Capítulo 6: "Peter Pan nunca falla"

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Caminaba de brazos cruzados, escuchando las idioteces que decía Peter sobre que deje de intentar aprender arco y flecha, o que soy caprichosa.

―¡Eres muy caprichosa! ¿Sabes a quién te pareces? A Wendy, ella sólo se encaprichó con irse y...

―¡Ni creas, Peter Pan, que me vas a hacer gastar saliba sólo para decirme lo que tienes guardado, algo que deberías haberle dicho a Wendy!― chillé interrumpiéndolo―. ¡Y tú piensas que soy caprichosa tanto como yo creo que eres sólo un idiota que se cree un rey y que te rindes antes de empezar!

―¡Yo soy el rey de la isla! ¡Yo soy el que mantiene a éstos niños con vida, yo soy todo lo que éstos niños tienen! Todo me pertenece, incluída tú. Desde que pusiste un maldito pie en la isla, me perteneces. ¡No sé cuántas veces tendré que decírtelo!― me contestó parándo de caminar y me enfrentó, frente a frente. Y tan cerca.

―Tú no eres nada, sólo tienes a esos chicos atrapados aquí sin poder salir. Tú te crees el centro del Universo, pero NO lo eres. Comprende eso― le dije acercándome un poco más.

―Sólo eres una niña consentida y estúpida, no sé por qué has venido. Te lo diré por última vez, ERES MÍA― remarcó esas dos palabras y sus ojos se envolvieron en una profunda ira, apretándo sus labios― y nada de lo que hagas o digas, me hará pensar lo contrario. Así que, o te vuelves una de nosotros, o puedes despedirte de mi campamento para siempre, y si lo haces, te despides de tu vida.

―¿Es una amenaza?― le pregunté aún reteniéndo el aliento por su cercanía y tragué en seco.

―Tómalo como tú quieras...― escupió.

En ese momento deseé que una ballesta apareciera en mis manos y así lo hizo. No sabía cómo usar el arco y flecha, pero sí sabía usar las ballestas. Alcé la ballesta que se encontraba detrás de mi espalda y disparé la flecha con todo el odio que tenía hacia aquel demonio.

Lo que yo no pude saber es que Peter, además de creerse el rey, era como Flash o algo. La rapidez con la que anticipó mi movimiento a la perfección y paró la flecha cinco centímetros antes de que atravesara su pecho.

Me miró con una sonrisa egocéntrica y enarcó una ceja.

―¿C-cómo...?― balbuceé un poco y me quedé totalmente atónita, sin poder formular palabra alguna.

―Peter Pan nunca falla― me dijo tirando la flecha al suelo y volvió al camino, dejándome atrás sin poder creérlo aún.

Okay, tiene mágia, puede volar, pero vamos... ¡¿Cómo pudo detener la flecha a sólo cinco centímetros de su pecho, santos cielos?!

El resto del camino fue silencioso y el enfado se notaba a kilómetros tal vez. Cuando llegamos finalmente, me fui a donde Henry y Félix estaban sin si quiera mirar a Pan, no tenía ganas ni de mirarlo.

¿Habría sido una amenaza o una advertencia? ¿Peter Pan era un auténtico demonio?

Félix me miró de arriba a bajo e hizo una pequeña risita.

―NO estoy para bromitas, ¿entendido?― le dije severa apuntándolo con mi dedo índice. Pan ya me había puesto los pelos de punta y no quiero aguantar al rubio, por más amable que intentara ser conmigo.

―Vale, me ahorro el comentario sobre tu cara y tu vestimenta.

―¿Estoy tan mal?

―Mhn... no quiero ofenderte pero... te ves fatal. No fatal de bonita, si no fatal de que estás muy sucia y tu cabello es un desas...

―¡Vale, ya entendí, ¿bien?!― lo interrumpí―. ¿Dónde puedo bañarme?

―Ven, te llevo.

Caminamos por unos cinco minutos ahogados por el silencio, hasta que llegamos a una preciosa cascada con el mismo agua cristalina de la playa. Con rocas y flores en las orillas y lo único que se escuchaba en ese momento era el ruido del agua chocando contra más agua.

―Bien, gracias.

Félix no se movía de ahí y levanté mis cejas, él me miró y su cara se tornó confusa. Hizo gestos imposibles de definir y luego sonrió.

―¿No quieres que no bañemos juntos?― abrí los ojos como platos ante el comentario de Félix y él sólo se echó a reír―. ¡Hey, es una oferta tentadora!

―¡Qué asco, Félix! ¡Desaparece!― le dije con una mueca de asco aunque tenía ganas de reírme también.

―Oh, claro, olvidé que el que te gusta es Peter. Perdón, lo siento― dijo como si fuera un personaje telenovelero. Y luego recordé lo que dijo segundos atrás y fruncí el ceño.

―¡Por Dios, Félix! Piérdete.

―Llámame si cambias de opinión― me dijo desapareciendo entre la maleza y los árboles.

Cuando estuve segura de que Félix se había ido por completo, respiré profundamente. Al fin, un momento lejos de todos. En especial de Pan. Volví a escuchar el sonido del agua y opté por quitarme la ropa y nadar un buen rato.

El agua no estaba tan fría que digamos, sólo un poco. Pero era perfecta, muy cristalina. Sumergí mi cabeza en el agua y abrí los ojos, observando algunas rocas, arena y algas que estaban en el fondo. No es tan profundo, debe tener unos 10 metros de profundidad creo.

Nadé hasta la cascada y me metí detrás de ella, es tan linda. El agua pegaba en mi cabeza y yo sólo reía. Luego me dejé flotar por ahí con los ojos cerrados, hasta que decidí que era tiempo de salir.

Hice aparecer una toalla y me sequé, me vestí y até mis zapatillas. Las había pedido el segundo día que estaba aquí porque no se me daba caminar descalza por la tierra, nunca había tenido ése hábito.

Dí un último suspiro antes de volver con todos los locos del campamento. Sentí algo raro mientras caminaba por el bosque devuelta al campamento, como si alguien me estuviera espiando. Aunque lo terminé ignorando y en menos de seis minutos regresé.

No podía creer lo que mis propios ojos veían cuando regresé, la tienda de Henry y yo estaba ardiendo en fuego. El calor inundaba al campamento y era raro utilizar el adjetivo 'inundar'. Mis ojos saltaron de mis cuencas y corrí hacia donde Henry estaba, mientras Pan hacía mágia para controlar el incendio.

―¿¡Qué diablos pasó mientras no estaba!?― chillé mirándo a Henry por una exlicación. Él tragó en seco y se tardó un rato en contestarme.

―No fue mi culpa que el faról se cayera...― me miró culpable. Todo fue su culpa.

―No, yo creí que la Cenicienta había venido a Nunca Jamás para quemar nuestra tienda. Maldita sea, Henry, estuvimos horas trabajando en ésto...

―Lo bueno es que ya no tenemos que gastar tiempo en juntar ramas para la fogata de ésta noche― interrumpió Pan, haciendo que le dirigiera una mirada fulminante.

...

Lo más horrendo pasó luego, cuando Peter decidió con quién deberíamos compartir tienda. A Henry le tocó con Félix, juro que lo envidié hasta las nubes al ver quién me había tocado a mí.

Peter Pan roncaba como un maldito demonio. Parecía una de esas personas que cuando se ríen hacen ruidos de un animal, un cerdo. Roncaba profundo y muy grave. Verdaderamente insoportable.

Yo dormía en el suelo, en un colchó con menos relleno del que había pensado. Tan delgado que hacia de cuenta que estaba durmiendo en el piso mismo, si que te duela la espalda, tengas a un desgraciado roncando como si se fuese a morir y no poder pegar ni un sólo ojo, es dormir.

Mañana me despertaría con ojeras rebotándome por la cara. Ésta sería una larga noche.

𝐿𝑜𝑣𝑒 𝑛𝑒𝑣𝑒𝑟 𝑓𝑎𝑖𝑙𝑠 [𝑃𝑒𝑡𝑒𝑟 𝑃𝑎𝑛 𝑂𝑈𝐴𝑇]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora