Capítulo XXVI: Medias verdades
Los primeros rayos de luz de la mañana londinense tantearon mi rostro tímidamente. No fue molesto, pero no pude evitar abrir los ojos poco a poco. Entonces recordé las palabras de Julius; iba a ver la salida del sol desde la cama. Me erguí lentamente, mientras mi cuerpo se desperezaba y mis ojos se acomodaban a la luz del exterior. Los cálidos y rosados colores del amanecer me envolvieron mágicamente, y entonces, simplemente permanecí quieta contemplando aquella bonita escena.
Cuando el sol comenzó a alzarse por encima de la ciudad, decidí salir de la cama. No sabía qué hora era exactamente, pero estaba segura de que no iba a llegar tarde a clase. Así que abandoné la habitación y me dirigí hacia el cuarto de baño para lavarme la cara y refrescarme un poco; todavía me encontraba un poco mal, pero nada comparado con la experiencia de la noche anterior.
Entré en el baño, y cuando me acerqué al lavamanos, me di cuenta de que había un cepillo de dientes y un pequeño tubo de pasta de dientes. Supuse que él lo había dejado allí para mí. Me lavé los dientes, y luego la cara. Entonces, justo en el momento en el que abrí los ojos y encaré mi reflejo en el espejo, la imagen de una joven tras de mí me arrebató la respiración. Sus ojos, azules como lo más profundo del océano, parecieron devolverme a un recuerdo fugaz; aquella no era la primera vez que esa imagen se proyectaba ante mí.
Parpadeé anonadada, y de pronto, esa joven desapareció de mi vista. Confusa, me di la vuelta en busca de ella, pero no había nadie a mi alrededor.
— Todavía estás drogada... —hablé para mí misma.
Salí de allí y tomé las escaleras hasta la planta principal del apartamento. El ambiente era cálido, Julius había encendido la calefacción. Un delicioso aroma a huevos fritos y bacon azotó mi nariz rápidamente. Caminé en silencio hacia la cocina; él estaba preparando el desayuno casualmente.
— Buenos días. —saludó de repente.
— Eh... —musité— Buenos días.
— ¿Cómo has dormido? —me preguntó.
— Bien, gracias. ¿Y tú? —pregunté de vuelta.
— Bueno, no suelo dormir, pero he descansado la mente durante unas cuantas horas.
— Oh. —di un paso al frente.
— ¿Tienes hambre? —giró la cabeza hacia mí.
Un mechón de pelo caía suavemente sobre su pálido rostro, estaba un poco despeinado.
— Un poco. —confesé— Huele muy bien.
— Gracias, es lo único que sé cocinar.
Reí.
— ¿Quieres agua o zumo? —volvió la vista al desayuno.
— Agua está bien, gracias.
— Siéntate si quieres.
Tomé asiento en uno de los taburetes de la moderna isla de mármol que conectaba la cocina con el salón. Entonces, Julius se giró hacia mí y colocó un plato frente a mis manos. Dejó caer el bacon y los huevos encima, mientras mis ojos curioseaban todos y cada uno de sus movimientos. Parecía todo un experto.
— Que aproveche. —me sonrió.
— Gracias. —me llevé un trozo de bacon a la boca.
— Toma. —Julius colocó un tenedor y un cuchillo sobre mi plato— Ahora sí.
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El Príncipe de las Tinieblas |n.h| au
FanfictionSobrevivir en este mundo es un negocio sangriento. Los secretos unen a la familia, pero esta dejó de serlo hace mucho tiempo. Las mentiras del pasado acaban saliendo a la luz, y con ellas, la peor cara de las personas. #2 en MISTERIO (Mayo 2018)...