Treinta y tres

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POV Aimeé

No puedo creer lo que ha pasado. He invitado a Pablo pasar la noche conmigo (lo digo porque seguramente me dirá que si se quedará) y me pone nerviosa. El corazón me va latiendo a toda velocidad desde que me despedí de él en la cafetería, mientras sonreía susurrando un "nos vemos en la noche".

Llego al departamento con algo parecido a mariposas a mi estómago. La misma sensación que sentía el día en que lo conocí. Había pensado, mientras volvía a casa, pedirle consejo a Casilda. Siento que mis nervios no pararán, pero no daré vuelta atrás.

Pero ya Casi ha hecho demasiado por mí, así que decido no llamarle. Esto lo tengo que enfrentar yo y solo yo.

Enlisto los ingredientes que utilizaré para preparar la cena y arreglo el departamento.

¿Qué ropa me pongo?

Apenas me percato de la hora, con las prisas que llevaba por hacer todo lo demás y ni siquiera me enteré de la outfit que usaré esta noche.

Ni siquiera tengo idea de a qué hora vendrá.

Voy viendo en mi guardarropa algún vestido que pueda ponerme cuando suena mi móvil. Lo tomo en medio de mi crisis, es un mensaje y el remitente hace que me altere aún más.

Nos vemos a las 8, preciosa ¿Te parece?

Reviso la hora en el reloj ¡Falta media hora! Maldita sea, no puedo más con mi ansiedad. Tomo lo primero que veo y corro al baño, me visto en tiempo récord. La cena estaba lista, yo estaba lista, con algo de nervios, pero bueno, eso ya estaba desde antes.

A las 8:10 suena el timbre. Abro la puerta y siento que el aire me falta al verlo. Una simple saco negro, camiseta blanca, pantalones del mismo color que el saco. En una mano tenía una botella y del otro un maletín pequeño.

-Lamento la pequeña demora, pero es que no sabía qué traer -me entrega la botella- es vino blanco, espero que acompañe a la cena.

-Ehmm... si claro, pasa -sonríe tímido. Nuestras miradas se encuentran y sus ojos me vuelven a atrapar-. Gracias por aceptar la invitación.

-Al contrario, gracias por darte la oportunidad de avanzar. Estás preciosa, Aimeé.

Mis mejillas se ruborizan. Le invito a que pase a la mesa, él se niega a hacerme caso y me acompaña a la cocina. Se sienta en uno de los taburetes.

-Huele delicioso.

-No es la gran cosa.

-Todo lo que prepares es asombroso -volteo la mirada hacia las alacenas para buscar los platos.

Es un experto en preparar ilusiones.

-Estás muy guapo hoy -cambio el tema mientras sirvo spaghetti con cerdo y manzanas. Él se ofrece para servir el vino.

-Muchas gracias, francamente esto fue un look rápido. No podía hacerte esperar, no vaya a ser que después te retractaras.

-Nada que ver, la verdad es que tienes razón. Somos diferentes a aquellos que se conocieron en Barcelona.

-Aunque mi corazón sigue latiendo igual, tu cabello sigue siendo precioso y tus ojos aún son los más bellos que he visto.

De nuevo me dejó sin aire. No sé qué contestar. Tenía una idea de lo que diría, pero cada vez que él responde, me quita el aliento.

-Gracias... ¿Qué pasó después de aquel último desencuentro?

Suspira, empieza a contarme con detalles que se fue a Latinoamérica para hacer promo y volvió a su vida de estar con mujeres. Hasta que un día, se dio cuenta de que eso era un camino sin salida. Decidió irse a India, a respirar, a cambiar sus ideales. A encontrar la paz y al volver, fue la reconciliación con su familia.

Pasos De CeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora