Capitolo II

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Capitolo II

 Destino


"Señorita Dawson, como comprenderá, no puedo pasar por alto lo ocurrido." —Mikayla repetía las palabras de la directora en un tono burlón.

— Tampoco ha sido para tanto, solo le he dado un puñetazo. —comentó casual.

— Le has dejado un ojo morado. —añadí.

— Se lo merecía, es una imbécil. —escupió.

— Oye... Siento mucho haberte metido en un lío. —me disculpé.

— Una semana expulsada tiene su lado bueno, es como tener vacaciones. —sonrió.

Negué con la cabeza.

— Gracias por todo Miki. -la abracé con ímpetu- Te voy a echar mucho de menos. —mascullé.

— No quiero pensar en el futuro, me aterra. —dijo mientras me abrazaba de vuelta.

— Lo siento. —susurré.

Un par de lágrimas empezaron a brotar de mis entristecidos ojos.

— Lucy. —musitó mi mejor amiga— No llores, me vas a hacer llorar a mí. 

La quería tanto, era como una hermana para mí, prácticamente habíamos crecido juntas.

— Ahora simplemente debemos aprovechar estos días. —sentí sus manos estrechar mi cuerpo tiernamente.

— Suena tan triste... —hablé casi para mí misma.

Tenía el corazón encogido.

[...]

Había llegado el día, el día en que dejaba a mi familia. Lo hacía en contra de mi voluntad, por un decreto real.

—No te vayas Lucy, por favor. —sollozaba Claire, mi hermana pequeña.

La cogí en brazos y la pequeña me abrazó con todas sus fuerzas, como si no quisiera dejarme ir. 

«Ojalá pudiera detener el tiempo.»

— Pronto volveré a casa, Claire. -mentí, no sabía cuando iba a volver a casa, y ni tan solo sabía si iba a volver algún día.

— ¿Podré ir a visitarte? —preguntó inocentemente.

— No lo sé, pequeña. —me dolía el corazón de tan solo imaginarme una vida sin ella, y sin el resto de mi familia

— Te quiero mucho, Lucy. —la pequeña se aferró aún más a mí, y sus lágrimas empaparon el cuello de mi camiseta.

— Yo también, mi princesa. —le di un casto beso en la mejilla.

Mamá se acercó con la intención de tomar a Claire entre sus brazos y separarla de mí, pero sus pequeñas manos se habían pegado a mi cuerpo con fuerza.

— Claire, tienes que venir conmigo. —mandó dulcemente mamá.

— No quiero. -dijo entre lágrimas.

— Hazle caso a mamá, Claire, te prometo que pronto vendré a visitarte y jugaremos con tus muñecas. —le susurré.

Mamá consiguió apartarla de mí, aunque no había sido fácil, Claire pataleó tanto como pudo sin dejar de llorar y gritar mi nombre en ningún momento.

Me sentí impotente frente a esa amarga escena.

Louis se encaminó hacia mí y me envolvió en un cálido, y a la vez, afligido abrazo.

El Príncipe de las Tinieblas |n.h| auDonde viven las historias. Descúbrelo ahora