Capitolo IV

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Capitolo IV: Niall James Horan


Mis dedos tantearon cuidadosamente la tela del vestido que sostenía entre mis manos; el color era tan apagado, que parecía sacado del armario de Miércoles Adams. Lo coloqué de nuevo en el armario, junto a otros más. 

—¿Qué tal este? —señalé un vestido azul marino de corte simple y discreto.

— Demasiado sencillo. —contestó.

Me senté en uno de los sofás, mientras observaba a Victoria revolver en el armario en busca de un vestido "correcto para la ocasión". Ese día, por la noche, debía asistir a un evento real; y eso incluía, la presencia de Su Majestad. Por lo tanto, era requerida una vestimenta formal, adecuada para tal "honorable" situación. 

Y estaba nerviosa, demasiado. Me asustaba pensar en lo que podría suceder durante la velada, todo aquel mundo era demasiado complejo para mi corta experiencia. Pasar desapercibida era mi mayor objetivo, y el segundo, o quizás también era de igual importancia, no mantener ningún tipo de contacto con el Rey.

— ¿Qué me dices de éste? ¿Te gusta? —me mostró un elegante vestido color vino.

Me encogí de hombros.

 —Es muy bonito. —intenté sonar interesada. 

— Lucy, tan solo es una reunión, puedes estar tranquila. —dejó el vestido sobre una butaca.

— No sé si voy a saber comportarme adecuadamente. —murmuré.

— Claro que sí. —ella sonrió tratando de restarle importancia al asunto.

— ¿Y si digo algo incorrecto o le falto el respeto a alguien? —gemí— No quiero meterme en problemas con personas desconocidas.

 —No va a pasar nada de eso, tienes incluso más modales que algunos miembros de la corte. —dijo, y se sentó a mi lado.

Suspiré y agaché la cabeza, pegando los ojos en mis manos, que se encontraban entrelazadas sobre mi regazo.

 — Vas a ir, y lo harás con un vestido precioso. —posó su delicada mano sobre la mía y me regaló una reconfortante te sonrisa.

— Lo dejo en tus manos. —le devolví la sonrisa.

Justo antes de que la rubia pudiera comentar algo más, unos leves golpes en la puerta captaron la atención de ambas.

— Greta, abre la puerta, por favor. —Victoria demandó educadamente.

La joven sirvienta asintió cordialmente con la cabeza y abrió la puerta, dejando ver a Harry.

— Buenos días señoritas. —saludó animadamente.

— Buenos días. —me levanté rápidamente y acomodé los pliegues que se habían formado en mi falda.

— Harry, estamos muy ocupadas. —Victoria imitó mis acciones y se encaminó hacia el vestidor.

— Ajá. Hola Lucy. —se acercó a mí y me abrazó cálidamente— ¿Cómo estás?

— Bien, ¿Y tú? —pregunté de vuelta.

— Harry, vuelve luego, por favor. —Victoria mandó desde el vestidor.

— Me encanta molestarla, es muy gracioso. —me guiñó el ojo— No te enfades Vicky. —alzó un poco la voz— ¿Qué estáis haciendo? 

— Escoger un vestido. —expliqué.

El Príncipe de las Tinieblas |n.h| auDonde viven las historias. Descúbrelo ahora