Capítulo XI

168 18 31
                                    


Capítulo XI: Resentimiento


Mikayla

Una húmeda sensación sobre mi rostro me obligó a abrir los ojos perezosamente, y me di cuenta de que todavía era de noche. Observé a mi alrededor, y cuando giré la cabeza hacia mi izquierda, un par de brillantes ojos aparecieron ante mí; Trasto.

— Perdón, me ha seguido hasta aquí. —dijo una dulce voz.

Harry.

— ¿Qué hora es? —pregunté un tanto desubicada.

— Las cinco de la mañana. —respondió.

— ¿No deberías estar durmiendo? —me dirigí al adorable animal.

Lo acaricié, entonces, dejó escapar un pequeño ladrido de emoción.

— Silencio. —siseó Harry.

Reí.

— ¿Dónde está Lucy? —le miré.

— Hablando con Niall. —dijo.

— ¿En serio? —inquirí.

— Bueno, probablemente se haya dormido. Iba muy borracha. —se encogió de hombros.

— Esta chica... —suspiré— Nunca va a poder alejarse de Niall.

— Cuando quieres a alguien, es difícil alejarse. —Harry caminó hacia mí— Yo nunca podría alejarme de ti.

Una pequeña sonrisa curvó mis labios.

— Ni yo de ti. —murmuré.

Él tomó mi mano y la estrechó cariñosamente. Me sentí tan afortunada.

— ¿Quieres volver a casa? Lucy va a estar bien aquí. —me sonrió.

— Está bien. —le devolví la sonrisa— Pero dile a Niall, que si le hace algo a Lucy, te juro que le voy a...

— Tranquila. —interrumpió alguien de golpe.

Cuando levanté la vista, mis ojos se encontraron con los de Horan.

— No voy a molestarla. —remarcó— Puedes ir a su habitación, está durmiendo plácidamente.

Asentí.

— Le mandaré un par de mensajes. Si mañana no contesta, vendré a buscarla. —me levanté del sillón.

— De acuerdo. —contestó Niall.

— Nosotros nos vamos. —avisó Harry— Que tengas buena noche. Nos vemos pronto.

Entrelazó su mano con la mía, y ambos nos encaminamos hacia la puerta. Niall se hizo a un lado y nos permitió el paso silenciosamente. Cuando pasé por su lado, detuve el paso y volteé hacia él.

— No olvido lo que has hecho. Y Lucy tampoco. —murmuré— Solo está borracha.

Él permaneció callado.

— Adiós. —me despedí.

Cuando al fin nos encontramos fuera del edificio, Harry se dirigió a mí.

— ¿Estás bien? —su manó acunó mi rostro con delicadeza.

— ¿Por qué sigues a su lado? —espeté.

— ¿Qué?

— No entiendo por qué sigues apoyando a Niall. —me atreví a decir.

Harry vaciló por un momento, dudoso, como si quisiera encontrar las palabras más idóneas para responder a mi reclamo.

El Príncipe de las Tinieblas |n.h| auDonde viven las historias. Descúbrelo ahora