Capitolo LVII
La noche es para los muertos
***
Julius
Alcé la vista al cielo, este se cernía sobre mí en un tétrico y aterrador aspecto. Cuando volví la vista al suelo, ella se encontraba tumbada frente a mis pies. Sin vida, pálida como la mismísima muerte. Me agaché rápidamente y zarandeé su cuerpo, pero ella no respondió.
"La has matado"
"La has matado"
Comenzó a resonar en mi cabeza.
- ¡Basta! –grité.
"Tú la has matado con tus propias manos"
Apreté los ojos con fuerza y la abracé.
Recé por su vida.
Cuando los abrí de nuevo, ella seguía en mis brazos. Abrió los ojos y levantó el rostro, sus ojos –grises como una tormenta- se encontraron con los míos. Me miró sin expresión alguna, y entonces, sonrió.
Un escalofrío sacudió todo mi cuerpo.
- Mi amor, ¿por qué me has hecho esto? –preguntó dulce.
De pronto, su cuello se tiñó de rojo carmesí.
- No, no, no... -dije para mí mismo y apreté su cuerpo contra el mío y un desesperado gesto.
Todo se tornó oscuro, como la boca del lobo, pero ella seguía junto a mí.
De repente, un espejo apareció ante mí. El reflejo de mi boca ensangrentada de manera grotesca con su sangre me dio ganas de vomitar.
Fue en ese momento, cuando desperté.
Los vampiros no solíamos dormir, era algo que no necesitábamos para sobrevivir. Pero sí podíamos descansar la mente durante cortos periodos de tiempo, aunque parecía que yo jamás conseguiría hacerlo con tranquilidad.
Había perdido la cuenta de las veces que aquellas imágenes se habían proyectado en mi mente para torturarme en la soledad de la noche.
Me levanté del sillón y dejé escapar un suspiro. Miré mi reloj, eran las dos de la madrugada. Decidí colocarme una chaqueta, y abandonar aquel solitario y frío apartamento. Conduje en silencio durante media hora hasta el lugar de siempre, ese pub de mala muerte infestado de hombres borrachos y algún que otro drogodependiente. Cuando llegué, me senté en la barra y el camarero se acercó a mí; pedí la misma mierda de siempre.
El alcohol no iba a calmar mis pesadillas, pero me entretenía viendo todas aquellas desgraciadas e irrelevantes personas a mi alrededor. A decir verdad, les envidiaba. Hombres poseedores de una vida humana que algún día se acabaría, no como la mía. No me servía de nada vivir eternamente si era de esa manera, recordándome cada día lo tan miserable que era y lo tan solo que me sentía sin ella. Recordando una y otra vez aquello que hice.
Las horas pasaron y las personas a mi alrededor iban desvaneciéndose poco a poco. El olor a alcohol y tabaco de aquel antro era repugnante, pero no me importaba. Lo único que quería era estar rodeado de vida.
Pasadas las cinco de la madrugada, decidí abandonar aquel lugar. Pero no sin antes darme un capricho. Cuando salí del pub, rápidamente localicé a un yonki recostado contra la pared, apenas podía sostenerse en pie. Me acerqué a él sigilosamente, y en un abrir y cerrar de ojos, ya lo había arrastrado a un oscuro callejón sin salida.
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El Príncipe de las Tinieblas |n.h| au
FanficSobrevivir en este mundo es un negocio sangriento. Los secretos unen a la familia, pero esta dejó de serlo hace mucho tiempo. Las mentiras del pasado acaban saliendo a la luz, y con ellas, la peor cara de las personas. #2 en MISTERIO (Mayo 2018)...