Capitolo XXI

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Capitolo XXI: Luna llena

***


Lucy

Mikayla trotó hacia mí y enredó su pequeña y fina mano con la mía, le regalé una sonrisa fugaz.

- ¿Sabes qué me gusta hacer? -le murmuré.

- No, dime. -alzó una ceja.

- Me gusta sentir la hierba bajo mis pies, me recuerda al jardín de mi casa. -me detuve en el lugar.

- Tu jardín es genial. -dijo.

Reí.

Me descalcé, las plantas de mis pies hicieron contacto con el húmedo pasto, cerré los ojos y me llené de una grata sensación. Observé a mi amiga, esta decidió imitar mis acciones y se despojó de sus relucientes zapatos y los altos calcetines que adornaban sus pálidas piernas.

- Odio estos calcetines tan feos, y odio este maldito uniforme. -farfulló.

- Te queda bien. -pellizqué su jersey azul marino.

- Ni por asombro. -contestó fingiendo asco.

- No cambiarás. -coloqué el brazo sobre su hombro y la acerqué a mí.

- A ti si que te queda bien. -me sonrió.

Negué con la cabeza y besé su mejilla.

- Qué bien que ya no llueva, este sitio se vuelve tan tétrico en los días de lluvia. -contemplé el cielo.

- Es un lugar encantador. -alcancé a escuchar la voz de Ashton.

El castaño se colocó a mi lado, seguido de Harry y Trasto. El animal se escurrió bajo mis piernas, haciendo tambalear mi cuerpo.

- No hagas eso, Trasto. -habló el rizado.

Mikayla se carcajeó por lo bajo.

Nos dirigimos a la entrada del pequeño bosque, Trasto no paraba de ladrar y correr de un lado al otro mientras movía la cola rítmicamente.

Era tan feliz.

Una cálida brisa acarició mi rostro, mis labios se curvaron en una sonrisa. 

Observé a mi alrededor, Harry y Miki se encontraban entretenidos jugando con el travieso animal, este saltaba como un conejo sobre las piernas de ambos. Reconocí un fresco y varonil aroma a mis espaldas, sus brazos se enredaron en mi cintura con delicadeza. Alcé la cabeza y lo miré, sus pardos ojos resplandecían bajo la anaranjada luz del sol. Me sonrió, y yo hice lo mismo.

- Eres lo más bonito de este lugar. -musitó a escasos centímetros de mi rostro.

Me sonrojé.

Sentí sus labios sobre mi mejilla, suaves y delicados.

- Me gusta cuando te sonrojas. -entonó, y besó de nuevo mi mejilla.

El Príncipe de las Tinieblas |n.h| auDonde viven las historias. Descúbrelo ahora