Cincuenta y siete

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POV Aimeé

A pesar de la triste despedida de Marco, la mañana continuó siendo maravillosa, las niñas no querían separarse de mí y Pablo fingía estar molesto por eso. Aunque luego me susurró que a partir de las doce de la noche, iba a ser sólo suya. Eso debería emocionarme, si no fuera por lo que implica llegar a esa hora.

Miedo, temor e incertidumbre es lo que siento al pensar que, en cualquier momento, van a llegar Lolo y Cecilia; que me verán y tal vez me reprochen por estar tanto tiempo lejos de ellos, además de que le recriminarán a mi novio por haberme ocultado todo este tiempo.

Aunque, para ser sinceros, necesitaba más tiempo a solas.

Al caer la media tarde, estaba decidida a ayudar con el acomodo de las mesas y sillas o, por lo menos, cocinar el postre, pero Helena no quería ni oír hablar de ello, por lo que le pidió a Pablo llevarme lo más lejos posible de la cocina. Así que ahora estamos a orillas de la alberca, jugueteando el agua con nuestros pies.

—Supongo que cuando vivías aquí, mamá te hacía ayudar con las labores de la casa —asiento—, pero cuando eres una invitada, no te dejará por nada del mundo que entres a la cocina. Lo siento, ella es así.

—Lo siento, es que estoy muy nerviosa por la cena. Ver a mis primos después de casi un año sin verlos... —suspiro— han pasado demasiadas cosas.

—Sí, me siento más viejo —empiezo a reír. Él ¿Viejo? No lo parece si vemos su cuerpo y lo que hay debajo de la ropa—, mi amor, tienes que calmarte. Sabes que estaré contigo ¿Verdad?

—Por supuesto... lamento causarte tantos problemas.

—No es nada, me alegro mucho de que mi familia te haya encontrado. Ellos entenderán lo que pasó, no debes sentir vergüenza. Daniel fue quien te hizo daño, quien te humilló y te hizo pedazos. Eres una guerrera por levantarte, luchar y salir adelante. Eres una gran mujer, por eso y mucho más. Estoy orgulloso de ti.

—Pablo... me vas a hacer llorar —susurro. Sonríe y me abraza fuerte. El aroma de su colonia impregna mi nariz y me refugio aún más en él— te amo.

—Yo también, amor. En serio, solo nos quedaremos media hora después del brindis y te llevaré a uno de mis sitios favoritos. Quiero estar completamente a solas con... —el sonido de su celular nos interrumpe—. Si es Hope, prometo que le quitaré el bono por año nuevo.

Suelto una ruidosa risa mientras Pablo mira su teléfono. La idea de estar a solas con él, a saber Dios donde, me excita. Desde la primera noche que vivimos juntos, ha sido un sube y baja de emociones. Me gusta vivir de esa manera, más si es con él.

—¿Pasa algo? —le pregunto al ver que aún no suelta el IPhone.

—Era un mensaje de Lolo. Dice que llegarán en... media hora.

—Supongo que ya no se puede retrasar lo inevitable. Tendré que —suspiro—, bueno, pues toca esperar.

—Estaré contigo en todo momento —besa mis manos—, te dije que a partir de ahora afrontaremos todo juntos y así será —a medida que los minutos avanzaban, Pablo hacía hasta lo imposible por distraerme y, la verdad, es que por instantes lo lograba. Sin embargo, los nervios estaban latentes.

Llegaron mis primos, tal como lo habían avisado. Helena los recibió mientras que yo me escondía en la cocina. Pablo se dio cuenta de ello y me arrastró hasta la sala, donde ya estaban sentados a espaldas de nosotros.

—Deja que los salude yo y les explique un poco, así te preparas para verlos.

—Los estoy viendo y... tengo un nudo en la garganta.

Pasos De CeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora