Capítulo 14: "Dos caras"

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La noche había caído rápidamente. La tarde de hoy fue la más divertida y feliz que he tenido, me la pasé muy bien con Peter. Aprendí que tiene dos caras, y creo que me he ganado ver su lado bueno. Ese lado me encanta.

Me dijo que no se divertía así desde hace mucho tiempo. No me costó para nada creerle, es que él es un chico muy, uf... es una de esas personas que sólo saben dar órdenes, a veces. Pero cuando tienes la oportunidad de conocerlo bien, es... lindo.

Estaba pensando en lo que posiblemente sentí hoy en el lago, estando junto con Peter. Yo no podía sentir eso, ¿o sí? Es decir, nunca me había pasado y no creía que pudiera pasarme ahora con él.

La fogata estaba por comenzar y debía salir y dejar de pensar en ésto de una vez. Estuve con éste pensamiento en la cabeza desde que llegamos aquí.

Salí de la tienda y me encontré con la misma escena de siempre: niños correteando de aquí a allá y un fuego intenso en medio del campamento, y Peter alistándose para comenzar a tocar su zampoña.

Cuando comenzó a tocar el instrumento, pensé que podría escucharlo... Pero no, no puedo. ¿Qué es lo que pasaba conmigo? Pues; la tristeza de hoy había vuelto. Y comencé a pensar en ello, me deprimí. Ni siquiera quería pensar en ellos porque sabía que ésto pasaría.

Más entrada la noche, cuando los niños comenzaron a cansarse y algunos adolescentes también, se comenzaron a irse a acostar. Adam me pidió que lo acompañara a su tienda ya que Hank aún no quería dormirse y estaba solo.

Besé la frente de Adam mientras lo tapaba con sus sábanas, él sonrió y se removió en su cama buscando una posición cómoda. Me reí un poco y él cerró los ojos con una pequeña sonrisa en sus labios.

―Buenas noches, amor ―le digo acariciando su frente y me voy hacia afuera nuevamente.

No habían muchos niños, todos se rendían por el sueño. Félix estaba con otros dos chicos hablando, había sólo cuatro niños pequeños sentados en los troncos y ya estaban comenzando a bostezar. Peter se encontraba sentado en un tronco, solo, y con su zampoña en las manos. Miraba el fuego.

―Eh, hola ―le digo sentándome a su lado con una leve sonrisa. Él me sonríe al verme y clava sus ojos en mí.

―Hola. ¿Adam se ha dormido?

―Sí. Es tarde y no tengo nada de sueño, joder.

―Yo tampoco tengo sueño. ¿Te pasó algo? Porque noté que no participaste del baile ―me dice frunciendo el ceño; tan común de él.

―He estado un poco... ¿triste? Por así decirlo ―encogí los hombros.

―Te diré algo que puede llegar a alegrarte, pero me da algo de vergüenza... ―dice nervioso.

―Otra vez, hablas demasiado. Ve al punto ―reí.

―Muy bien ―sonrió―. ¿Qué edad tienes?

―Diecisiete, ¿por qué? ¿Tú cuántos tienes? ―pregunté confundida.

―Eh... dos siglos, y medio ―me atraganté con mi saliva y comencé a toser, luego reí como si fuera la última vez que lo haría. ¡Dios santo, es un viejo! Viejo y sexy, mala combinación.

―¡Eres un viejito! ―exclamé recobrando la cordura.

―Bueno, pero me veo como de diecinueve ―defendió.

―Gracias por hacerme reír, abuelo.

―Como dije, no soy bueno con los sentimientos, pero... puedes decirme. ¡Y no me digas abuelo! ―protestó. Se sentó con una pierna de cada lado del tronco para mirarme sin tener que torcer su cuello, pero no cambié mi posición. Si iba a contarle lo que sentía, no quería que viera mi cara―. Ahora, abre tu corazón, Rose. Quiero ver qué se esconde dentro de él.

―Es... huh, algo horrible ―solté. Peter se puso serio y no interrumpió, quería escucharme; y eso me hizo sentir que no era tan idiota como pensé. Asintió para que continuara―. Yo tengo... días de melancolía, depresión. Por mi familia, mis amigas, en especial Theo. No sé por qué, es decir, sí; me siento bien aquí... Ustedes son como mi familia ―Peter sonrió―, a veces quiero volver. Sólo por unas hora, para verlo. Es que no sé qué hará Theo sin mí. Lo quiero y lo extraño ―me quebré. Mi corazón se encogía lentamente y dolorosamente. Me puse la capucha de mi capa para evitar que viera las lágrimas que comenzaban a correr por mi mejilla. Él se acercó un poco y yo miré a otro lado abrazándome a mí misma, no quería que me viera llorar.

―Yo... no sé qué decirte, Rose. Sabes que no soy bueno en ésto, pero haré el esfuerzo: Lo siento. Lamento haber tirado ese collar, no sabía cuánto significaba para ti ―puso su mano sobre la mía haciendo que sienta un terrible escalofrío correr por todo mi cuerpo. Mi cuerpo se tensó y él sacó la mano apenado―. Lo siento, fue sólo...

―Está bien ―lo interrumpí―. Gracias por escucharme.

―No fue nada ―sonrió.

Admito que fue muy incómodo dormir en la misma cama luego de eso. Pero lo que sentí cuando Peter tomó mi mano, fue especial. Además de su disculpa por ser un completo idiota, eso valió, y mucho.

Él no era como creí que sería; bueno, en parte sí. Pero, por otro lado, era un chico bueno, con sentimientos: la segunda cara de Peter Pan que no muchos tenían la suerte de ver; y yo, era una de ellas.

Al día siguiente me desperté muy agusto, demasiado diría yo. Cuando me dí la vuelta para ver si Pan estaba dormido, me dí cuenta de por qué estaba tan agusto: Peter Pan rodeaba mi cintura con su brazo, dándome el calor y seguridad que producían sus brazos.

Quizá, sólo quizás, me esté pasando de sólo gustar de Peter. Quizá esté comenzando a ¿quererlo? No lo creo, ¿pero qué pasaría si eso me sucede?

No puede ser tan malo...

𝐿𝑜𝑣𝑒 𝑛𝑒𝑣𝑒𝑟 𝑓𝑎𝑖𝑙𝑠 [𝑃𝑒𝑡𝑒𝑟 𝑃𝑎𝑛 𝑂𝑈𝐴𝑇]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora