Once

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POV Aimeé

—Gracias —respondo al ver que la mujer, cuyo nombre es Casilda, me ofrece un café.

Hace media hora que estoy en su casa. Estuve renuente por un rato a acompañarla porque no me parecía bien. Suficiente me había sido que el hecho de que me trajera a la ciudad. Resulta que Daniel me tenía secuestrada en una casa ubicada en un terreno baldío, justo a las afueras de Málaga Capital. Casilda vive en Benalmádena, que está a 22 km al suroeste.

Estamos en la cocina. La casa es muy amplia, la sala y la cocina son muy grandes para ser sólo una mujer quien viva allí. El jardín es exquisitamente precioso, lleno de flores típicas de la región. Al fondo, diviso una alberca y un muro verde, que es la quien separa el hogar de ella del vecino. Es un sitio muy cálido... por primera vez en casi siete meses... siento paz.

Un pequeño piano se asoma en el salón. Nunca he sentido tanta nostalgia por un instrumento, pero ese piano ha sido el pasaporte a despertar recuerdo. El calor de su cuerpo contra el mío. Su mirada dulce y sus ojos cafés suplicándome que no me dejara llevar por Daniel. El sonido de su voz cuando canta y la fuerza con la que interpreta sus sentimientos en las canciones que compone. O al menos las pocas que conozco de él.

Los recuerdos de mi prima tirándome almohadas para que despertara a prepararle el desayuno. Nicolás siempre halagándome y soñando que algún día cocinaría para uno de los mejores restaurantes de España.

Lástima que dejé perder todo lo que tenía.

Lo extraño de todo, es que mi primer pensamiento en cuanto vi ese piano fue él.... ¿Qué será de su vida?

—¿En qué piensas?—pregunta al notar que estoy perdida en mis pensamientos.

—En lo que he perdido—susurro con tristeza.

—Te entiendo—dice con la mirada triste— hace dos años que mi hermano no visita esta casa.

—¿Por qué?

—Ahora... —una lágrima corre por sus mejillas— me parece una estupidez el motivo.

La abrazo. Un silencio abrumador se siente aquí y lo único que compone este momento son las miradas de tristeza de ambas y uno que otro sollozo.

—Era el mejor hermano del mundo. Un hombre que daría lo que sea por su familia y hoy... ya no está—solloza.

—¿Él....?

—No... pero..., por nuestra culpa, ha decidido seguir su vida sin nosotros. Lo único que sé es que llama a mi otro hermano, Salvador y él les pasa recados que deja a mis hijas. Lo echan tanto de menos. Pero dejemos ese tema aparte—sugiere mientras limpia sus lágrimas con el dorso de la mano—. Dime... ¿Cuál es tu historia?

El dolor se instala en mi pecho, no sé qué decir... el infierno en el que viví por siete meses es difícil de explicar, tengo miedo de muchas cosas... creo que incluso siento miedo de los hombres... el sólo recordar la forma en la que él me hacía suya provoca temblor en mi cuerpo, las marcas que quedan en mi piel son un recuerdo de lo cruel que puede ser a veces creer en las personas... porque ellas terminan decepcionándote y no sólo físicamente, sino psicológicamente.

Le cuento a duras penas lo que me ha pasado desde que me fui del departamento de mi prima para vivir con Daniel, la vida que antes tuve... los sueños que tenía. He llorado por más de una hora mientras que, mi nueva amiga, me abrazaba diciendo que este infierno había terminado.

Pero es que el verdadero infierno va a empezar... porque mi fe se perdió. Mis esperanzas se esfumaron... ahora lo que queda son los pedazos de una mujer que alguna vez vivió. Quizás seis meses no es tanto tiempo. Pero para una persona que vivió entre golpes, relaciones forzadas y las amenazas constantes de que nunca podría irme.... la última amenaza antes de poder escapar de sus garras.

Estoy muerta en vida... y no sé si voy a revivir.

Barcelona, España.

POV Pablo

—Por favor... ayúdame.... —susurra una voz femenina.

—¿Quién eres? ¿En qué puedo ayudarte?

—Sálvame de esta agonía... por favor

Su silueta se desvanece frente a mí y corro hacia dónde, se supone, está ella pero en realidad, es un espejismo.

—¡Pablo!—exclama una voz. Es Cecilia, quien tiene los ojos llorosos.

—¿Qué es lo que pasa? —expreso asustado. Veo que caen lágrimas en sus ojos y me abrazo a ella.

—Han decidido que no tiene sentido seguir investigando la desaparición de Aimeé... ¡Cerraron el caso Pablo!—el alma se me cae a los pies. No es posible... ella hace meses que se fue de Barcelona, no se sabe si a voluntad propia o forzada. No hemos contactarla y ahora la policía cree que esto no tiene sentido ¿Acaso nadie nota que ese hombre era un posesivo con ella?

Todo se nos cae a pedazos... y ahora no sé qué hacer para ayudar a Lolo y Ceci.

¿Dónde estás Aimeé?

POV Aimeé

—Debes retomar tu vida—concluye Casilda—. Llamaré a un médico para que te revise e irás con un psicólogo, no puedes quedarte muerta en vida. Yo estaré contigo. Aquí tienes una amiga.

—No quiero ser una carga para ti.

—No digas eso... nunca más digas que eres una carga. Mi familia y yo te acogeremos... cuando te sientas mejor... podrás decidir sobre si quedarte en Málaga o...

—No voy a regresar a Barcelona—sentencio—. No quiero poner en peligro a mi familia. Bueno a mi única familia.

—Pero...

—Sólo... quiero que estén bien... él me va a buscar y...

—Lo denunciaremos con la policía. Iremos más al rato—se levanta y toma un teléfono—. Pero si no vas a Barcelona... al menos tienen derecho a saber que estás "bien".

—No... Casilda ellos...

—Tienen que saberlo... si quieres lo de Daniel no. Pero por lo menos que estás viva.

Suspiro... agarro el teléfono y lo juego entre mis manos... tiene razón. Deben saber que aún existo.

Marco el número del departamento de Ceci y suena dos timbres cuando alguien contesta...

—Soy yo... Ceci... Aún estoy aquí

—¡Aimeé!—no puede ser... su voz... Decido colgar.

No puedo... tengo miedo. 

Pasos De CeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora