El Príncipe de las Tinieblas |n.h| au

Capitolo XXVIII

Capitolo XXVIII: Lupus Dei

***

Colgué la llamada rápidamente, tras escuchar un par de voces femeninas demasiado cerca, y quedé petrificada junto al robusto armario, me mordí el labio nerviosa y contuve la respiración durante unos interminables segundos.

Que no entre nadie, por favor.

Por favor.

Poco después, las voces parecieron esfumarse en el silencio que reinaba el lugar, suspiré aliviada y me di prisa en colocar todos aquellos documentos en su sitio correspondiente.

Fue entonces, cuando descubrí algo demasiado relevante.

Lupus Dei.

Tomé la carpeta entre mis manos y la abrí, dentro se encontraba un sobre amarillento, de un tamaño similar y con las mismas palabras escritas en la solapa.

- ¿Lupus Dei? -susurré.

Destapé el sobre con cautela y escurrí la mano en el interior, papeles y más papeles. Saqué la primera hoja que las yemas de mis dedos habían tanteado previamente, y al instante, mis ojos fueron a parar al nombre que yacía escrito en ella.

Louis van den Bogaerde.

- ¿Qué demonios? -farfullé confundida y releí el nombre.

-Fecha de nacimiento: 24 de diciembre de 1993.

-Lugar de nacimiento: Londres, Reino Unido. (St Thomas' Hospital. Westminster Bridge Rd, London SE1 7EH.)

Continué leyendo aquel documento, letra por letra, durante varios minutos. Toda la información recopilada era cierta, desde la fecha de nacimiento, hasta el lugar de residencia actual.

No lograba entender por qué Niall poseía ese tipo de documento tan sospechosamente detallado sobre mi hermano.

De nuevo, rebusqué dentro de aquel sobre de papel. Habían fotografías, fotografías de Louis y fotografías mías.

Fruncí el ceño.

Eran fotografías que alguien había tomado sin nuestro consentimiento, parecidas a las que podría haber tomado cualquier investigador privado.

¿Qué significaba todo eso?

¿Si Niall únicamente estaba interesado en mí, por qué  guardaba en su despacho tal documento sobre mi hermano?

¿Lupus Dei? 

Solo sabía que esas palabras estaban escritas en latín.

(...)

Cubrí mi cuerpo con las gruesas sábanas y dejé caer la cabeza sobre la almohada, al instante, esta se hundió y provocó que un par de mechones cayeran sobre mi rostro. Los aparté con un par de soplos y me acomodé entre las sábanas, mis ojos viajaron hasta el balcón de la habitación, una brillante luna se alzaba imponente en el cielo.

Lupus Dei .

Lupus Dei.

Lupus Dei.