Capítulo IX

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Capítulo IX. Entre la espada y la pared

Lucy

Una aguda punzada en la cabeza me obligó a abrir los ojos poco a poco, todo estaba oscuro y me encontraba terriblemente mareada. Tenía una indescriptible sed, como si mi lengua fuera el desierto del Sáhara.

Me erguí torpemente, pues sentía que mi cuerpo —casi— se movía por si solo hacia un lado. La cabeza me daba vueltas. Ni siquiera me permití buscar el interruptor de la luz y simplemente me concentré en salir de mi habitación.

— ¿Qué hora es? —hablé para mí misma.

Cuando abrí la puerta y salí al exterior de la habitación, me di cuenta de que no estaba en mi casa; estaba en el palacio. No llevaba mi teléfono móvil encima, ni sabía dónde estaba mi pequeño bolso rojo.

¿Cómo demonios había terminado allí?

Desde luego no quería encontrarme con nadie, pero tampoco podía quedarme encerrada en la habitación. Así que, decidí reanudar el paso, y me dirigí hacia la planta principal. Bajé las escaleras lentamente, mientras sentía una molesta sensación en mi estómago. Quizás había bebido demasiado. Y entonces, justo antes de alcanzar el último escalón, tropecé con mi propio pie y me caí.

Al instante, una escandalosa carcajada resonó en el lugar. No quería levantarme del suelo, me estaba muriendo de la vergüenza.

— ¡Por favor, vuélvelo a hacer! —dijo aquella voz familiar.

Sentí calor en mis mejillas. Y cuando me atreví a alzar la cabeza, todavía fue peor; Bellini se encontraba parado a escasos metros de mí, y junto a él, Niall.

— Voy a pedir una copia del video de las cámaras de seguridad. —continuó riendo Marco.

Me mantuve quieta en el suelo, pues aquello era demasiado vergonzoso, pero pronto unos pies caminaron hacia mí.

— ¿Estás bien?

Cuando reconocí aquel característico acento, me sentí un tanto aliviada. Levanté la barbilla, él había alargado su mano frente a mí. Me erguí lentamente, y después, la tomé.

— Sí, gracias. —musité.

Mis ojos viajaron por debajo de mi falda, me dolía la rodilla. Suspiré pesadamente.

— ¿Seguro? —preguntó Julius.

— ¿Qué haces vestida así? —interrumpió Bellini— Pareces salida de una película Porno.

— Gracias a ti también, estoy bien. —lo encaré.

— Avísame cuando se estrene tu gran película. —comentó burlón— Aunque lo que acabo de ver ahora es mucho más entretenido.

— ¿Cuántos años tienes? ¿Doce? —inquirí molesta.

Antes de que Marco pudiese responder, alguien más apareció en la escena.

— Lucy. —pronunció.

Noté mi piel erizarse sutilmente; Niall.

— Qué oportuno. —Bellini rodó los ojos.

— ¿Podemos hablar? —el ojiazul se dirigió a mí.

Por un momento, no supe qué hacer.

— Tengo tus cosas, por cierto. —explicó.

— Eh... —balbuceé— Claro.

Sentí los ojos de Julius sobre mi rostro. Acomodé la falda de mi vestido y me encaminé hacia Niall, quien se encontraba detrás de Bellini y su hermano gemelo.

El Príncipe de las Tinieblas |n.h| auDonde viven las historias. Descúbrelo ahora