Aplazados

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Querido diario:

Hogwarts es triste y aburrido cuando no hay casi estudiantes. Solo somos seis en total, sin contar a los pocos profesores que quedan.

Solo están la profesora McGonagall, el profesor Flitwick, la profesora Sprout y Severus.

Todos los aplazados deben rendir Pociones al igual que yo. Por eso el profesor nos advirtió que debemos preparar la misma poción, no importa en qué año estemos y todos están muy preocupados, ya que si reprueban deberán re cursar.

Ya rendí Transformaciones y Encantamientos. Aprobé con 85 por hacerlo fuera de fecha pero está bien, al menos no es un cero.

Ahora estoy sola en la habitación, y me aburro. Es una pena que sea la única alumna de Gryffindor aquí. Los demás son chicos de séptimo de Hufflepuff y Slytherin. Y está Marcus Flint, que intenta no repetir el año por segunda vez.

Te dejo, porque ya es hora de bajar al gran comedor.
No te imaginas qué diferente es cenar en la misma mesa con chicos que no son tus amigos. Lo bueno es que ahora que no están impartiendo clases, los profesores están siempre de buen humor, incluyendo a Severus. Y eso, me encanta.



Pese a no haber chicos en Hogwarts durante las vacaciones, el castillo nunca estaba en silencio.

Aliccie caminaba por los pasillos y escuchaba las alegres charlas de los retratos, el desafinado canto de la Señora Gorda y el constante parloteo de los fantasmas.

Ella no le temía a ninguno, por supuesto. Tal vez un poco al Barón Sanguinario, pero eso a causa de su aspecto pálido y ensangrentado.

No obstante, el día de su retorno a Hogwarts para rendir sus exámenes pendientes, el fantasma de Slytherin había salido en su defensa.

Había llegado de noche, proveniente de Charing Cross en el autobús noctámbulo en donde no había viajado sola. Los otros estudiantes rezagados, entre los que se encontraba Marcus Flint, habían abordado el vehículo mágico en las cercanías de sus hogares. Solo ella se había aproximado al Caldero Chorreante al finalizar el día. Y después de una deliciosa cena, acompañada por su madre (quien pese a todo, se alegraba de su decisión de último momento de no abandonar Hogwarts) y varios comensales que charlaban animadamente, relatando su versión personal acerca del enfrentamiento de Harry Potter con el desaparecido profesor Quirrell, se había despedido de su progenitora, de los parroquianos y de Tom, para luego iniciar su regreso al colegio mágico.

Aliccie, acostumbrada desde pequeña a no interferir en las conversaciones de los adultos, solo escuchaba. Ella conocía la versión genuina, ya que el mismísimo niño que vivió, se lo había contado todo, la última noche en la sala común de Gryffindor. Incluso su experiencia con un curioso espejo, donde había vislumbrando a todos sus antepasados, incluyendo a su padre y a su madre, durante el pasado receso de navidad. Y en donde se había visto a sí mismo, cargando en el bolsillo de su pantalón del colegio, la dichosa piedra que Quirrell buscaba.

* * *
-¡Y pensar que hasta llegué a sentir verdadero aprecio por él!- lamentó esa noche, cuando el sueño había comenzado a vencerlo y justo en el momento en que Ron y los otros pequeños de primer año se dirigían a su dormitorio, porque al día siguiente recibirían las calificaciones faltantes de sus exámenes y debían levantarse temprano.

-Sé que reprobaré Pociones-le había dicho también-. Pero no solo porque Snape me odie, sino porque me cuesta un montón.

-¿Y a quién no?--había acotado Neville- ¿Quién puede concentrarse y hacer un buen trabajo, teniendo a ese monstruo como profesor?

Siete Años en Hogwarts.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora