Capítulo IV

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Capítulo IV: Cruel


Las estúpidas —pero afiladas—  palabras de Julius  hacían hervir mi sangre; a veces era demasiado insolente. Sus ojos siempre me observaban des del desprecio,  la arrogancia, el odio y la desfachatez.

— Entrega a Irwin. —ordenó.

Quise abofetearle la cara en ese preciso instante. Aquello era un despropósito, jamás haría algo así.

— ¡¿Cómo quieres que entregue a Irwin al Consejo?! —gesticulé ciertamente alterado.

— ¿Y cómo quieres proteger a Lucy? —inquirió él.

— Renunciando al trono. —dijo Harry.

Ese comentario inundó el espacio en un tenso silencio que casi convierte el lugar en un cementerio. La realidad acababa de golpear mi mente de la forma más inesperada.

— Por encima de mi cadáver. —irrumpió alguien más— No vamos a entregar a Irwin, vamos a darles algo mucho mejor.

Cuando levanté la vista, distinguí un par de ojos aguamarina muy familiares.

— Bellini, ¿De qué hablas? —cuestionó Styles.

— Del Híbrido. —contestó.

— ¿Qué? —di un paso al frente de manera brusca.

— Vamos a entregar a Elijah Tomlinson. —me encaró Bellini, muy seguro de su peligrosa propuesta.

— Por dios... Estoy rodeado de locos. —musité incrédulo.

— Me parece mucho peor que renuncies al trono por una humana. —me replicó.

— ¿Perdona? —inquirí molesto.

Me coloqué frente a él y le miré directo a los ojos.

— ¿Quieres que los van den Bogaerde me odien todavía más? —dije.

— Si eso sirve para que dejes de lloriquear por una chica, entonces sí. —murmuró casi sobre mi boca.

Entonces lo agarré del cuello fuertemente.

— ¿Quién te crees que eres? —mis uñas se clavaron en su cuello.

— ¿Qué crees que haces, Horan? —pronunció con cierta dificultad— Esto no es un juego.

— Niall, ya basta. —escuché a Harry decir.

Lo solté, pero mis ojos seguían fríos y contundentes sobre los suyos.

— No me parece tan mala idea, la verdad. —esta vez fue Julius quien habló— A menos... Que no te importe perder tu corona.

Lo miré, sabía que hablaba totalmente en serio. Pero no confiaba en él. Y nunca lo haría.

— Salid de aquí. Necesito pensar. —ordené.

Busqué los ojos de mi mejor amigo, y él me lanzó una mirada de desaprobación. Se acercó a mí, y antes de que pudiera abrir la boca para hablar, él se plantó de brazos cruzados y pronunció:

— Ni lo pienses.

Me pasé la mano por el pelo y dejé escapar un largo suspiro.

— ¿Y qué se supone que tengo que hacer? —inquirí.

— Sé que no vas a renunciar al trono. Así que... Si no quieres perder todo lo que tienes, deberás luchar continuamente. —dijo— Y sobre todo, deberás luchar para proteger a Lucy.

El Príncipe de las Tinieblas |n.h| auDonde viven las historias. Descúbrelo ahora