Veintidós

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POV Pablo

Las palabras que me ha dicho la pequeña se quedaron clavadas en mi mente ¿Es posible que se trate de la misma Aimeé que conocí en Barcelona? La que, a pesar de todo, me sigue gustando. Si fuese ella a quien cuidaron entonces... no, no puedo pensar en que haya pasado algo tan cruel. Daniel no pudo ser capaz ¿O sí?

Esta noche hablaré con mi hermana y no descansaré hasta saber la verdad.

Para mi mala suerte, Sofía no sabe el apellido de esa Aimeé, pero me dijo que se mudó a Madrid para conseguir un puesto de trabajo y así empezar su nueva vida. Esa chica le prometió que se volverían a ver muy pronto, así que no pierdo la fe de que nos veremos muy pronto.

Decido seguir pasando el día con mi familia, sin tocar el tema de la chica a la que cuidaron. Al no tener certeza de que mis sospechas sean correctas, considero que no es momento de avisarles a Lolo ni Ceci de que tengo una pista del paradero de su familiar. En caso de que sea cierto, entonces ella debe estar en Madrid.

La noche cae rápidamente, las energías se me agotan después de jugar casi toda la tarde con mis sobrinos y mis perros, ha sido como volver a ser niño. Es temporada de terral y el calor es sofocante por lo que pienso que es momento de nadar en la alberca.

Mientras nado, de punta a punta, en la piscina. Veo a Casilda acercarse. Es la oportunidad.

—Veo que te has desacostumbrado al calor de Málaga —se burla—, tantos viajes y climas te han hecho un mimado.

—No querrás empezar una pelea cuando apenas estamos firmando la paz —advierto.

—Tranquilo, hermanito. Ya eres más susceptible a mis comentarios —eleva su rostro para mirar el cielo nocturno—. Pero me alegra de que estés en casa, ha pasado mucho tiempo y te echaba de menos.

—Creo que el tiempo nos ha hecho un poco más maduros.

—No me interesa —sostiene—, para mí seguirás siendo mi pequeño hermano. Y esta vez te voy a cuidar; te advierto que no toleraré tus berrinches.

—Mmm... —finjo meditar, es el momento adecuado para preguntarle sobre ella, pero debo hacerlo con mucha cautela— supongo que esa chiquilla que han cuidado durante mi ausencia les ha despertado el instinto protector.

—¿Te lo comentó Salva? —asiento, tampoco es que vaya a echar de cabeza a Sofi— ¿Te dijo el nombre?

—Para mi desgracia, me dijo que tiene los labios sellados. Supongo que ustedes le ordenaron eso. Supongo que no sabe que son familiares míos.

—En ese caso te equivocas, le verdad es que me sorprende que Salva haya ocultado, por esta vez, un secreto. Me alegra que estés aquí y por lo que veo te intriga saber de quién se trata.

Por supuesto, me carcome la curiosidad. Necesito que me aclaré que se trata de aquella mujer, además debe decirme en qué parte de Madrid se encuentra. Deseo verla una vez más.

—Y supongo que me lo dirás... ella ya no está aquí y tampoco tiene caso que me lo oculten. Es alguien que desconozco, seguramente.

Ella me mira como si hubiera dicho una blasfemia contra el cielo. Frunce ligeramente el ceño y siento que me va a gritar, para mi fortuna, no fue así. Se sienta en una de las tumbonas y yo en el borde de la alberca. Me acomodo para estar cómodo ante su relato, el corazón parece que quiere salirse de mi pecho. No soporto está incertidumbre.

—Verás... hace un tiempo, regresaba de las oficinas de papá, era temprano pero necesitaba volver a casa por un asunto de las pequeñas. A las afueras de Málaga Capital, vi a una mujer caminando por la orilla de la carretera. Estaba tambaleándose, como si estuviera borracha, cuando me acerqué a ella, no daba crédito a lo que veía tenía moretones, su ropa estaba rasgada y lloraba sin parar —relata, mi cuerpo se estremece al imaginarme a esa chica que, de resultar ser la Aimeé que conozco... no podría soportarlo.

—¿Cómo se llama esa chica?

—Te lo diré hasta que termine de contarte la historia -respira hondamente y sigue su relato.

A medida que más me contaba, mi cuerpo temblaba más, no por miedo, sino de ira, frustración, tristeza. Me estaba desgarrando el corazón escuchar lo que pasó. Ninguna mujer merece ser tratada así, tiene que ser amada, adorada, cuidarla y hacerla feliz. No puedo creer la cantidad de personas enfermas en este mundo.

Me sentía estúpido, cuando ella terminó de contarme la historia, no podía creer que fue ultrajada y golpeada sistemáticamente. Que consiguió fuerzas de quién sabe dónde para poder escapar y gracias al cielo mi hermana estuvo allí para rescatarla.

—¿Pero ella está bien ahora? —pregunto con temor.

—Le han quedado secuelas, no le gusta que los hombres la toquen. Apenas puede tolerar hablar con ellos. Irá a terapias en Madrid, no puede vivir así...

—No tiene que dejar que ese hombre siga manejando su vida —concluyo.

—Así es... ahora sí, te diré de quién se trata. Me dijo que no podías saber su nombre porque la conoces y no deseaba ver a nadie que le recordara el pasado. Pero yo... quiero que se vean, seguro que le harás bien. Es Aimeé Álvarez

—La prima de... —hundo mi cabeza entre mis manos y empiezo a llorar. Mi niña... sufrió demasiado, el alma se me ha caído al suelo.

Me siento idiota, impotente. Sabía que irse con él era lo peor que podría pasarle y no me equivoqué. Daría lo que fuera por verla ahora y abrazarla.

—Se ve mejor —continúa hablando, tratando de tranquilizarme—. Trabaja en un restaurante, quiere retomar su vida, sé que no va a dejar que su pasado la controle. Apenas es el principio de un largo camino, por eso quiero que la veas, se preocupó mucho por ti ¿Sabes?

Les habló de nuestro encuentro en Barcelona y de mi deseo de volver a ver a mi familia. Algo me dice que parte de esta reconciliación se lo debo a ella.

—Necesito volver a verla, quiero hablarle, Lolo y Cecilia tienen que saber que la he encontrado. Ese infeliz de Daniel va a pagar por lo que hizo —comento apresurado— vámonos mañana a Madrid, necesito...

—No, Pablo —reprende, seria— apenas entrará a terapia. Necesita tiempo.

—Pero quiero verla, decirle lo que ha pasado con mi vida. Apoyarla en esto.

—Lo sé, la verás en cuanto regreses de Los Ángeles.

—¿Qué? ¡No, Casilda! No puedo esperar más tiempo.

—Pues tendrás que hacerlo, me puso esa condición. Durante este mes irá con una psicóloga y a tu regreso iremos juntos a verla.

—Hermana... —gruño y ella revolotea mi cabello mojado.

—Sé que va a costar mucho el poder controlarte para tomar el primer vuelo a Madrid y buscarla por toda la ciudad, pero te aseguro que es por su bien. Ahora sabes dónde está y no se moverá de allí, te lo prometo. Sólo espera un mes más.

Con el pasar de la semana entendí que tenía razón. Ella tal vez siga frágil por lo que tuvo que vivir y he sido muy egoísta por mi deseo de verla lo más pronto posible. Mi alma se reconforta que ya sepa de su paradero y que pronto la volveré a ver.

Con esa promesa de verla en un mes, tomo mis maletas y emprendo el primer viaje de muchos durante estos dos años. Un disco por grabar me espera en Los Ángeles y una mujer, a la que mi corazón desea tanto, me espera en Madrid.

Un mes no es nada, enun mes todo volverá a empezar.     

N/A: Eso también lo aplicamos para el regreso de Pablo 😍😍😍

Pasos De CeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora