Cuarenta y dos

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POV Aimeé

Hablar con Pablo siempre me pone nerviosa, al menos desde que nos reencontramos. Pero hablar de una cita me pone aún más.

Me costó mucho dormir, daba vueltas pensando en lo que haríamos él y yo mañana; a qué se refería con alturas, si terminaría durmiendo con él esta noche y sobretodo ¿Qué pasará entre nosotros? Así que esta mañana estoy con ojeras brutales y buscando la manera de ocultarlos.

Estoy inquieta y creo que lo estaré el resto del día.

—No puedo más con mi propia ansiedad.

—¿Es por la cita que tendrás? —pregunta ella. Hoy es mi cita semanal con la psicóloga, aunque poco a poco nos hemos convertido en buenas amigas, tanto que considera que es mejor recomendarme a otro profesional.

Gabriela, así se llama, conoce a los Moreno de Alborán y entiende mucho sobre los conflictos que tengo en mi cabeza. Ella fue novia de Salva y, a pesar de que las cosas no terminaron bien entre ellos, Casilda aún mantiene contacto y se llevan bien.

—Un poco, Pablo me ha prometido que esperaría por mí, pero no sé, me da miedo de que las cosas no funcionen como él cree, que no sea lo suficiente para lo nuestro.

—Para empezar, vales muchísimo... y Pablo lo sabe, aunque hace tiempo que no veo al más pequeño de la familia, sin embargo, cuando lo conocí era un buen chico, quizás bromeaba mucho y era algo coqueto. Pero es una persona en la que puedes confiar. Cuando él te dice que va esperar, realmente lo va a hacer.

—Pero su relación con Aitana.

—Lo sé... Casilda me ha platicado un poco sobre eso, por eso te lo digo. Si tú has producido ese cambio en él, entonces déjate llevar y que sea lo que deba ser —suspira—. Ahora creo que te recomendaré con una amiga. Ya hay demasiada confianza entre nosotras y creo que opinaré más como amiga que como una profesional.

Después de presentarme con mi nueva terapeuta, nos fuimos a tomar un café y luego regresamos a casa. Pablo no debe tardar en llegar.

Me preocupa que Marco no ha tratado de comunicarse conmigo, no tengo idea de que habrá pasado entre él y mi... novio, pero me duele pensar en qué no podemos ser amigos. No es sencillo mezclar el amor y la amistad.

Me siento en el sofá y cierro los ojos, pensando en el mar de emociones en el que me he sumergido en estos días. En esa dulce sensación que siento cada vez que siento a Pablo cerca de mí, que se mezcla con el sentimiento de repulsión, me encuentro dividida en dos bandos y no tengo idea de cómo voy a avanzar con él.

Lo que sí me queda claro, es que lo intentaré con todas mis fuerzas. Más por el hecho de que él es muy bueno conmigo; probablemente esté enamorado de mí, aunque no me lo quiera decir, es porque me gusta. No puedo negar que hay algo muy intenso entre los dos.

Gabriela tiene razón, me estoy dejando llevar porque mi subconsciente está seguro con él, además es muy cariñoso conmigo y eso me gusta.

[...]

No sé cuánto tiempo estuve en el sofá, sólo sé que Pablo llegará en media hora y no tengo nada listo. Últimamente me pasa esto muy seguido.

Busco un pequeño bolso de viaje y lo dejo sobre la cama mientras hago un examen rápido a mi armario y decido qué llevar. Tengo la sensación de que quizás me quede en su departamento, o tal vez no, dependiendo del lugar a donde me quiera llevar.

Suena el timbre, tomo el bolso y camino hacia el recibidor, donde me reúno con un par de adictivos ojos café.

POV Pablo

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