Capitolo X: Gli occhi del diavolo
***
Mis zapatos golpeaban sonoramente el mármol de las escaleras, el lugar yacía tranquilo, la cálida y mañanera luz de sol me arropaba de forma agradable mientras me encaminaba hacia la puerta principal del palacio. Salí al exterior, la brisa fresca golpeó mi rostro, respiré profundamente, y mis ojos, comenzaron a analizar a mi alrededor. Reprendí el paso, y me dirigí a la parte trasera del gigantesco jardín que rodeaba el edificio. Me adentré en una zona que desconocía, caminé por un camino solitario, este guiaba hasta una pequeña hípica situada en un paisaje realmente idílico. Divisé un precioso caballo blanco, tal como la nieve que corona los tejados de las casas en invierno, puro, de porte elegante y brillante pelaje. Abrí la puerta de la verja, tratando de hacer el menor ruido posible, y me acerqué al majestuoso animal con mucho cuidado.
— Hola bonito. —lo acaricié delicadamente.
Años atrás, solía acudir a clases de hípica, y era algo que disfrutaba plenamente, hasta el día en que sufrí un pequeño accidente:
Una tarde de verano, el caballo en el que había montado miles de veces, y que tanto adoraba, se descontroló, y causa de esa extraña reacción, perdí el equilibrio y caí al suelo. Consecuentemente, me fracturé la pierna derecha, y desarrollé una fuerte fobia en referencia a ese animal, y al mundo de la hípica. Jamás volví a montar a caballo, y tristemente, ese hecho, repercutió en mi vida más de lo que hubiera imaginado.— Está prohibido acercarse a los caballos. —anunció una extraña voz.
Me giré, y vi un joven de melena castaña y facciones suaves recargado sobre la verja de madera.
— Lo siento, no lo sabía. —me disculpé.
— Tranquila. —dijo, y se acercó a mí.
Me sonrió educadamente, y acarició el lomo del animal, lo observé de reojo, era alto y atractivo, de ojos verdes, y piel pálida.
—¿Le gustaría montarlo? —señaló el caballo.
— Oh, no, gracias, hace tiempo que no monto. —me excusé.
— ¿Solía montar antes, señorita? —preguntó.
— Sí, pero de eso hace muchos años. —contesté.
— Yo puedo enseñarle, mi nombre es Ashton Irwin. —me tendió la mano, y la estreché cordialmente.
— Lucy, Lucy van den Bogaerde, y creo que no es buena idea. —musité.
— Es un caballo muy dócil, no debería temer nada.
Me mordí el labio dudosa, y suspiré.
—Quizás podría dar un pequeño paseo —el castaño sonrió— ¿Cómo se llama?
— Mercutio. —respondió.
Ashton preparó a Mercutio, mientras lo observaba detenidamente, y miles de recuerdos volvieron a mí como un huracán incontrolado. Con cuidado, me subí encima del animal, y me coloqué correctamente sobre la silla. Cerré los ojos, y bufé.
— ¿Se encuentra bien? —habló.
— Sí, sí, tan solo... estoy un poco nerviosa.
— No se preocupe, no voy a dejarla sola. -me regaló una pequeña sonrisa tranquilizadora.
(...)
— Este lugar es precioso. —dije impresionada.
— Es la mejor parte del jardín. —Ashton se tumbó sobre el césped.
ESTÁS LEYENDO
El Príncipe de las Tinieblas |n.h| au
FanfictionSobrevivir en este mundo es un negocio sangriento. Los secretos unen a la familia, pero esta dejó de serlo hace mucho tiempo. Las mentiras del pasado acaban saliendo a la luz, y con ellas, la peor cara de las personas. #2 en MISTERIO (Mayo 2018)...