Sesenta y cuatro

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POV Pablo

¿Por qué el universo está conspirando en nuestra contra? Justo cuando éramos más felices, cuando ella había recuperado su sonrisa y sus ganas de vivir, junto a mí. La desesperación me puede, la angustia de pensar en que ella está sufriendo a manos de ese infeliz y, para rematar, Marco está en mi departamento, acusándome de no haberla protegido lo suficiente ¡Por supuesto que sí lo hice! Pero simplemente, no quiso confiar más en mí. Estoy molesto pero necesito verla.

Los gritos de Cecilia me regresan a la realidad, a tiempo antes de que lanzara su primer golpe a mi rostro. Esquivo su movimiento y trato de zafarme de él. Su mirada furiosa me hace estremecer, pero finjo que no me afecta y hago lo mismo que él hizo cuando entró. No tiene ningún derecho a venir así y cuestionar lo que estoy haciendo por mi mujer. Supongo que Casilda le contó todo lo que sucede y, por supuesto, llegó como si fuera el superhéroe que todos necesitamos.

—¡Tú prometiste que la cuidarías! —espeta—. Dijiste que la harías feliz y que nada le iba a pasar. Ahora dime ¿Dónde rayos está? Por supuesto, no lo sabes. Porque no pudiste dejar tus ensayos y concentrarte solo en ella.

—¡Será mejor que cierres esa maldita boca! —lo pego más a la pared—. Tú no sabes lo que pasó realmente. Ella no confió en mí, por más que le pregunté si tenía alguna preocupación, así que no me vengas a dar lecciones de cómo protegerla.

Mi voz se quiebra cuando termino de pronunciar esas palabras, el dolor se atenaza en mi garganta. Doy un puñetazo a la pared y me apoyo en ella, poco a poco me voy derrumbando hasta llegar al suelo y permito que unas lágrimas se crucen por mi rostro, logro escuchar los reclamos de Lolo y Ceci, pero no me importan ahora. La desesperación y la angustia me están consumiendo, no sé si mi corazón pueda soportar el resto de las 36 horas que faltan para ir a ella.

Sé que debí ser más insistente, pero no quería que se sintiera presionada. Debí establecer medidas más medidas de seguridad, pero no deseaba que se sintiera incómoda y eso nos generara una discusión. Quería, quiero, que sea feliz y sabía perfectamente que no lo seríamos si ese poco hombre seguía en libertad. Sin embargo, no deseaba que se borrara su sonrisa.

Dejo que este llanto se consuma, apenas importándome lo que está sucediendo con Marco.

—Pablo, será mejor que vayas a descansar. Estás agotado —sugiere Lolo, un rato después. Mis brazos cubren mi rostro y no me atrevo a levantar la mirada.

—¿Crees que podré dormir sabiendo que ella está con su peor pesadilla? —musito—. Además, no quiero darle el gusto a Marco de verme así.

—No te preocupes por él. Ceci se lo ha llevado a otra habitación. Él no entenderá lo que tú has hecho por ella, no ha visto lo que Casi, no ha visto lo que Ceci y yo, jamás lo comprenderá. Así que mejor, duerme, repón tus energías porque mañana las necesitaremos. Además Aimeé nos regañará por descuidarte y tampoco le gustará verte tan débil.

—No creo que logré dormir, pero lo intentaré —me lleva hasta mi habitación, donde, a cuestas, llego a mi cama.

Pero no sé qué será de mí si no logro salvarla y ese miedo es el que no me dejará dormir esta noche.

Porque mi vida nunca será la misma sin su amor.

POV Aimeé

Mi cuerpo se congela ante su voz. Mis ojos no quieren creer que esté frente a mí, pero no pueden negar lo que ven, mis pesadillas se han vuelto realidad. Al notar mi expresión de miedo, empieza a reírse. La oscuridad que desprende esta habitación me aterra y me hace sentir pequeña. De pronto, comienza a acercarse a mí. No quiero detenerme a analizar la energía que desprende de su cuerpo o las intenciones que tenga conmigo, pero siento asco de solo sentirlo.

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