Treinta y uno

311 26 0
                                    

POV Pablo

¿Pablo? Tiene horas que estoy tratando de comunicarme contigo, ya los ejecutivos han tomado una decisión respecto a tu disparatada propuesta de irte ya de promoción. Sí, que el 15 de septiembre sea el lanzamiento de "Por fin" y el 17 partimos a América. Es decir que tienes menos de un mes para resolver todo lo que tengas aquí.

Entrar a mi departamento, abatido y que el contestador automático se convierta en ave de mal agüero mientras yo me estoy muriendo, era la cereza del pastel de un día espantoso. Mariola me había llamado varias veces al móvil, pero estoy tan mal que decidí ignorarlo. Ojalá hubiese sido un poco antes el lanzamiento, quiero irme de aquí lo más pronto posible. Pero francamente, este viaje sería de una semana, como mucho dos. Sin embargo, el lanzamiento de Terral implica casi un mes, lo suficiente como para eliminar el fantasma de Aimeé de mis pensamientos.

Aunque algo muy en mi interior se burla de mi propósito.

Después de la discusión o lo que sea que haya tenido con Aimeé, decidí irme a una pequeña cafetería, tomarme el café más cargado del menú y mirar a la gente pasar. Sí, con el riesgo de que alguien me encontrará pero, francamente, no me importaba en ese momento.

A veces me pregunto ¿Será que pronto tendré algo de buena suerte en el amor? Me siento de esos clásicos que dan consejos a sus amigos pero que nunca los aplica en sí mismo y menos tiene la vida amorosa que desea. Viéndolo desde esa perspectiva, soy un patético.

Además, estoy seguro que mi hermana me matará por haberla dejado botada en el departamento de... bueno, ella. Y fue comprobado mediante la otra decena de llamadas y uno que otro mensaje altisonante de su parte. Mi cuerpo se estremece.

Camino hacia la cocina a buscar un poco de Coca-Cola y enciendo la televisión para ver que programas interesantes hay a esta hora cuando escucho un fuerte portazo.

—¡¿Se puede saber qué rayos pasó en el estacionamiento?! —exclaman, me acerco al vestíbulo y, efectivamente, es mi hermana. Está brutalmente furiosa— Aimeé está rara y tú estás aquí con un maldito vaso de refresco y la televisión encendida ¿Qué se dijeron?

—Creo que ella debió explicártelo, yo no soy quien empezó todo esto —inspira ruidosamente.

—Está demasiado alterada como para decirme cualquier cosa y como, por lo que veo, tú eres el más sereno de los dos, quiero que tengas los malditos pantalones para decirme qué mierda se dijeron.

—Te quiero mucho, hermanita, pero no voy a tolerar que me grites así en mi departamento y menos inmiscuirte en esto —respondo irritado—. Esto ya es tema cerrado por mi parte.

—No lo entiendo, Pablo —balbucea—. Pareces un cachorro herido ¿Entonces, estás realmente enamorado de ella?

—No responderé a tu pregunta —concluyo tajante—. Hay cosas que ya no tienen caso decirlas. Casi, el 17 de septiembre partiré a América, no sé cuántos días vas a quedarte en Madrid. Pero creo que sólo iré este fin de semana para despedirme de ustedes y regreso a trabajar.

—¿Qué? Pero tú... Pablo apenas acabamos de reconciliarnos como familia y ya te irás de nuevo a trabajar.

—Lo siento, hermana, pero se ha decidido hoy a mediodía —me mira atónita pero su rostro se cambia a una sonrisa resignada.

—Tal como dices, hay cosas que no tienen caso decirlas... pero es porque está más reflejado que el espejo —se acerca a mí y me abraza— deja que el tiempo actúe, te recompensará. Sólo una cosa... no te mates trabajando.

POV Aimeé

—Casilda se fue muy preocupada por ti —anuncia Marco— y la verdad es que yo también lo estoy ¿Segura que estás bien?

Me gustaría responderle que sí, pero ni siquiera sé dónde estoy parada. Las últimas palabras entre Pablo y yo me dejaron desconcertada. Mi mente hace eco de ellas más las palabras que le dije antes de que se fuera dos días antes. Ha decidido que lo mejor para nosotros es que no nos veamos. Y también que cree que estoy enamorada de Marco.

Decido mentirle, pedirle que se vaya tranquilo al hotel. Que estoy bien.

Sin embargo, me fui a cama sin cenar y con una sensación de agobio. No pude dormir en gran parte de la noche, sintiéndome como una idiota. No sé qué pensar, quizás con algo de trabajo las dudas se alejen de mi mente.

[...]

—¡Aimeé! Alguien te está buscando, está en la mesa siete —anuncia León, uno de los camareros ¿Acaso será él?

Los nervios me atacan. Quiero negarme, muerta de la vergüenza por aquella conversación, sin embargo, quiero también disculparme por todo aun cuando no encuentro las palabras para describir lo que siento.

Aunque no fue necesario, es Casilda quien está esperando.

Sorprendida por su presencia, me siento en la silla que está frente a ella. Cuando cruzamos miradas, me sonríe.

—Lamento la interrupción a tu horario laboral, pero me veía en la necesidad de hablar contigo. Traté de hablar con Pablo ayer, ya sabes sobre lo de...ustedes, pero cuando lo conozcas más a fondo, verás que es un completo atrabancado e impulsivo, así que no quiso hablar del tema.

—Casilda —murmuro—, si él no te quiso comentar de ello ¿Entonces por qué yo debería hacerlo?

—Porque de alguna manera lo sabré. Estoy entre la espada y la pared ¿Sabes? —suelta el aire— es mi hermano el que está sufriendo, pero también una de las amigas más preciadas que tengo. Quiero que ambos estén bien y tengo la sensación que es tu pasado el que está alterándote.

—Es que... me cuesta ver a ese hombre. Ha cambiado, lo sé, pero su presencia me altera y...

—¿No crees que en realidad te altera porque te atrae? —pregunta pícara.

—Yo... ¡Por supuesto que no! —respondo seria—. No podría sentir algo así de nuevo.

—Sé que es difícil salir de esa mierda, pero vamos... Pablo es un caballero, aun cuando en el tiempo que lo conociste era un casanova idiota. Jamás haría algo contigo sin tu consentimiento —sonríe y toma mis manos— no te digo que ahora mismo vayas a su departamento y le pidas perdón por lo que pasó. Simplemente te digo que separes lo que pasaste con él en Barcelona con lo que ese infeliz te hizo.

—Es lo que me cuesta, Casi, mi cabeza no puede...

—Pero no te fuerces... sólo recuerda a ese chico y mira al que has tenido frente a ti en estos días, al que te ha llamado desde el otro lado del mundo. Sabe tu dolor, te entiende y por eso tiene esa actitud. Quiere protegerte —alza los hombros—, tiene la misma oportunidad que Marco.

—Necesito pensarlo. Debe estar furioso conmigo.

—Algo así... —mira su reloj— es tarde, yo me regreso a Málaga hoy.

Eso no lo esperaba ¿Pablo regresará también?

—Mi hermanito se quedará en la ciudad, tiene algunos compromisos que atender —se levanta y yo hago lo mismo—. Piensa en mis palabras, espero que puedes encontrar pronto la respuesta, se irá a América el 17 de septiembre y bueno... luego será la salida del nuevo disco. Así que estará muy ocupado.

—Eh....

—No lo dejes tanto tiempo con la duda ¡Nos vemos pronto!

La veo salir del restaurante y me dejó caer en la silla. Si ya estaba confundida, ahora con los consejos de Cas he quedado peor. Tengo mucho en qué reflexionar y tengo menos de un mes para hacerlo. Eso sí, no quiero que él siga furioso conmigo así que me armo de valor y decido ir mañana a su departamento... bueno, después de tener valor para preguntarle a Casilda la dirección.

—Te veo agotada —dice mi jefe, provocándome un susto al no notar su presencia.

—Tengo muchas cosas en qué pensar.

—Mmm... ya veo. Te daré un consejo, suele ser el mejor: no analices demasiado, solo déjate llevar.

Tiene razón.

Saco el móvil, escribo el texto y lo envío. Espero que Dios me ayude, porque la verdad, me siento muy nerviosa.

Pasos De CeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora