me moría por curar cada una de sus heridas; cuando lo hicimos por primera vez, sentí una plenitud que jamás había alcanzado con otra mujer.

Y quiero demostrarle lo feliz que soy a su lado, con cada beso, cada abrazo, con cada detalle. Que nunca se arrepienta de haberme escogido.

—Te amo —susurra, justo cuando mi mano roza su muslo— no quiero separarme de ti, quédate siempre conmigo.

El vestido cae al suelo, dejando una espectacular vista de su cuerpo. La acuesto en la cama y adoro cada centímetro de su cuerpo con mis besos y caricias. Diciendo sin palabras que no voy a saciarme de ella, que quiero llegar a mucho más, que si por mí fuera me casaría ya con ella.

No necesito a nadie más, solo a Aimeé.

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