Capitolo XXVI

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Capitolo XXVI: Atropa Belladonna

***

Había transcurrido una semana y mi padre permanecía hospitalizado, todavía no había despertado del coma y mi madre parecía estar cada vez más convencida que pasaría un tiempo más en ese estado. En palacio las cosas seguían igual, las clases de música con Andrei, la hora del té junto a Victoria, las charlas con Harry, las mañanas soleadas acompañada de Trasto y el pequeño gatito que Ashton encontró en los establos. Todo, salvo Ashton. Su nombre y su imagen rondaban por mi cabeza, y de vez en cuando, me acercaba a la hípica con la esperanza de encontrarlo de nuevo allí. Pero él no estaba, y no sabía dónde se encontraba.

Trasto brincaba animado tras de mí mientras me colocaba la chaqueta y me encaminaba hacia la salida. "Ya vamos, ya vamos" acaricié su hocico y abrí la puerta, la brillante luz del sol me obligó a agachar la cabeza y a entrecerrar los ojos por unos instantes. 

Paseamos por el inmenso jardín durante un par de horas, Trasto jugaba con las mariposas que revoloteaban alrededor de las preciosas flores de colores y algún que otro pequeño ratón que correteaba entre los frondosos arbustos. El animal decidió adentrarse en el extenso laberinto del jardín trasero, lo seguí curiosa, pronto me encontré perdida entre los verdosos y densos muros de aquel mágico y misterioso lugar. Caminé durante un par de minutos, tomé diferentes direcciones, y de repente, un par de voces captaron mi atención. Me atreví a observar detrás de una esquina, divisé dos figuras al final del camino, la salida del laberinto.

Marco.

Y la pelirroja de ojos claros.

- Quiero saber qué es lo que se trae entre manos con esa niñita humana. -le escuché decir a ella.

- Esa muchacha no significa nada para él. -escupió Marco.

- No estoy segura, el muy desagradecido está empezando a evitarme. -contestó la pelirroja.

- ¿Estás celosa? -inquirió el ojiazul.

- Sabes perfectamente lo que siento por Niall. -gruñó la esbelta chica.

Oh.

- Deberías empezar a olvidarte de él, ya sabes cómo es Niall, no pretende enamorarse de nadie. -respondió el castaño con indiferencia.

- Ya lo veremos. -sentenció orgullosa.

- Si Niall no quiere que se la chupes más siempre puedes hacerme un favor a mí. -comentó él.

Qué asco, pensé.

- Eres un imbécil, Bellini. -la joven de melena color fuego soltó asqueada, y se fue de allí.

Marco le dio una última calada al cigarrillo que sostenía entre sus largos dedos y lo lanzó al suelo para después apagarlo con la punta del zapato, entonces, dirigió la vista hacia mí y rápidamente me escondí detrás del muro.

-¿Quién anda ahí? -demandó.

- Eso ha estado cerca. -alcancé a escuchar una fina y dulce voz.

Me giré, y mis ojos se encontraron con los de una chica de piel pálida y cabello dorado.

- ¿Qué? -pronuncié.

El Príncipe de las Tinieblas |n.h| auDonde viven las historias. Descúbrelo ahora