Capítulo XXII: Por el pasado
Julius
Mi mano volvió a enredarse en su cuello fuertemente; quería destrozarla en mil pedazos. Y todavía sintiendo el métalico y asqueroso sabor de su sangre en mi boca, incliné el rostro levemente y la amenacé.
— Si vuelves a acercarte a van den Bogaerde, te juro que te partiré el cuello. —gruñí.
Entonces, la solté con brusquedad y me aparté a un lado.
— Vete. —ordené fríamente.
— Te estás creando muchos enemigos. —le escuché decir mientras se erguía y se encaminaba hacia la salida.
— Los enemigos no te traicionan. —dije para mí mismo.
Cuando la pelirroja abandonó la sala, tomé mi antigua pitillera de plata y la abrí casualmente. Me llevé un cigarrillo boca, y lo encendí. Observé mis manos, estas se encontraban manchadas de su asquerosa sangre.
Le di una larga calada al cigarrillo, mientras caminaba hasta el pequeño aseo de la solitaria sala. Una vez dentro del aseo, una extraña sensación se apoderó de mí; me sentí observado. Cuando abrí el grifo del agua fría y coloqué mis manos debajo de este, mis ojos se inclinaron levemente. Fue entonces, cuando un gélido escalofrío delineó mi espalda con una lentitud extrema. Levanté la vista, y el corazón me dio un vuelco. Creí verla reflejada en el espejo del lavamanos; fue una aparición fugazmente dolorosa, pero pudo atrapar el aire en mi garganta.
— Jane. —susurré.
Me giré rápidamente, para encontrarme con una pared vacía. Evidentemente, aquello no había sido real.
Abandoné el lugar apresuradamente, como si sus ojos siguieran persiguiendo mi corazón a cada paso que daba. Comencé a sentir sed; la garganta me ardía. Esa sensación —tan exasperante y animal— cada vez era más recurrente. Su recuerdo era extremadamente doloroso, tanto, que estaba seguro de que terminaría por desquiciarme completamente. Cuando su bello rostro se proyectaba en mí, sentía fuego bajo mi lengua, como si un demonio en mi interior tratase de abandonar mi cuerpo a través de mi garganta. Ese demonio se había convertido en un ser insaciable, un ser que albergaba mis mayores miedos y oscuros pensamientos. Un ser que se alimentaba de mi dolor, y de todos los deseos y sueños rotos que una vez había albergado mi —ahora— frío corazón. Ella era mi castigo constante, pero a la vez, solo ella podría devolverme la paz. Morir parecía la mejor opción, pero quizás, morir después de ella ya no tenía sentido.
Dejé atrás el Downtown, y a escasos metros de la salida, un par de ojos azules sobre mí me obligaron a detenerme allí mismo.
— Niall. —pronuncié.
Él se encaminó hacia mí, ciertamente molesto.
— ¿Qué haces aquí? —espeté seco.
No tenía ganas de permanecer allí más tiempo.
— ¿Tú encontraste a Lucy en el Aquelarre? —me preguntó.
— Sí. —asentí.
— ¿Cómo pudiste encontrarla justo en el momento en que se desmayó?
— Niall, ahora no tengo ganas de hablar. —quise emprender el paso, pero él me lo impidió.
— Te he hecho una pregunta.
Vaya, Niall tenía ganas de discutir.
— Supongo que no me pareció justo la manera en la que la trataste y... —vacilé— Quise mantenerme cerca de ella durante el resto de la noche.
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El Príncipe de las Tinieblas |n.h| au
FanfictionSobrevivir en este mundo es un negocio sangriento. Los secretos unen a la familia, pero esta dejó de serlo hace mucho tiempo. Las mentiras del pasado acaban saliendo a la luz, y con ellas, la peor cara de las personas. #2 en MISTERIO (Mayo 2018)...