Treinta y nueve

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POV Marco

Ella es hermosa, especial y con una profunda herida. No pensé que llegara a colarse tanto en mis pensamientos. 

La conocí porque Casilda, una vieja amiga, me pidió una oportunidad para que ella trabajara en mi restaurante, en lo que se estabilizaba económicamente. Eventualmente me di cuenta de que había algo mucho más que eso, Aimeé tenía problemas más fuertes. Trataba de acercarme, conocer todo sobre ella, sobre su pasado, su presente y su futuro. Poco a poco, dejó que entrara en su vida para convertirme en su confidente; me sentía especial por ser el primero que atravesó el muro que había creado. 

Pero no contaba con la llegada (o más bien, el regreso) de Pablo Alborán a su vida. 

Algo había pasado entre ellos, alguna conexión existía y, al parecer, era tan fuerte que ella tenía miedo a un reencuentro y de hecho, se sentía levemente cohibida con la familia Moreno. Pretendía estar lejos de lo que la atormentaba y la vida la sorprende con el hecho de que la hermana de Pablo fue quien la salvó. 

La conocía más y más, hablamos largamente hasta que, sin saber cómo ni cuándo, me enamoré de ella. Anhelaba ser yo quien la ayudara a creer de nuevo en el amor. Ser quien la cuidara, la mimara y la hiciera feliz. Me moría de ganas de declararle mis sentimientos, sin embargo... ella prentende hacer la locura de estar en una relación con él, en una sin amor y no podía permitirlo. Por eso la besé, era mejor que le diera mi amor a que se metiera a un juego en el que sólo va a perder. Le supliqué en silencio, con mis labios a que lo intente conmigo. Sólo conmigo. 

Pero me rechazó. 

Pero no quiero rendirme, no quiero que sufra. Así que decidí regresar, necesito decirle mis sentimientos, sin importarme qué. A medida que llegaba a su piso, la ansiedad me consumía, sentía ganas de huir, pero me armé de valor y decidí seguir. 

Se abre el ascensor, veo a un hombre abrazando tiernamente a una mujer. Él le susurra mientras acaricia su cabello, están tan juntos que no se nota quien es. Para no interrumpir su momento, decido pasar a un lado sin que ellos se den cuenta.

Sin embargo, al pasar a un lado escucho la voz de ese hombre: es Pablo. La mujer solloza y él sigue diciéndole cosas para que ella se relaje y lo logra pues escucho su risa, la de Aimeé.

Me niego a creer que sea ella quien está entre sus brazos. Finjo un ataque de tos y ambos se sueltan; me ven, no hay nada más que decir.

—Lo... lo siento —murmuro incómodo. Ella se acomoda su cabello, evito quedarme embelesado— es que tenía algo importante a Aimeé. 

—¿Qué pasa, Marco? —pregunta ella. Pablo me mira receloso, seguro que le contó que nos besamos y no le agradó la idea, es igualmente correspondido. No soporto que él la toque. Pero, por ahora, no puedo hacer nada al menos no con él cerca.

—De todas maneras, podemos hablarlo mañana. Creo que estás muy ocupada en este momento. 

—Vale... —titubea— si quieres ven a mi departamento. 

—Está bien —sonrío falsamente—, hasta mañana. 

Me voy rápidamente de allí, no iba a aguantar más tiempo. Él la tenía en sus brazos y quien sabe qué cosas se habrán dicho, me estoy muriendo de celos. Pero no voy a permitir que Pablo juegue con ella. Puede hacerlo con quien quiera, pero con Aimeé no.

POV Aimeé.

Regreso al departamento con Pablo, aun con las palabras de Marco en mi mente ¿De qué quiere hablar conmigo? No pienso desistir de mi relación con Pablo, no cuando me ha besado y mimado de una manera tan tierna.

Pasos De CeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora