Capítulo 1: "He vuelto"

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Narrador externo:

Había pasado un año desde que la paz envolvió Nunca Jamás, y las cosas no podían ir mejor entre Peter y Rose; se amaban demasiado. Pero era claro que ellos no serían capaces de imaginar lo que estaría por pasar en unos días, no tenían idea de cuánto sufrirían, y de que sus corazones terminarían rotos.

Garfio no se apiada de las personas; al contrario, disfrutará verlos sufrir y tomar venganza. Eso es lo que siempre ha querido Garfio, siempre ha querido que el amor entre ellos se acabe. Pero Garfio nunca ha amado a nadie y no sabe hasta cuánto puede llegar su amor.

Pero el regreso de Garfio no fue culpa de Rose, o Peter o ninguno de Nunca Jamás; ni tampoco de los niños perdidos. Bueno, de uno, pero él no estaba en el campamento de Peter. Era sólo un adolescente que había sido traído a Nunca Jamás por La Sombra, y nadie lo había notado. Pero si lo hubieran hecho, quizás Garfio no habría podido volver para arruinar la vida de todos.

Pero él era sólo un jóven perdido en Nunca Jamás, sin saber qué le pasó y desesperado por salir de allí.

La historia comienza con Noah, el chico que hizo que Garfio volviera, dando un paseo por el bosque de Nunca Jamás cuando estaba atardeciendo, en busca de un poco de comida. Una Isla con forma de calavera llamó su atención, se encontraba situada en medio del agua y resplandecía en colores dorados, aunque la isla era gris. Y aterradora.

Por más de la apariencia que tenía aquella isla, Noah decidió acercarse, sin saber las consecuencias que traería aquello. Nadó unos cuantos metros hasta llegar a ella, y no le importó que el agua estuviera fría, la curiosidad lo vencía. Era más fuerte que él desde que era pequeño.

Entró en aquella isla temerosa y admiró las riquezas que pertenecían a Garfio antes de que lo dejaran encerrado; aunque ahora, pertenecían a los niños perdidos. Quedó maravillado por todo.

―¡Soy rico! ―exclamó el chico de ojos almendra, cabello marrón tal cual chocolate y de piel morena; de, aproximadamente, unos diecisiete años. Pero claro, no pasaría mucho para que se diera cuenta de que nadie podría saber cuán rico era, porque estaba solo en una isla de la que no podía salir. Entonces frunció el seño y se sentó a pensar en lo que ocurría.

No está demás decir que él no sabía de la existencia de los demás niños perdidos, del rey y la reina de Nunca Jamás. Creía que se encontraba solo y que así moriría. Pero se equivocaba; por más de todos los errores que cometería, siempre tendría una familia.

Un objeto llamó su atención: una caja pequeña de plata con un rubie en el centro de la tapa, preciosa en verdad. Pero peligrosa si de lo que contiene dentro se trata. Parecía una inofensiva y linda caja, común, como las otras. Pero nadie iba a la Isla Calavera por una razón, y esa era porque habían dejado ésa caja allí, esperando que así se quedara por siempre. Rose la había dejado allí por ésa razón, y ahí debía quedarse.

O al menos eso se decía, hasta éste día.

Noah se acercó a ella y la levantó de la arena con cuidado, como si de cristal se tratara. La examinó por un rato y decidió abrirla, gran error. Pues no sabía las consecuencias que tendrían.

Él se asustó cuando vio un humo rojo salir de ella y la tiró al suelo, cayendo él también, con miedo en sus venas. Sólo podía preguntarse qué diablos estaba pasando. Vio aparecer a unos hombres vestidos con ropas muy antiguas y con espadas, y tatuajes. Todos eran atemorizantes, pero había uno; uno en especial. Garfio. Que con su ropa negra y su garfio aterrorizó al pobre chico que yacía en el suelo paralizado por el miedo.

Garfio había vuelto, había salido de la prisión que se suponía que debería durar para siempre. El hombre que daba miedo miró a su alrededor y sonrió, seguido de una mueca malévola. Miró al chico y le dijo:

―¿Tú abriste esa caja? ―le preguntó señalándolo, a lo que Noah sólo asintió con miedo―. Buen chico, ahora podrás ser un pirata.

El chico no dijo nada, si bien no quería ser un pirata, sí quería tener un lugar donde estar. Y algo que comer. Así que no protestó y los siguió hasta el gran barco desolado que se encontraba a orillas de la costa, amarrado a un pequeño muelle que era de ellos. Pan no lo había dejado flotar por el mar a la deriba. Se encontraba tal cual lo había dejado, la oscuridad y la mugre seguían allí.

El capitán Garfio se acercó hacia su preciado timón y posó su mano, y su garfio en él. Sientiendose una persona poderosa nuevamente. Se llenó de poder y anunció algo muy temido:

―He vuelto ―dice con su sonrisa malévola en su cara―. Y ésta vez no dejaré que Peter Pan se salga con la suya.

Al otro lado de la isla, donde el campamento de Pan estaba, se sintió una brisa de frío, que hizo que todos se estremecieran. Que hizo que Pan pensara lo peor, pero sólo supuso que fue una correntada, y abrazó a su amada Rose para que ésta no sintiera frío. Pero seguía pensando lo peor muy en sus adentros.

En éstos momentos, su mayor temor era que Garfio volviera y se llevara a Rose, otra vez. Pero ésta vez, que él no lograra salvarla.

Y las pesadillas habían vuelto a Nunca Jamás. Garfio había vuelto, y pensaba quedarse y completar sus planes ésta vez. 


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¡Oh my God! ¡Ha vuelto! ¡Garfio ha vuelto!

¿Qué piensan de Noah?

-Delfi :)

𝐿𝑜𝑣𝑒 𝑛𝑒𝑣𝑒𝑟 𝑓𝑎𝑖𝑙𝑠 [𝑃𝑒𝑡𝑒𝑟 𝑃𝑎𝑛 𝑂𝑈𝐴𝑇]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora