Treinta y siete

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POV Aimeé

No, Casilda no puede estar jugando con esas cosas, sin embargo ¿Él está enamorado del mí? A pesar de lo poco que hemos convivido y saber lo que había pensado de mí cuando nos conocimos, no me dice nada sobre sus sentimientos.

De todas maneras, es mejor que esté atenta a sus actitudes conmigo, ahora que me dé su respuesta. Respecto a Marco, le pediré que no vuelva a intentar lo que pasó hace unos minutos; no porque me haya producido asco, sino que no era Pablo quien me besaba. Así de simple.

No tengo nada más que pensar. Quiero intentar tener una relación "normal" con Pablo pues, por alguna razón, me siento cómoda si estoy con él.

Regreso al restaurante algo apenada. Me empiezo a sentir culpable de haberme olvidado de Marco mientras iba detrás de Casilda. Cuando llego a la mesa, lo veo allí, me alivia ver que no se fue, aún cuando estaba en su derecho.

—Lamento haberme ido así, pero no quería que Casilda se fuera con una mala impresión de nosotros.

—¿A qué te refieres con eso? —pregunta secamente—. De todas maneras no estás siendo infiel puesto que no hay una relación entre Pablo y tú. Además, Casilda no tiene porqué entrometerse.

—Pues para mí ya hay algo... entiendo tu punto de vista y lo hemos comprobado, sin embargo yo también tenía algo en mente —suspiro— y es que me siento conectada a él. No sé de qué manera, pero es algo muy fuerte.

—Pues no ha sido muy fuerte si te he besado —me reprocha.

—De todas maneras, no podría corresponderte de la misma manera en que lo he hecho con él.

—¿Estás insinuando que te enamoraste?

—No lo sé —me encojo de hombros— eso es lo que quiero averiguar.

De repente, vibra mi teléfono y la pantalla se ilumina. Es un mensaje de Pablo: ha llegado a la ciudad; quiere hablar conmigo lo más pronto posible. Miro alarmada mi móvil y no sé qué responderle.

Por un lado, Casilda está molesta conmigo y tal vez le diga que me vio besándome con Marco, por otra parte, no quiero seguir huyendo de esta situación. No quiero cometer los mismos errores que la antigua pareja de Pablo. Así que le diré la verdad, de todos modos, la confianza es importante.

Seguro estás cansado ¿Quieres que nos veamos en tu departamento?

Es verdad, estoy algo cansado. Pero no es lo suficiente para que no recorra la ciudad por ti.

Mi corazón late con más fuerza. Esas palabras suenan tan sinceras, después de lo que me ha contado de su vida, sé que esto no se lo diría a cualquiera. Y eso me hace sentir algo especial.

—¿Es Pablo? —pregunta Marco, devolviéndome a la realidad.

—Sí... ya regresó al país.

—Vaya... —masculla— entonces será mejor que te lleve a casa.

—Sí, es lo mejor —sentencio. Otra vez vibra mi móvil, notificando que Pablo me ha mandado un mensaje; en media hora estará en mi departamento. Que pase lo que tenga que pasar.

El camino hacia mi departamento lo hemos pasado en silencio. Francamente no entiendo la molestia de Marco, al final a él no debería interesarle lo que haga o no con Pablo.

Cuando llegamos, se despide secamente. Si no fuera porque veré a Pablo en unos minutos, le reclamaría el comportarse como un imbécil. Lo averiguaré después, sea como sea. 

Miro mi atuendo y pienso que es lo adecuado para una visita casual de un amigo, pero al mismo tiempo lo suficientemente cómoda para salir corriendo en caso de recibir un rechazo. Ignoro los malos pensamientos y pienso en que todo saldrá bien; que las cosas no se pondrán raras entre nosotros sólo por la brillante idea que tuve. 

Aún sigo divagando en mis pensamiento cuando escucho el timbre. Respiro profundamente y me acerco a ella para abrila. Me tropiezo con sus ojos café, el pequeño y travieso lunar debajo de su ojo izquierdo, una sonrisa traviesa se dibuja en su rostro. Su perfume se cuela en mi nariz y mi cuerpo se altera cuando se acerca a mi rostro para besar mis mejillas. 

—Que gusto volver a verte, Aimeé. Te echaba de menos, preciosa.

—Yo también —sonrío tímidamente. Me siento como si fuera una colegiala viendo a su crush y sin saber qué rayos hacer o cómo comportarse. Sin embargo, esa sensación de mariposas en el estómago. Ahora empezaré a pensar si mis sentimientos por él son más fuertes de lo que creo. 

—Parece que te ha comido la lengua el ratón.

—No es eso, sólo que... no me acostumbro a esto. 

—Bueno, si seremos algo, entonces tendrás que acostumbrarte a mi ritmo loco. 

¿Acaba de decirme que acepta tener algo conmigo? Su sonrisa sigue siendo traviesa, trato de descubrir el significado pero su mirada sigue siendo enigmática. 

—¿O sea que tú y yo...? 

—Así es... a menos de que ya no quieras.

—Pues... —titubeo— quiero algo contigo. Pero se que no soy capaz de cumplir tus expectativas. No soy una novia normal y tú bueno...

Intento decir algo más, pero él posa su dedo en mis labios.

—No sabes cuáles son mis expectativas —dice tiernamente—, además ¿Crees que esto es un asunto que deba resolver en el pasillo?

Me sonrojo fuertemente y bajo la mirada, a lo cual toma mi barbilla, la alza para encontrarme con sus ojos y en ellos veo un destello travieso.

—Tienes razón —susurro sin apartar mi mentón de su mano— mmm... entra y ponte cómodo.

—Sólo, entraré. No puedo ponerme cómodo cuando se trata de ti y tus miedos —no espera a que le dé una respuesta y camina al interior de la sala, quedándose de pie mientras yo cierro la puerta. 

—¿Qué quieres decir con eso? —espeto— tú sabes perfectamente que yo no soy... 

—Lo sé... soy yo el que tiene miedo de no ser lo que esperas. Me gustaría curarte de tus heridas, de todas y cada una de ellas, sin embargo ¿Cual es la posibilidad de que no me hieras en el camino? No sientes nada por mí y seguro te encontrarás con alguien que... 

Su voz suena recelosa, como si tuviese miedo de perderme.

—Quiero ser tu refugio —suena determinado y no me queda más dudas, él se ha enamorado de mí. La manera tan efusiva en la que se ha declarado, en la que ha expuesto sus miedos y sus palabras que aunque parezcan algo descuidadas, tienen un gran valor. 

—Antes de decirte una respuesta... quiero que sepas algo. Yo... hablé hace rato con Marco —noto como sus manos se convierten en puños— y... para comprobar su opinión de que cualquiera puede ser ese "refugio, me besó.

El silencio domina en la habitación. Pablo parece quedarse sin aire, echa un paso hacia atrás como si tratara de huir.

—En ese caso... supongo que no hay nada más que decir —se rasca la cabeza—. Que idiota... entonces que te vaya bien con él.

Pasa por un lado mío y abre la puerta principal. Después de escuchar el portazo, reacciono y voy detrás de él. Afortunadamente lo encuentro frente al elevador, esperando a que llegue.

—Si estoy aquí, contigo... ¿Cuál crees que ha sido mi respuesta a su teoría?

Pasos De CeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora