Quince

305 28 2
                                    

POV Aimeé

—¿Qué estás diciendo? ¿Por qué mi hijo no se puede enterar que eres tú la chica que rescatamos?

—No quiero volver a verlo —respondo con franqueza—. No quiero recordar lo que tuve, lo que podía haber tenido... y él representa eso.

Lentamente, se deslizan lágrimas por mis mejillas. Me he destruido tanto, que tengo miedo de cualquiera que se acerque a mí, me siento tan rota que no tengo idea de cómo voy a volver a ser yo y ahora que sé que la familia que me rescató es de Pablo me derrumba, me duele ver las dos caras de la moneda y que ambos se sientan frágiles ante esta situación. Lo mínimo que puedo hacer por ellos es que logren hablarse.

—Hija... ¿Cómo puedes pedirnos eso?

—No quiero que sepa de mí, no quiero que sienta lástima de mí. Le suplico que respete mi decisión. Pronto estaré mejor y me iré... no quiero encariñarme más con ustedes y...

—Escúchame, Aimeé, ahora somos tu familia. Te vamos a cuidar y apoyarte, si no quieres que él se entere, lo respetaré. De todas formas... no volverá pronto.

—Estoy segura de que se está curando las heridas... yo creo que —suspiro—. Le repito, yo hablé con él y les echa de menos... quiere volver a casa, tienen que hablar. Sólo tiene que esperar... quizás... yo pueda saber algo.

—¿A qué te refieres?

—Sacarle un poco más de información a Salva.

—No, hija... eso es algo entre ellos. Aunque me alegra que aún tenga contacto con alguien de nosotros. Sigamos con lo nuestro, que tú tienes que recuperar tu carrera de chef... haznos sentir orgullosos de ti ¿Vale? —se inundan mis ojos, nuevamente.

—Gracias Helena... de verdad, muchas gracias por todo —me abraza con un cariño de madre, con uno que me hacía falta, que casi nunca recibía por las constantes discusiones con la mía y que parecían no tener fin.

Los días son un vienen y van, las pequeñas se han ganado mi cariño y yo el de ellas, tanto que me llaman Tita Aimeé. He aprendido un poco más de la cocina malagueña y francesa gracias a Helena y he reforzado mis conocimientos en comida italiana y he hecho intentos de nuevas recetas gracias al chef ejecutivo del restaurante donde estoy trabajando actualmente. Me ha dicho que ha mandado cartas de recomendación a algunos de los mejores restaurantes de Madrid, estamos en espera de una respuesta.

La vida parece que me va sonriendo... por fin algo de calma después de la tormenta.

Y al final, todo ha sido por Pablo... por su familia.

¿Cómo estarás Pablo?

Te echo de menos... aunque me no lo quiera admitir ante los demás.

Nueva Delhi, India

POV Pablo

A pesar de llevar pocos días aquí, aún me cuesta adaptarme a este nuevo horario. Mi cabeza sigue dando vueltas, pero al menos, mi alma está recuperando su paz. He visitado varios templos y siempre encuentro la misma respuesta. Es hora de dejar el pasado atrás, Aitana se ha ido ya de mi vida y debo seguir adelante.

De lo poco que me enterado es que la chica a la que han ayudado se está recuperando favorablemente. Las pequeñas me siguen echando de menos, pero se han encariñado con la chiquilla. Salva no me quiere decir su nombre, pero es lo justo pues no quiero que se entere que está conviviendo con la familia de un famoso.

Una parte de mí está deseando volver a ver a Aimeé, sigue doliendo que ella se haya ido con su estúpido novio, que haya dejado sus sueños, su familia, a mí... que se largara sin importarle los demás. Me duele porque ella estaba despertando a la persona que alguna vez fui y... quería saber por qué con ella las cosas fueron diferentes.

La soledad es muy mala compañera, te aconseja las peores cosas, te quiere encerrar en los más crueles pensamientos. A veces te da paz, otras... te llevan al tormento, a las dudas, incluso, a las lágrimas. Así me pasa últimamente... me gana el pesimismo de no poder ver a mis padres o que ellos me rechacen, ya no podría soportarlo. Siento que me estoy derrumbando y al mismo tiempo sigo firme. Es una sensación extraña y no quisiera sentirla... no quisiera estar en medio del limbo, dejar de estar entre el cielo y el infierno.

Creo que debo llamar a Salva... agradezco a Dios que mi hermano siga creyendo en mí.

—¿Pablo? —dice somnoliento— ¿Sabes la hora que es?

—Perdón —susurro triste, ni siquiera recordaba la diferencia horaria— llamaré después...

—No... te escucho. A ti te está pasando algo ¿No es así?

—Me siento tan impotente... me duele pensar en el rechazo del resto de la familia. Trato de recoger y organizar los pedacitos de mí que quedan, pero se me hace imposible... siento que ya no hay nada más que hacer... libero el alma en cada letra que escribo pero... le tengo miedo al olvido.

—¿Te refieres a...?

—Ustedes... siento que poco a poco nos volveremos unos desconocidos y no lo digo por ti, sino por Casilda, mamá y papá, por si algún día dejo de cantar... y todos me...

—Es normal que tengas miedo... es normal... sabes que contarás siempre conmigo. No dejes que esos pensamientos te ganen, eres un gran cantante. Llegas a los corazones de todos y ellos te aman, como artista y como persona. Tienes una gran familia... mamá te echa de menos..., Casi igual y las niñas se ponen tristes al recordarte.

—Y yo les extraño, demasiado...

—Nada en nosotros cambiará así que recupera esas fuerzas y nos veremos pronto aquí. Estoy seguro que te recibirán con mucho cariño. 

—Gracias hermano... ve a descansar, te hablo más tarde —cuelgo y suspiro. Hablar con mi hermano me reconforta siempre. Ahora en mi mente está ella... quisiera saber de ella... aun así, ya es tarde. Dije que trataría de dejarla atrás, pero ya no puedo hacerlo... no cuando caló demasiado hondo en mí. 

Sólo deseo pronto volver a casa... y que ella esté bien... 

Pasos De CeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora