Capítulo VI

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Capítulo VI: Jugar sucio

Huir de los tristes ojos de Niall me hacía sentir terriblemente culpable, pues sabía que él estaba enamorado de mí. Me amaba, a su manera, pero era algo realmente genuino y bello. Sentía que estaba traicionando a mi corazón, que me escondía en el dolor de Ashton y los violentos hechos de aquellas imágenes. Quizás no era capaz de entender cómo Niall había podido hacer algo semejante "por amor", en mi mente racional, aquello era cruel e ilógico. Trataba de comprender sus actos desde la perspectiva del amor, de nuestra turbulenta pero increíble historia de amor; tal vez sí estaba tratando de protegerme de algo o alguien que acechaba a Ashton, y que, en consecuencia, terminaría acechando a mi persona. Quería confiar en él, en sus palabras, pero aquellas imágenes habían calado en mi alma fuertemente...

Abrí la puerta de la sala, y el adorable animal corrió hacia mí. Lo tomé torpemente entre mis brazos y lo estrujé con cuidado.

— Yo también te he echado de menos. —dije.

Le había prometido a Niall que visitaría a Trasto una vez a la semana, para permanecer cerca de él y asegurar su bienestar físico y emocional. Ahora estaba contento y animado.

— Parecéis un matrimonio divorciado que tiene la custodia compartida de su hijo. —comentó Mikayla.

Reí.

— A veces me siento como una madre. —respondí.

— Desde luego, cada miércoles estás aquí cumpliendo con el acuerdo del divorcio. —bromeó mi mejor amiga.

Me reí de nuevo.

Tomamos el té y jugamos con Trasto en el —enorme— jardín durante toda la tarde, hasta que el sol comenzó a esconderse y el frío se hizo todavía más presente. Sin quererlo, mis ojos viajaron hasta el gran ventanal del despacho de Niall, y entonces, mi mundo se detuvo por un instante. Él se encontraba de pie, sus preciosos ojos sobre mí, observando la escena un tanto melancólico. Un pequeño pero agudo pinchazo hizo estremecer mi corazón; le echaba tanto de menos, que incluso era doloroso. Por un momento, quise correr hacia sus brazos, como tantas veces había hecho. Pero algo me atrapaba en la incertidumbre y la desconfianza.

Aparté la vista lentamente y me encaminé hacia Trasto; no quería permanecer allí más tiempo.

[...]

Las semanas pasaban, pero mi mente permanecía en Niall. A veces deseaba con todas mis fuerzas que apareciera en el palacio, junto a Trasto. Pero otras muchas, quería evitar su presencia a toda costa, pues no podía soportar aquel doloroso sentimiento que estrujaba mi alma sin piedad.

Tomé un par de libros que necesitaba para el trabajo de literatura contemporánea y cerré la puerta de la taquilla vagamente. Estaba cansada, mi rendimiento académico había decaído levemente, junto a mi estado de ánimo.

Me encaminé hacia la salida del edificio, y pronto vi un grupo de chicas amontonadas en la puerta principal. Cuchicheaban entre ellas y reían por lo bajo. Cuando me acerqué al lugar, pude escuchar a alguna de ellas hablar.

— Qué guapo es. —dijo una.

— ¿A quién estará esperando? —preguntó otra.

Caminé entre las chicas y abandoné la academia. Justo cuando mis ojos se despegaron de la centenaria hilera de escaleras, el corazón me dio un vuelco. Sus ojos se encontraron con los míos, y mi cuerpo se paralizó en el lugar. Lo admiré sorprendida, vestía informal, jamás le había visto así; parecía un chico normal y corriente. Se encontraba recostado casualmente junto a un árbol.

¿Qué hacía él allí?

Di un paso al frente, y él me imitó. Todas las miradas y comentarios cayeron sobre mí. No supe qué demonios hacer.

El Príncipe de las Tinieblas |n.h| auDonde viven las historias. Descúbrelo ahora