Veinte

294 35 4
                                    

POV Pablo

La mirada de ellos es tan fría que siento que la habitación se congelará en cualquier momento. Ahora recuerdo el por qué me fui, no podía soportar la frialdad con la que me trataban. Respiro hondo, tratando de sacar las fuerzas que tengo de mí para poder seguir con esto.

Y aunque trato de decir algo, no puedo. Mis manos tiemblan, mi voz parece que está apagada, un nudo fuerte en la garganta me sofoca. Sé que tengo que hablar, pero mi voluntad y fe se pierden.

—¿No vas a decirnos algo? —pregunta mi padre. Un pequeño dolor se instala en mi pecho. Pienso en mis sobrinos, en Salva y en Aimeé y vuelvo a respirar.

—Por supuesto, padre. Puedo decirles que me da mucho gusto, pero creo que para ustedes les sonará un poco hipócrita.

—Es que es un poco extraño que estemos en la misma habitación y no estemos hiriéndonos con las palabras —suelta

—Es porque quiero hablar, simplemente, arreglar las cosas entre nosotros. No quiero seguir con esto. Si no lo quieren hacer por mí, perfecto, pero les pido, por favor, por mis sobrinos que hagamos las paces, que poco a poco volvamos a ser la familia con la que nací y crecí.

—Está bien ¿Qué ha pasado para que cambies tanto?

—Bueno... digamos que el destino me hizo tropezarme con una persona que me hizo ver que todo lo que hacía estaba mal. Luego... vi cómo esa persona se perdía en lo que consideraba una buena relación, así que empecé a pensar en lo que sería de mí si no paraba esto a tiempo, por ello, me fui a India a pensar y encontrar la paz que tanto necesitaba. Entendí que no siempre lo que crees que es bueno, realmente es para bien tuyo, en este caso, el amor. O lo que yo creía como amor.

—¿Cómo podemos creer que no volverás a aquello?

—¡Padre! —reprocha Casilda.

—No puedo permitir que regrese, se disculpe y hacer como si nada —su mirada endurece y siento mi cuerpo tenso—, no quiero repetir la misma historia. Y esta vez, con los pequeños de espectadores.

—Te prometo que no pasará, confía en mí.

—El problema es equivocarme.

—-Por los pequeños, padre, dame una oportunidad.

—Si vuelves a regresar con esa mujer...

—¡Ya basta! —exclamo— les acabo de contar lo que me ha pasado y tú sigues insistiendo en que voy a fallar... si piensas así desde el principio, entonces es que no tienes buenas expectativas de mí y duele que pienses así de mí. Mi madre y Casilda no han dicho nada, así que creo que opinan lo mismo.

—Por supuesto que no, hijo —aclara mi madre—, yo... te he echado mucho de menos. A pesar de lo que pasó, no puedo ser indiferente a esto, yo te crie, te cuidé y apoyé en tus sueños. Salvador, por favor, debemos darle una oportunidad a nuestro hijo, te lo pido por aquella muchacha que cuidamos.

Mi padre respira hondamente. Me entra la curiosidad por aquella chica que encontró refugio aquí. Salva no me dijo nada, pero, a juzgar por las atenciones de Casilda, cree que lo que vivió fue muy fuerte. Incluso les tiene miedo a los hombres.

—Está bien, espero que no nos defraudes. Tu madre no soportaría otra separación...

—Lo que menos quiero es que vuelva a pasar esto. Además... quiero dejar las cosas en paz antes de irme a Los Ángeles.

—¿Qué? —exclaman todos.

—Es que... —les comento sobre mis planes durante los siguientes meses y se quedan sorprendidos por lo rápido que ha pasado el tiempo y el éxito que he tenido como artista. Aunque ya eso lo sabía mi hermano mayor, pues él va a trabajar conmigo en el proceso del siguiente disco—. Y por eso estoy aquí. Luego estaré entre Madrid y Málaga, después la promoción del disco, pero en navidades estaré aquí. Ustedes fueron los primeros que creyeron en mí, aunque nos hayamos distanciado, les estaré eternamente agradecido por darme fuerzas para luchar por mis sueños. Sin ustedes, no sería nada. Les juro que no volveré a fallar. 

—Hay algo diferente en ti —expresa Casilda—, no sé... tu mirada ha cambiado. Creo que esa chica cambió algo más que el hecho de regresar con nosotros.

Sí, ella hizo que el Pablo de antes volviera, tan sólo con su presencia. Esa cercanía instantánea entre su cuerpo y el mío fue tan fuerte, que por más que lo quise recuperar con mujeres, no pude encontrarlo. Sólo la anhelo a ella, sólo quiero volver a escuchar su voz. Por eso ya no quise estar con nadie más... hasta volviera a ver. Lamentablemente, no podrá ser. No sé dónde está y me queda resignar a no volver a sentir esa conexión. Aunque... me quedará siempre el recuerdo de esa noche.

—A lo mejor, tienes razón. Pero no creo que la vuelva a ver. Se ha ido, hermana, y quizás se fue para nunca volver. 

Madrid

POV Aimeé

He hablado con mi nuevo jefe y el lunes siguiente entro a trabajar, por lo que me ha dado el fin de semana de descanso para así adaptarme a la ciudad. Miro por la ventana y un escalofrío atraviesa mi cuerpo. Los recuerdos de aquella noche con Pablo bombean en mi cabeza. El cielo estrellado y el mar de Barcelona fueron los únicos testigos de que estuve en sus brazos por unos momentos, escuchando los latidos de su corazón.

Mi mente no deja de pensar en su voz, en su mirada. Me mostró su lado débil, no se dedicó a seducirme, como lo hacía, o quizás aún lo haga, con otras mujeres. Simplemente abrió sus sentimientos a mí y yo le escuché. Me arrepiento tanto de haberlo dejado todo por un hombre que no valía para nada como Daniel.

Tengo la oportunidad de volver a verlo, conozco a su familia. A pesar de que él seguía en su mundo, yo le ayudé a que ellos reconsideraran su distanciamiento con él. El problema es, que le tendría miedo, lo que vivimos esos días no se repetirá en esta ocasión, ni siquiera podría tolerar su contacto, tengo temor de que eso pase y peor aún... que no pueda volver a estar con nadie más.

No podría vivir así, no quiero vivir así. Tengo que buscar ayuda.

Voy a buscar el teléfono y marco el número de la casa de Casilda, en Málaga. Suena tres veces el timbre y descuelgan... el cuerpo se congela un momento cuando escucho esa voz.

—¿Quién habla? —me quedo totalmente muda. No tengo el valor para contestar, sin embargo, escucharlo me transmite confianza—. Disculpe ¿Me puede decir quién habla?

¿Qué hace en Málaga? ¿Qué hace en la casa? Mi cuerpo no sabe cómo reaccionar, simplemente se ha quedado estático. Escucho unos murmullos pero no espero a más y cuelgo. El corazón me late con mucha fuerza y, aunque ya siento otra vez el control de mis movimientos, algo de mí se quedó en esa insignificante llamada.

Se quedó en su voz... y en el despertar de mis ganas de volver a verlo.

Pasos De CeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora