Capítulo 11: "Isla Calavera"

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Estaba caminando de lado a lado en la tienda, impaciente por una respuesta. Me había despertado hace unos 30 minutos y esperaba que Peter también despertara para poder preguntarle sobre el maldito brazalete que me traía loca. Hasta había soñado con eso en la noche. Sostenía el brazalete y la nota en mis manos mientras caminaba, y caminaba, y caminaba.

―Si sigues caminando así, le harás un hoyo al piso ―dijo la voz dormida de Peter, quien luego se sentó en la cama. Esperé a que se estirara y pudiera abrir bien los ojos. Luego saqué el brazalete de mi espalda y me paré frente a Peter, quien permanecía sentado, y se lo mostré, golpeando mi pie contra el suelo unas cuantas veces. Él pareció atontado y me miró confuso, sus ojos viajaban a rápida velocidad del brazalete hacia a mí, y viceversa― ¿Cómo lo obtuviste? Creí haberlo...

―¿Escondido? No escondes las cosas muy bien, Peter ―enarqué una ceja―. Ahora... ¿vas a decirme sobre el brazalete?

―No te conviene, Rose.

―Quiero saberlo, ¿él... ha vuelto?

Suspiró resignado y bajó la cabeza, luego la volvió a su posición inicial.

―Al parecer... sí. Pero aún no comprendo cómo entro al campamento, debe haber sido por la noche o muy temprano en la mañana.

―¿Y qué hay sobre el brazalete?

―No sé cómo sabe de ti y... me preocupa cuál es su intención.

―¿Intención? ¿De qué hablas?

―Garfio no es idiota, hizo casi lo mismo con Wendy y casi la convence de convertirse en una pirata. Pero... tú eres diferente, no sólo va a intentar alejarte de mí, eres más para él. Eres su objetivo, Rose. Es peligroso. Ahora que él sabe que existes, no debes andar sola y cuidarte las espaldas.

―¿Dices que necesito un guardaespaldas?

―Por así decirlo... ―me quitó el brazalete y lo miró con detenimiento―. Vamos a devolverlo.

―¿A quién? ¿A Garfio? ―pregunté confundida.

―A la Isla Calavera. No quiero que haya nada que tenga que ver con Garfio en éste campamento. ¿Haz volado alguna vez?

―No...

―Prepárate entonces.

Antes de que pudiera darme cuenta, ya estábamos en el aire, volando. Peter me sostenía de la cintura y yo tuve que aferrarme a él si es que no quería caerme. Cuando saqué la cabeza del hueco de su pecho, pude admirar la altura en la cual estábamos.

Todo se veía precioso. El paisaje perfecto.

Pan me miró y sonrió, seguido de volar más rápido. Me dió miedo, así que me aferré con uñas y dientes a él, no literalmente. También me daba miedo a que Peter me soltara, porque él no es el más bueno del mundo necesariamente.

―¡Es increíble!― exclamé emocionada mientras mi sonrisa llegaba a su límite.

―Sabía que te gustaría― comenzó a buscar con sus ojos la Isla y en unos segundos más estuvimos en la playa, pero aún nos manteníamos en el aire―. Es ahí.

Señaló una isla a lo lejos en forma de calavera, era oscura. Como si todo lo que estuviera a su alrededor también tuviera su toque de oscuridad, como si la hubieran embrujado. Como si estuviera maldita o algo así.

Descendimos hasta la arena de aquella isla y me separé de Peter. Ambos caminamos hacia los adentros de la isla, metiéndonos en la calavera. No podía creer lo que veía cuando entramos: Todas riquezas de oro. Collares, brazaletes, anillos, de todo.

Me quedé admirando todo lo que la cueva poseía mientras Peter lanzó el brazalete junto con los demás accesorios.

¿Éste sería el mismísimo botín del Capitán Garfio?

―¿Es su botín?― pregunté mirando a Peter.

―Es uno de sus cuantos botines― se acercó a mí unos tres pasos y nos miramos fijamente. Él tomó una bocanada de aire y pensé que quizá intentaría algo, pero estaba equivocada―. Necesito que escuches con mucha atención lo que voy a decirte, es importante ―asentí―. Quizá hayamos devuelto el brazalete, pero ésto no termina aquí. Ésto acaba de empezar. No quiero que estés ni a 100 metros de Garfio, quiero que te alejes de él. A partir de hoy vas a obedecerme en todo lo que te diga, vas a ser acompañada a todos lados y no voy a aceptar una de tus rabietas. Se hará lo que yo diga cuando yo lo diga y punto, ¿entiendes?― me dijo en tono severo, midiendo cada una de sus palabras.

―No quiero que nadie me acompañe a bañarme.

―No pienso dejarte sola para que esos idiotas vengan y te secuestren. Ya tuve demasiado con Wendy.

―Puedo defenderme sola, tú y Félix me enseñaron.

―No puedes, Garfio parecerá un idiota pero no lo es.

―No quiero depender de ti siempre.

―Sólo haz lo que yo te diga y nadie va a lastimarnos, a ninguno de nosotros. ¿O a caso quieres que lastimen a Félix, Henry, Adam...? Piensa en ellos, Rose.

―Sí que sabes cómo chantagear a las personas, Pan.

―Te seguiré entrenando, sólo por seguridad.

―Félix entrena mejor.

―Félix no pelea como en un ataque real, si no sabes cómo son los ataques reales, terminarás perdiendo. Un momento... ¿te gusta Félix?― me dice con el ceño fruncido y lo encuentro realmente adorable.

―No, estás loco, Pan.

―No me mientas― se acercó un paso más.

―No miento― me acerqué y ya nos separaba unos pocos pero significantes centímetros―. ¿Por qué tanto interés?

Él tragó en seco y negó con la cabeza, formando una sonrisa sarcástica. Luego se dirigió a la salida y salió.

Me quedé algo confundida por esa actitud y lo seguí.

Estuvimos demasiado tiempo en esa isla, debe ser la tarde ya. Me pregunto qué estarían haciendo los niños perdidos en éste momento.

...

Estuvimos caminando por un buen tiempo en la playa, el cielo se había pintado de un naranja intenso. Todo era muy lindo, Pan me hablaba de muerte, de Garfio. De sus peleas y de a quién había asesinado, aunque yo ni siquiera lo escuchaba, estaba perdida en el paisaje tan hermoso.

―¡Rose!― gritó Peter y yo me sobresalté. Él me miró molesto y to tragué en seco, hace rato no enfadaba a Peter y acabo de echar todo por la borda―. ¿Me estabas escuchando?

―Es aburrido, Pan, lo siento...

―Volvamos, se hará tarde.

Nos internamos en el bosque para llegar al campamento rodeados de un silencio peor que mortal. Nadie decía ni hacía nada más que caminar, y eso me frustrada.

Odiaba el silencio incómodo.

Me recordaba a las malas noticias, o el silencio, simplemente, me recordaba a la soledad. Quizá por eso hablaba hasta por los codos en algunas ocasiones, quizá era porque no quería sentirme sola.

Caminamos un par de minutos más y llegamos, pero fue una sorpresa lo que encontramos al regresar. Peter apretó su mandíbula y el enojó también me atacó a mí.

¿Qué diablos hacía él aquí?

𝐿𝑜𝑣𝑒 𝑛𝑒𝑣𝑒𝑟 𝑓𝑎𝑖𝑙𝑠 [𝑃𝑒𝑡𝑒𝑟 𝑃𝑎𝑛 𝑂𝑈𝐴𝑇]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora