Capítulo XVI

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Capítulo XVI: En deuda


Mikayla

Una semana antes


Cuando la puerta se abrió y vi a mi mejor amiga tumbada en una cama, sentí pánico. Aquella escena era un tanto siniestra; su cuerpo pálido y frágil, y aquel gotero repleto de sangre conectado a su brazo.

— Está estable. —Victoria se colocó a mi lado— Entra y siéntate, cielo.

Victoria colocó una silla junto a la cama, para que pudiera sentarme cerca de Lucy. Tomé asiento, y me incliné cuidadosamente hacia ella. Alargué la mano y acaricié su rostro con delicadeza, temiendo despertarla.

— ¿Por qué...? —señalé el gotero.

Victoria suspiré.

— Lucy ha decidido ser la donante de Niall y...

— Y casi la mata. —habló alguien de golpe.

Giré la cabeza hacia mi izquierda, y entonces, vi a Julius parado en el umbral de la puerta.

— ¿Qué acabas de decir? —inquirí.

— Julius... —musitó Victoria.

— Niall no ha sido capaz de controlarse. —dio un par de pasos hacia al interior de la habitación.

Mis ojos cayeron sobre ella.

— ¿Por qué demonios has hecho eso? —susurré.

— Porque Niall ha arriesgado su vida para protegerla. —explicó su hermano.

— Se supone que es lo que debes hacer cuando amas a alguien. —dije para mí misma.

— Por eso ella ha aceptado ser su donante. —añadió.

— Pues no ha sabido protegerla de él mismo. —le encaré— No deberíais haber permitido que ella...

— Ha sido mi culpa. —interrumpió Victoria.

La miré.

— Lo siento. Debería haber...

— Ahora lamentarse no sirve de nada. —le escuché decir a Julius.

Se acercó a la cama y observó a Lucy con una indescriptible expresión en el rostro; parecía realmente preocupado e inquieto, jamás le había visto de esa manera.

— ¿Has sido tú quien...? —insinué.

— Sí. —asintió.

— Gracias. —murmuré.

Permanecí en aquella habitación por más de una hora, esperando a que Lucy despertara, pero todavía se encontraba demasiado débil. Me pregunté a mí misma, ¿qué tan sediento estaba Niall para dejarla en ese estado?

Horan siempre me había dado miedo, y después de todo el daño que le había causado a Lucy, simplemente había decidido trazar una línea entre él y yo; una línea roja como la sangre, que indicaba peligro, que había sido pintada por el odio y el rencor que sentía hacia él. Aunque en un punto llegué a aceptar su relación con Lucy, e incluso la animé a ella a luchar por sus sentimientos, jamás dejé de desconfiar de él. Quizás porque nunca había llegado a confiar en su persona, o quizás porque me asustaba permitirme hacerlo verdaderamente. Siempre terminaba defraudándome, así que, ¿para qué confiar en él?

El Príncipe de las Tinieblas |n.h| auDonde viven las historias. Descúbrelo ahora