Cincuenta y dos

303 24 11
                                    

POV Pablo

Me siento en una luna de miel.

Todo fue perfecto, bueno me imaginaba nuestra primera vez un poco diferente, pero tal como sucedieron las cosas, fue ideal.

Después de platicar un poco sobre el viaje que tuve y planificar las mini vacaciones a Málaga, se queda dormida. Claro, pasamos todo el día haciéndolo alguien tenía que descansar.

Para nuestra desgracia, la luna de miel acabó. Aimeé no quería faltar otro día más en el trabajo, así que tuve que llevarla a casa para que se cambiara de ropa.

-No debimos salir de la cama, amor -digo entre besos, llegamos a la puerta de su departamento- ahora que sé cómo es la gloria contigo, no quiero despegarme de ti.

Se separa de mis labios riéndose. En vista de que no cree en mis palabras, beso su cuello. Verla dormir en mis brazos ha sido lo más bonito que tuve en no sé cuánto años. Tal vez necesitábamos más tiempo para conocernos... corporalmente.

-Tengo que ir a trabajar -la ignoro, sigo besándola-, Pablo, por favor.

-¿Por lo menos dejarás que me cuele en tu cama esta noche? Será solo dormir. Veremos películas, traeré chocolates y tal vez sea privilegiado con saborear tus platillos.

-Mmm... está bien -abre la puerta, pero no la dejo entrar, pues rodeo su cuerpo con mis brazos- ¡Pablo!

-Voy a estar lejos de ti en la siguientes diez horas, en domingo y con un clima que apetece estar tirados en la cama viendo películas -me acerco a su oreja y bajo la voz- o haciendo el amor.

-¡Aléjate, tentación! -trata de escabullirse y me río-, no. Soy responsable con mi trabajo e iré. En serio aléjate eres demasiado tentador para mí.

Le sigo haciendo propuestas no aptas para menores antes de que me echara a patadas y con una que otra risa. Al menos me besó los labios y me dijo que me ama.

Estoy feliz y si, tengo la típica sonrisa de enamorado. No me importa, ahora, lo que dijo Marco durante mi ausencia, pues ella lo borraría con su declaración y entregándome su corazón, su cuerpo.

Esto casi por salir del edificio, cuando veo entrar a Gabriela, una ex novia de mi hermano. Nos quedamos justo en el lobby.

-¡Pablo! -me abraza- ¡Vaya, cómo has cambiado!

-¡Gabi, qué gusto verte! -me suelto- ¿Vives aquí?

-No, es que vine a ver a una amiga. Es que la estuve llamando desde la noche del viernes y no me contestaba. Si no la encuentro es que se ha quedado en casa de su novio, lo cual me alegraría mucho.

-¿Por qué? -pregunto extrañado.

-Verás, es que Casilda me pidió que ayudara a una persona y bueno, nos hicimos amigas, así que dejé de tratarla. Pero me contó sobre su relación con un chico. De hecho se llama Aimeé -creo que es momento de que me vaya.

-¡Vaya! Se me hace tarde, tengo que guardar mi equipaje es que apenas estoy regresando de trabajar en América.

-Sí, había visto por la tele que fuiste ¿Acaso fuiste a un nuevo país?

-Bueno, me quedé un poco más en México que en el resto de los países. Siento que no termino de conocer la capital.

-Me alegra que tu música llega hasta América ¿Quedamos para un café? -asiento-, le pediré tu número a Casi, para no retenerte más tiempo. Seguro estás cansado de tu viaje de... exploración ¡Nos vemos!

-¡Claro, chao! -muerto de la pena, voy hacia el auto y enciendo mi teléfono. Ahora me queda un par de dragones que seguro me escupirán fuego en cuanto me vean. Ni modo, tendré que asumir las consecuencias.

POV Aimeé

Realmente, no quiero ir a trabajar. La idea de llamar a Pablo para pasar el domingo juntos taladraba continúamente en mi cabeza. Llevo más de quince minutos tirada en mi cama, pensando en lo que vivimos juntos ayer y la noche del viernes. Mi mente ha absorbido tantas sensaciones, tantos sentimientos y tanto amor, que por momentos pienso que solo fue un sueño.

-No puedo creer que esté enamorada de él -digo a la nada-, aunque... ¿Cómo no enamorarse de él? Dios, me siento en las nubes.

Me llevó a rozar las estrellas, me trató como una princesa y fue tan atento. Nadie me había hecho sentir así. Sus besos, sus abrazos, su voz y su cuerpo... será mejor que me vaya a cambiar de ropa. Tengo que ir a trabajar, ocupar mi mente en algo que no sea Pablo.

Justo termino de arreglarme, cuando suena el timbre ¿Será él, otra vez? Abro la puerta y apenas cabello rubio pasando sobre mí. Me giro y es Gabi, quien me mira pícara.

-Así que te llamó la mañana de sábado, pero tu teléfono suena apagado. Intento por la tarde, pero nada... empiezo a preocuparme, pensando en que Pablo te rechazó ¡Pero me lo encuentro en el lobby de tu edificio, con el cabello mojado y con una cara de felicidad, que ni la disquera podría quitarle! Por lo tanto tengo tres conclusiones: ha entendido tu situación, te has atrevido a hacer el amor con él y te volviste tan adicta que no podías salir de la cama. Lo último lo entiendo porque me pasaba con Salva.

Cuando terminó de hablar... mi cara estaba más roja que un tomate, especialmente por lo último. Pero, bueno, no pensé que fuera tan abierta respecto a la relación que tuvo con Salvador.

De todas maneras, apenas podía balbucear, no me sentí pena ni nervios cuando él me desnudó, sin embargo, hablar de mi experiencia con otra persona se me estaba haciendo complicado.

-No sé qué decir -logro decir.

-¿Fuiste feliz? -pregunta-. Entiendo que te cueste un poco, dadas las circunstancias, pero quiero que sepas que me alegro que hayas dado el paso.

-Sí, lo fui -contesto-, y me apena un poco decirlo porque es la primera vez que me hacen el amor. O sea comprendí que mi relación con Daniel era tóxica y que jamás sería amor. Lo que siento por Pablo es mucho más fuerte de lo que creí y me cuesta asimilarlo, aún cuando ya se lo confesé. Me cuidó en todo el tiempo, me abrazaba y me hacía sentir bien. Es un hombre maravilloso, estoy feliz por estar con él.

Sonríe y se acerca para abrazarme.

-En ese caso, por mí ya estás libre de tus cadenas.

Desde esa noche de viernes yo me liberé de todo y en sus brazos me curé. Ahora quiero mirar hacia adelante y rehacer mi vida.

Le cuento un poco sobre lo que viví con mi novio, después me di cuenta de que era tarde y me fui corriendo a prisa hacia el restaurante pero feliz; ansiosa por volver a verlo en la tarde.

Lo único que me preocupa es Marco y más cuando vaya Pablo a Málaga. Tengo un mal presentimiento.

Pasos De CeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora