Ocho

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Abril, 2014

Madrid, España

POV Pablo

—¡Ayúdame! —exclama una mujer— te lo ruego, sálvame.

—¿Quién eres?

Ella, la que no has podido olvidar...

—Por favor... sácame de este infierno ¡POR FAVOR!

Me levanto enaltecido por ese sueño, he tenido ese mismo sueño desde hace dos meses. Específicamente desde que me fui a Los Ángeles. Las cosas en mi vida han ido mal. A pesar de que la parte profesional va viento en popa y ya estamos en preproducción para sacar el disco que está fijado para el mes de noviembre. En lo personal todo está de revés, he seguido acostándome con mujeres, irme de fiestas... nadie tiene la culpa de esto más que yo.

Salva sigue comunicándose conmigo y ahora parece que quiere sumar a esta lucha Casilda, mi otra hermana, aunque sigue reticente a mi estilo de vida. Salva me insiste en que vaya a Barcelona, a que vea a Cecilia. Sí, le conté de mi enamoramiento fugaz de Aimeé... o al menos eso es lo que quiero creer. Pero por alguna razón su nombre sigue dando vueltas en mi cabeza.

Voy al baño y veo mi rostro, estoy agotado... después de soñar con ello me cuesta de nuevo dormir e incluso paso noches en vela debido a ello. Soñar con aquello despierta en mí varias preguntas. No sé mucho de Cecilia porque no quise saber lo feliz que puede estar Aimeé con su novio. Me dolió, no por el orgullo sino porque sentía que ella podía hacer un cambio mayor en mí; en una noche devolvió a aquél Pablito que soñaba con grandes cosas.

Decido buscar un vaso de cola cao para calmar la ansiedad o lo que sea que tengo, son más de las tres de la mañana y, la verdad, siento que no voy a poder dormir más. Decido revisar mis redes sociales... me he dado cuenta que pase lo que pase, siempre encontraré mensajes de buenos deseos, de que me extrañan, esta familia que se ha construido con la música es la que permanecerá siempre, estoy muy agradecido con ellos y siento la necesidad de devolverles tanto cariño que me dan y se las doy por medio de canciones sobre todo en conciertos que pronto volverán... en unos meses tendré la reunión para definir las fechas de la gira.

Después de revisar mis cuentas de Twitter e Instagram, veo unos vídeos en YouTube y de repente empiezo a sentirme como alguien común, es increíble que a estas horas pueda ser yo de alguna forma u otra. Gracias a eso el sueño invade mi cuerpo y me retiro a la cama a dormir.

Despierto con pesadez, la verdad es que a pesar de que pude conciliar el sueño, la sensación de que debo proteger a la mujer que me hablaba en mis sueños. Son las diez de la mañana, hago un poco de ejercicio y me meto a la ducha, para después desayunar.

La rutina asesina, la soledad es pésima consejera y las malas decisiones te destruyen. Todo esto me ha llevado a ser alguien que detrás de las luces se convierta en nadie. Que no tenga a alguien que sea su fuerza, su pilar.

Suena el timbre de mi casa, extrañado, voy hacia la puerta y me encuentro con Lolo. Que me mira con tristeza.

—Te ves fatal ¿Qué pasa?

—Asuntos familiares.

—¿Tu padre?

—No, es sobre mi prima Cecilia. Es que... ella... no lo pudo evitar y me mintió ¿Por qué lo hizo?

—¿Qué cosa? Lolo, necesito que te calmes para que me puedas explicar lo que ha pasado.

—Espero que no te molestes por lo que diré. Se trata de Aimée.

—Lo que me importa es que te desahogues.

—Gracias macho —respira hondo— Aimée se fue con su novio desde hace 6 meses y Ceci no sabe nada de su paradero.

—¿Qué?

En algún rincón de España

POV Aimée

—¡Despierta! —gritan y yo tiemblo de miedo. Otro día, no quiero abrir los ojos, no quiero esta realidad. Escucho pasos que se acercan a mí y susurra—. Será mejor que despiertes amor ¿O es que quieres verme enojado?

Su voz, aquella que amaba ahora es sinónimo de miedo, el pánico me invade ¿En qué momento pasó esto? ¿Cuándo empezó a convertirse todo en un infierno? Si tan sólo pudiera volver el tiempo y haber hecho caso a todos los que me advirtieron sobre él.

Han pasado seis meses desde me atreví a irme con él a su departamento en Barcelona. Los primeros dos meses fueron increíbles, se comportaba como aquella persona de la que me enamoré, pero de repente un día cambió. Empezó a ser más celoso, posesivo... evitó que mi prima me visitara y al cabo de unas semanas nos fuimos de ese departamento. Desaparecí sin dejar rastro, me quedo en casa porque él dice que me escaparé si me deja salir.

Una noche llegó muy borracho a la casa, quería hacer el amor (si es que a eso se le puede llamar así) conmigo, yo me negaba por todos los medios, pero él estaba insistente y allí es cuando llegó el primer golpe, luego otro y en medio de lágrimas y sangre me hizo suya a la fuerza. Lloré esa noche.

He tratado de ser dócil para evitar otra noche como esa, pero lo único que he podido conseguir es que no me toque de esa forma, pero pequeños moretones en mi cuerpo delatan mis intentos fallidos. Abro los ojos y su aliento a alcohol choca contra mi cara.

—Así me gusta cariño, ahora prepárame algo de comer porque tengo mucha hambre.

—Sí... sí.

—Un besito por favor, hermosa —me levanto para evadir su aliento, me toma del brazo— ¡Dije que me des un beso! —me pega a su cuerpo y a fuerzas deposita un beso en mis labios, mientras acaricia bruscamente mi cuerpo. Me separo de él.

—Tengo que hacerte el desayuno —espeto.

—Bien, te espero —le preparo algo rápido, para que se vaya. Minutos después baja a comer y me obliga que lo acompañe. En estos meses no he salido de casa, así que no tengo ni la más remota idea de dónde esté.

—¿Y qué tal todo? —pregunto nerviosa, con algo de suerte pueda conseguir un poco de información.

—Me alegra que lo preguntes cariño, en una semana nos vamos a mudar.

—¡Qué!

—¡No alces la voz! —exclama— es por cuestiones de trabajo, es una lástima que tu querido Lolo y Cecilia no sepan dónde estás. Creo que hasta el Alborán ese le hubiese dado gusto saber que estuviste en Málaga por tres meses.

—¿Todo este tiempo...?

—Si linda, estuvimos en Málaga y bueno ahora tendremos que irnos a otra ciudad... lástima que no te hayas encontrado con tu viejo amigo —se levanta y me toma fuertemente de la muñeca.

—¡Daniel, me lastimas! ¿En qué te has convertido? —aprieta aún más mi muñeca— ¡Daniel!

—Es que... así siempre he sido así, digamos que cambié un poco para tenerte, pero después conociste al verdadero Daniel y con ese vas a convivir el resto de tu vida.

—¡Suéltame! —gimo de dolor.

—Por ahora, porque tengo que terminar los trámites de mi traslado. Nos vemos por la noche —cierra la puerta y me deja nuevamente encerrada. Mis lágrimas no tardan en aparecer ¡Cuánto me he equivocado! Si tan sólo hubiese escuchado a los demás, incluso a Pablo... probablemente la historia sería distinta. No tengo salida, no sé qué puedo hacer. Tengo que encontrar una forma de escapar de él, antes de que me mate.

Pasos De CeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora