Veintiuno

285 31 5
                                    

POV Pablo

—¿Quién era? —pregunta mi hermana. Acabo de recibir una llamada de lo más rara, ni siquiera contestaron, pero escuché la respiración de la persona. Supongo que me reconoció. Creo que no contestaré de nuevo las llamadas de la casa familiar.

—No tengo idea... no dijo nada, pero tampoco colgó rápidamente.

—Genial, Pablo, ahora te dedicas a asustar a los que llamen a la casa —rodo los ojos.

—¿Qué iba a saber que me iban a reconocer rápidamente?

—¡Dah! ¡Eres Pablo Alborán! Hasta Sofía te reconoce en la radio —mis mejillas enrojecen— reintentaré llamar a esa persona, por favor... aléjate del teléfono.

La fulmino con la mirada y ella sonríe con sorna. La extrañaba, pero en ocasiones como esta... quería matarla. No es nada fácil ser el pequeño de la familia y menos, ser un artista famoso y que tus hermanos te hagan un poco de bullying familiar.

Ignoro las palabras de mi hermana y mejor me voy a la cocina, seguro habrá algo de Nutella, pues tuve tiempo de crearle la adicción a mi preciosa sobrina, Sofía. Y hablando de ellos... está con un tarro y un poco de galletas. Me mira y me llama para que me siente en las sillas del taburete.

—Mamá me había dado esto y me sentó aquí, pero esto no puedo comerlo sola. Te eché de menos, tito —sonrío y cuando me siento junto a ella revoloteo su cabello, aunque ella se queje y la abrazo.

—Te confieso que a ustedes son los que más extrañé, pero no le digas a tus padres, ni a tu tío Salva, ni a tus abuelos.

—Tampoco le digas al tío Salva, pero tú eres el mejor tito —reprimo una risa. A pesar de todo, sigo siendo el mejor— ¡A comer!

—¡Yai! —exclamo, ella me explica el método (porque sí, tiene un ritual con pasos precisos para comer las galletas con Nutella) y me empieza a platicar de lo que ha pasado, con ella, en este tiempo. Especialmente en la escuela y también sobre la llegada de Bruno, el primito más pequeño. También de que ha llegado a la edad de no prestarle las muñecas a Elisa, su hermana menor. Creo que tendré muchas aventuras en este poco más de una semana.

Minutos después viene mi hermana con un gesto algo molesto... creo que ha visto que la he consentido de más. Así que, antes de que la bomba explote, le quito el tarro y guardo las galletas, bajo a la pequeña y la invito a correr a mi estudio.

¡Pablo, ven acá! —llegamos a mi estudio, nadie entra aquí más que Trampi y mis sobrinos. Cierro la puerta y nos empezamos a reír por la travesura que acabamos de cometer.

—Eso estuvo cerca... llevo menos de dos horas aquí y ya me he ganado un regaño de tu mamá —suspiro.

—Lo siento, tito. Es mi culpa, es que estaba emocionada porque por fin te tengo aquí —me abraza y la subo para cargarla entre mis brazos— no miento cuando digo que te extrañé.

—Ni yo a ustedes —beso su frente—. Te quiero enseñar unas cosas que he preparado para el próximo disco.

—¡Woah! ¡Quiero escucharlo! —exclama dando brinquitos— pero tengo que confesarte una cosa... alguien más entró aquí.

POV Aimeé

Aún sigo sorprendida de que me haya contestado Pablo, se supone que no podía hablar con su familia por las diferencias que tienen. Será que ellas me hicieron caso y trataron de hacer las paces. Sea cual sea la respuesta, me alegra que él haya logrado acomodar su vida. Me siento un poco tranquila.

De repente suena el teléfono y contesto, esta vez es Casilda.

Lamento que el idiota de mi hermano haya contestado. No sabía que me fueras a llamar tan pronto.

—No te preocupes, a la próxima te llamo al móvil. Sólo no lo dejes en cualquier parte —empieza a reírse— pero eso me forma una duda ¿Ya hicieron las paces con él?

Sí... llegó esta tarde a casa. Se ve muy arrepentido, estuvo en la India estos meses y... está cambiado, demasiado cambiado. Incluso habló de ti —ahogo una exclamación— dice que gracias a ti ha pensado las cosas y... que por ello fue a encontrarse consigo mismo. Acaba de volver a España.

—Me alegra mucho que haya recapacitado, además de haber contribuido. Espero que el karma sea bueno conmigo de aquí en adelante.

Estoy segura de que sí... ¿Y bien para qué deseabas llamarme? —le comento sobre lo que ha pasado estos días, se emociona al enterarse que tengo el trabajo por el que había venido a Madrid y también le pregunto sobre alguna psicóloga que conozca en esta ciudad para poder concertar una cita—. Me alegra mucho de que quieras salir adelante. Él no debe derrotarte de esa manera, tú eres una chica maravillosa. Has reunido a una familia, eres una gran amiga y una buena tía, si me permites decir. Mereces lo mejor y por eso tienes que quitarte todos esos miedos. Porque no todos los humanos somos así. Tienes derecho a ser feliz.

—Muchas gracias, Casilda. Te aprecio mucho y no sé cómo pagarte por todo lo que has hecho por mí, me regresaste a la vida. Ustedes me hicieron volver a vivir.

Sí tienes cómo pagarme —me sorprendo—. Quiero que vayas con la psicóloga y que te esfuerces mucho en el restaurante. Pronto iré a Madrid para visitarte y te quiero ver feliz. Y una cosa más... me gustaría que ustedes se volvieran a ver.

—¿Quiénes?

Pablo y tú —no contesto— sé que no quieres encontrarte con personas del pasado. Pero él es distinto, jamás sería capaz de hacerte daño.

—Él... me defendió dos veces de Daniel. Pero pensé que era eso lo que estaba arruinando la relación. La última vez que nos vimos, le grité que me dejara en paz y que no se metiera más en mi vida. Cuando me enteré que tú eres parte de su familia, me sentí extraña. Pero sabía que ustedes no se llevaban bien. No sé si estoy preparada para volver a verlo.

No te preocupes, estará fuera por un mes pues tiene que grabar disco. Tienes tiempo para asistir a terapia y darte cuenta de que no todos los hombres son malditos y... que vuelvas a ser una chica normal.

—Las cosas no se resuelven en un mes. Te pido que no hagas ese tipo de comentarios —la escucho suspirar.

Vale, pero prométeme que irás a consulta y que después volverás a ver a mi hermano.

—Casilda...

—Te lo ruego.

—Está bien, lo intentaré —después empezamos a platicar de otras cosas, luego de 15 minutos, nos despedimos y cuelgo. Suspiro levemente.

¿Qué es lo que acabo de aceptar?

POV Pablo

Me mira triste, como si la fuera a regañar. No digo nada, sólo le indico que se siente y me diga qué es lo que pasó y quien fue esa persona.

—Pues... es que... un día vine aquí. Era un poco más de media noche. Era uno de esos días en los que te extrañaba mucho... así que decidí venir y ella estaba aquí. Me quedé sorprendida, dice que algo la llamaba a estar aquí. Le comenté que este era tu estudio. Después de un rato, nos fuimos. Pero le pedí que fuera mi tita y cuando se fue a Madrid me prometió que estaría en contacto conmigo.

—Ya... no te preocupes por lo que pasó, pequeña. Al fin y al cabo no estaba aquí. ¿Cómo se llamaba la chica?

—¡Aimeé! —me levanto bruscamente de la silla. Ella se asusta. Camino por el estudio, no puede ser, son demasiadas coincidencias ¿Y si es ella?

Los únicos que me pueden dar una respuesta son Casilda y Salva. Tengo que saber si es la Aimeé que conozco, y tiene que ser antes de que me vaya a Los Ángeles.


Pasos De CeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora